Yo monto el belén

Debo confesar que cuando leí la noticia de que el Parlamento Europeo había decidido, por primera vez en su historia, colocar un belén en su sede de Bruselas, tuve que releerla un par de veces porque, como los bancos, no daba crédito. Y no lo daba porque si hay una institución internacional que, como se dice vulgarmente, siempre se la ha cogido con papel de fumar, esa ha sido el Parlamento Europeo, que, hasta antes de ayer, como aquél que dice, consideraba que la exposición de cualquier objeto religioso, en sus instalaciones podía ser ofensivo.

Pero la tenacidad de la diputada española, Isabel Berjumea, que ha argumentado que los padres fundadores de la Unión Europea proceden del humanismo cristiano, junto con la constatación de  que lo que se celebra el día 25 de diciembre es un hecho tan poco ofensivo como el nacimiento de Jesús de Nazaret, ha hecho posible que el presidente del Parlamento haya accedido, sin sufrir espasmos apreciables, a la colocación de un belén al que, por cierto,  se ha denominado `exposición especial 2022´ para evitar que algún parlamentario europeo pudiera verse herido en su sensibilidad. Me refiero a la sensibilidad religiosa porque la ética, como se ha visto a raíz de las cuantiosas entregas monetarias por parte de los qataríes, no parece que esté muy desarrollada en algunos representantes comunitarios.

En todo caso, y al margen de cualquier otra consideración, esto quiere decir que ni el papanatismo dominante, ni la mediocridad cultural ambiental, ni el laicismo obligatorio han conseguido este año impedir la colocación de un pesebre, junto al abeto austriaco,  en la sede de la democracia europea, lo que no deja de ser una tan excelente como insólita noticia, al menos para los que seguimos pensando que los europeos en general y los españoles en particular no tenemos que pedir perdón ni por nuestras tradiciones ni por nuestros valores más arraigados. Solo faltaba.

Yo, este año, como vengo haciendo desde mi edad infantil, he vuelto ha montar el belén, con mi familia y también he tenido ocasión de disfrutar del excelente belén municipal que desde hace días se exhibe en Astorga, en un local de la calle Pio Gullón, esquina José María Goy. Se trata de un gran montaje, con figuras de bella factura y con una correcta ambientación, con la que se trata de reproducir lo que era la vida en un pequeño pueblo como Belén en el que se produjo el Nacimiento.

Como acabo de señalar, somos lo que somos y vivimos donde vivimos y no tenemos por qué orillar estas expresiones de nuestra cultura y de nuestras creencias, máxime en fechas como las navideñas en las que se conmemora el nacimiento de Jesucristo, por muchas vueltas que  quieran  dar los apóstoles oficiales de la profanidad, por muchos mensajes de consumismo desenfrenado que nos ofrezcan los medios de comunicación y por mucho que traten de colonizarnos esos personajes que vienen de fuera a bordo de un trineo, y al grito idiota de ho, ho, ho.

Lamentablemente, ya hemos dejado atrás muchas tradiciones propias en beneficio de las importadas, sobre todo, las procedentes de la cultura anglosajona, y por ello creo que todos debemos esforzarnos por intentar mantener las que todavía persisten, porque si se pierden del todo luego va a ser muy difícil recuperarlas.

Por ejemplo, puedo asegurar por mi experiencia propia y por las de mis seres más queridos que lo de posponer hasta el día 6 de enero, Festividad de los Reyes, la entrega de juguetes y regalos no produce, ni traumas insuperables en los más pequeños, ni sentimientos de desamor en los adultos. Además, hay estudios científicos que lo acreditan y confirman.

Feliz Navidad y un 2023 sin sobresaltos ni secesiones.

 

Angel María Fidalgo