Y tú más

El bochornoso espectáculo en el que se ha convertido la política en general, exhala un tufo a podrido que la ha pervertido de su esencia natural y su propia razón de ser. Hemos hablado en otras ocasiones ya y en esta misma columna, del sentido del honor y el deber que deben regir los destinos de nuestros mejores que, se supone, son los que nos representan. Pero quizás de ahí parte el origen del problema. ¿Quiénes nos representan? En la antigüedad, si queremos tomar lo mejor de las antiguas democracias, conformaban el gobierno de los estados los consejos de ancianos, entendiendo por ello que era un conjunto de mentes ya experimentadas, y por ende, más sabias por veteranas. O también, un timón al que se ponía al frente o sólo reservado para los mejores. Y por mejores, los más inteligentes, más fuertes, más sabios o mejores estrategas. Pero es que hoy en día la senectud está apartada por ser mal cartel electoral. Se lleva más el tipo Kent, sí el de Barbie, que dé mejor en cámara e irradie salud, vitalidad, optimismo y sinónimo de triunfo social. Los más inteligentes, trabajadores y preparados se nos han marchado casi todos a la empresa privada o al funcionariado de alto nivel.

Tengo a bien contar con decenas de amigos que se dedican a la cosa pública y no me duelen prendas en reconocer que me causa sonrojo el nivel del discurso político actual. El nivel de la mayoría, empezando por ministros para abajo, es de EGB, con perdón para la EGB. Por no hablar del Corral de Comedias o de La Pacheca en que han convertido las sagradas instituciones parlamentarias. Escuchar y ver esos gritos, insultos y posturas entre sus señorías me recuerdan a las trifulcas de las novelas costumbristas del XIX entre verduleras, modistillas y chulapos. La España de Cañas y Barro, La Barraca de Blasco Ibáñez, el esperpento de Valle Inclán y así un largo listado de obras e intelectuales consagrados de nuestra Literatura son, con las variables del mundo digitalizado, fiel esencia de la mierda, con perdón, en qué se ha convertido el debate parlamentario. El “y tú más” es la consigna a toda prueba o acusación de corruptela que se presente. ¡Regeneración ya!

ABC