Tras meses con noticias sobre Madrid hasta en la sopa -diaria-, corremos el riesgo de olvidarnos de lo que allí pasó en enero. Tal vez recuerden que en los primeros días de Enero, “España” se cubrió de nieve y quedó paralizada, porque como dicen algunos políticos de allí y muchos votantes les han creído, Madrid es España y España empieza en Madrid. Supongo que tienen el mismo derecho a decirlo por ejemplo y si se diese el caso, en Albacete, Albacete es España y España empieza en Albacete, o en cualquier otro lugar en el que pretendiesen erigirse como representantes de todos los demás habitantes del resto del Reino y a quienes previamente, por supuesto, nos habrían consultado. En fin, que tras la “nevada del siglo” y pese al aviso, a los medios disponibles y toda la ayuda prestada, “España” se paralizó por la nieve y su alcalde y su presidenta pidieron la declaración de zona catastrófica, incluso presentaron la factura en tiempo récord: la ciudad más rica de la Comunidad Autónoma más rica del país pidió inicialmente 1.400 millones de euros, es decir 400eu por habitante, por aquella nevada, sólo para la ciudad de Madrid y por una semana. Y se quedaron tan anchos. ¿Los costes de la pandemia? Un chiste al lado de los de aquella nevada. Y es que hay que saber pedir, no hay que tener vergüenza, hay que pedir a lo grande. Y si no te lo conceden, conviértelo en una ofensa a todos los ciudadanos de ese territorio y listo, mecha encendida.
Aquí, en muchas zonas de El Bierzo, al igual que en muchas otras partes de la España que no es Madrid, nieva todos los años, pero como tras tantos años de reveses ya estamos medio paralizados y como nos vamos medio apañando solos, no se nos nota mucho. Porque aquí en el noroeste de León, como todo el mundo bien sabe, teletrabajamos casi todos, y la nieve y el hielo sólo los “sufrimos” cuando jugamos en ellos. La realidad es que aquí la nieve más bien tapa los problemas, que vuelven a la luz cuando esta se derrite. Aquí, como en otras zonas del país, faltan médicos y profesores, funcionarios, un tipo de empleo que siempre se consideró con un plus de seguridad, con reglamentos que impedían el abuso por parte de empresarios chupasangres y que venían acompañados de una orla de tranquilidad, el sueño de muchos hombres y mujeres durante varias generaciones. Y ante esta carencia, que vemos crecer cada año, ¿están sirviendo las soluciones usadas en tiempos pasados? Pues parece que no: todos por aquí conocemos la situación del Hospital de El Bierzo, con falta de especialistas, y la de muchos Consultorios de localidades pequeñas y no tan pequeñas, con plazas fijas de médicos de familia sin médico titular desde incluso antes de la pandemia. Y si tenemos críos, puede que conozcamos por otros padres y madres, casos de Centros Educativos de Primaria o Secundaria por todo El Bierzo en los que cada año aumenta la falta de profesorado, con asignaturas que no empiezan a impartirse hasta Octubre o Noviembre, con bajas de hasta 15 días para las que nunca aparece sustituto/a y que desde el centro acaban por no pedir, o bajas largas producidas por ejemplo tras un “parto sorpresa” ocurrido tras nueve meses de embarazo, bajas que directamente nunca se llegarán a cubrir.
Llegados a este punto, creo que es bueno preguntarse: ¿Sirven algunas de las normativas y procedimientos actuales para solucionar estos problemas de nuestra España rural o corremos el riesgo de que esas mismas normas y procedimientos directamente nos conviertan en España vaciada? ¿Se pueden aplicar en lugares con realidades tan distintas normas y baremos similares a los de zonas densamente pobladas? Pregunten a muchos autónomos de nuestros pueblos, entre los que me encuentro. ¿Plegamos la realidad a las normas o reglamos teniendo en cuenta que en España existe esta otra realidad? ¿Flexibilizamos los procedimientos, los mínimos, los baremos y los plazos o hacemos la maleta? ¿Podemos mejorar esta situación sin buscar ideas más allá de los muros de la costumbre? ¿Tal vez tendremos que recuperar en los pueblos “la casa del maestro”, o pensar en una vivienda como pago en especie y otras facilidades y beneficios para quienes se establezcan -sobre todo a tiempo parcial-, para proporcionarnos esos servicios? No es lo mismo viajar todos los días que volver a tu lugar de origen algunos fines de semana. Necesitamos más flexibilidad y más soluciones imaginativas, y tal vez algo más de dinero. ¿Qué tal agilizar los plazos de contratación, para las sustituciones largas pero también para las relativamente cortas, que sabemos que siempre van a ocurrir, con bolsas de médicos y profesores de reserva, con compensaciones por acudir a plazas de difícil desempeño para realmente garantizar el derecho a la sanidad y a la educación? Porque en los IES, para la mayor parte de las bajas de menos de 15 días -que son muchas- ni se pide sustituto, porque, si con suerte se encuentra, no suele ser antes de que se reincorpore quien pidió esa baja. Y ya no hablamos de lo que ocurre en los años en los que se convocan oposiciones en las distintas autonomías, al final casi todos… ¿tal vez debería puntuar más la disposición a trabajar?
Qué sé yo, ahora hablan de un Erasmus o un MIR rural, quizá se podría descentralizar y deslocalizar parte del funcionariado de las administraciones públicas -que para eso también puede servir el teletrabajo- y todo lo que se nos ocurra para ayudar a frenar esta despoblación acelerada. Porque amor a lo rural lo tendrán algunos, pero parece que no son suficientes -y en todo caso no es lo mismo amarlo que vivir en el medio-, y cubrir estas plazas a veces obliga a ciertos sacrificios que no conllevan otras, sacrificios normalmente relacionados con el transporte y curiosamente también con la sanidad y la educación. Tal vez si estos aspectos se mejorasen esos profesionales no serían tan reticentes a venir, pero mientras la regla se base en “dame población y te daré servicios” tendrá difícil solución. Aunque la realidad es que las administraciones tampoco están cumpliendo con esta regla, porque a día de hoy, por ejemplo en el IES donde estudian mis hijos, como en la mayoría, llevan varios años con problemas de profesores, problemas que empeoran cada año, siendo un instituto con más de 200 alumnos. Y lo mismo ocurre con los médicos en nuestros pueblos, pero también en nuestro hospital comarcal, en una ciudad como Ponferrada. Claro que tal vez se espere que esos profesionales actúen como héroes, patriotas que acudan a trabajar allí donde se les necesite, con pocos o malos servicios y con contratos a tiempo parcial y sueldos precarios porque, se me ocurre así de pronto, a día de hoy un profesor de Secundaria de Música, o de Tecnología, o de Inglés, o de Educación Física, no puede impartir esa misma materia en algún colegio de Primaria de esa misma localidad. ¿Que para ello hace falta algo de formación específica? Pues que se la den, no veo el problema, aunque tiene pinta de que el problema será otra vez la rigidez normativa y la resistencia a los cambios. Otra opción, aprovechar al máximo la posibilidad de que el profesorado imparta materias afines a su especialidad, para poder ofrecer más contratos a jornada completa. Y si realmente empieza a haber escasez de profesores de ciertas materias, como me comentaba un profesional que ha pasado por diferentes responsabilidades en educación en 35 años que lleva en ejercicio, ¿tal vez se podría empezar por rebajar unas décimas las notas de corte en las universidades? Porque tal vez estemos sacrificando los muchos buenos por los pocos -en teoría- excelentes, pocos que además ya no parecen querer elegir la enseñanza como destino laboral, con el consiguiente perjuicio para los de siempre, los alumnos, muchos de los cuales al final de su recorrido en nuestro centro tendrán que prepararse para la misma EBAU que los demás, donde aún así obtienen muy buenos resultados, gracias a su esfuerzo, muchas veces también al de sus padres con las clases particulares y, sobre todo, al de todos esos profesionales que sí encuentran en las aulas cada mañana. Y en el caso de la FP, ¿qué tal ampliar la posibilidad de obtener el Certificado Oficial de Formación Pedagógica y Didáctica en Formación Profesional y Deportiva a más titulaciones de Técnicos Especialistas, o a quienes hayan terminado una FP de Grado Superior, tal vez añadiendo algún otro requisito, para paliar la falta de profesores en esta rama de la enseñanza? ¿Se oye crujir el sistema otra vez? ¿No es mejor tener un profesor, aunque no sea universitario, que no tener profesores de ciertas materias hasta Noviembre? No sé si ideas así son posibles o son sinsentidos, tampoco nos toca a nosotros buscar soluciones a estos problemas que sufrimos, pero como digo, hasta ahora y haciendo lo de siempre, no vemos que la cosa mejore, si no todo lo contrario, como lo demuestran las más de 1.000 horas de clase perdidas en el IES al que acuden mis hijos sólo por bajas prolongadas de profesorado durante el curso o asignaturas para las que hasta Noviembre no tuvieron profesor, dándose el caso a veces de no haber suficientes profesores de guardia para cuidar de las aulas sin profesor. Animo a los representantes de las AMPAs en los Consejos Escolares a que soliciten el dato de horas lectivas no impartidas en sus centros, seguro que habrá sorpresas.
Y volviendo al caso de los médicos, tal como me comentaban amigos que ejercen esa profesión, ¿qué tal darles mayor estabilidad laboral a en sus primeros años de ejercicio? ¿Y distribuir mejor las plazas y no crear más en los hospitales grandes hasta que se cubran las de los pequeños, tal como pide el Colegio de Médicos de León? ¿Y que la Consejería amplíe el número de plazas MIR que solicita al Ministerio cada año, tal como piden los sindicatos? Porque esos planes de “España 2030 ó 2050”, sí, está muy bien mirar a largo plazo y necesitamos repensar el modelo, pero en el caso de algunas zonas, si quieren poder llegar a aplicar esos planes, o empiezan a actuar ya o para muchos será tarde. En este último año, dichosa pandemia, ¿nadie más tiene la sensación de que en nuestros pueblos o pequeñas ciudades de zonas rurales, de las que incluso algunas capitales de provincia empiezan ya a formar parte, muchos proyectos públicos y privados se están abandonando, tal vez definitivamente? Aquellas noticias sobre volver al pueblo parecen circunscribirse a provincias satélite de las grandes capitales y a pueblos satélite de algunas grandes ciudades, no más allá. Para los demás, parece pintar todo lo contrario. Personalmente, hace unos cuantos meses, tras el susto de la primera ola, alguien me contactó por un anuncio en internet de una casa que vende aquí en el pueblo un amigo que vive fuera de España; lo primero que me preguntó esa persona no fue por los metros cuadrados, si no por los colegios, por si había fibra óptica, supermercados, gasolinera, centro de salud y hospital cercano, quién sabe, tal vez alertado por haber leído alguna vez noticias sobre nuestra falta de profesionales. A este paso, ¿terminaremos por plantearnos que para tener médico en zonas rurales, como ocurría en aquella serie de televisión de los años 90, tendremos que costear nosotros los gastos universitarios a algún estudiante de medicina a cambio de que trabaje aquí unos años tras finalizar sus estudios? ¿Acabaremos teniendo alguna vez un Doctor en Alaska en algún pueblo berciano o llegaremos a ver una toma de conciencia del problema por parte de toda la ciudadanía y una voluntad real de cambiar las cosas en los políticos que nos gobiernan? A las administraciones les veo dos opciones, liderar el cambio o arrastrar los pies tras los acontecimientos. Y mientras, aquí en El Bierzo, y en la España rural en general, debemos defender y poner en valor los beneficios de habitar en estas zonas, que los tiene.
Víctor Terrón