Votos o vetos

Los hippies de Matavenero,  viven mucho más cerca de la naturaleza que de los medios de comunicación, pero esta circunstancia no les ha impedido conocer que ya han sido convocadas las elecciones municipales y autonómicas. Tendrán lugar, según ha establecido la autoridad competente (es una forma de hablar), el próximo 28 de mayo. Pues bien, al calor de esta llamada a las urnas, los miembros de la plataforma Corredor Oeste, que defiende la reapertura de la conexión ferroviaria Vía de la Plata, han lanzado una interesante propuesta.

La plataforma, integrada por diferentes asociaciones de la sociedad civil de todas las provincias afectadas, ha hecho un llamamiento para que ante la próxima convocatoria electoral y, sobre todo, la que tendrá lugar el próximo mes de diciembre, los ciudadanos entreguen su voto a los partidos que apoyen la declaración de esta conexión ferroviaria como de interés general, vetando, en sentido contrario, a las formaciones que no apuesten por la recuperación de esta importante infraestructura.

Es sabido que, en campaña electoral, cualquier partido político que se precie, es capaz de prometer la navegabilidad del Jerga hasta el parque de la Eragudina, sin especiales problemas éticos o estéticos. Pero se trata de obligar a los partidos a suscribir un compromiso firme, con todos los sacramentos y aditamentos necesarios, para que aquel no se pueda convertir en papel mojado como ocurre con casi todas las promesas electorales.

El llamamiento de la plataforma Corredor Oeste se ha producido después de que el pasado mes de marzo, las Cámaras de Comercio de Salamanca, Béjar y Cáceres firmaran un manifiesto para exigir la reapertura de la infraestructura ferroviaria, basándose en las poderosas razones de cohesión social, económica y territorial que justifican, más que sobradamente, la consecución de este objetivo, tan injustamente postergado por todos los Gobiernos, desde que en 1985, el presidido por Felipe González, decretó el cierre de la Vía de la Plata.

Como algunos de mis lectores recordarán, el pasado mes de febrero publiqué un artículo, titulado `Y a los 50 años resucitará, o no´, en el que recogía la noticia esperanzadora de que el Consejo de ministros de Transporte de la Unión Europea había vuelto a incluir el ferrocarril Ruta de la Plata en la red global de corredores ferroviarios y de transporte europeo. En el mismo artículo, también planteaba la necesidad de fijar actuaciones y, sobre todo, presupuestos concretos en los P.G.E para que la infraestructura ferroviaria no se quedara, al final, en agua de borrajas, ante el desvío de fondos hacia otros corredores peninsulares, como el del Mediterráneo.

Recientemente, hemos sabido que el Gobierno de España, junto con los autonómicos de Cantabria y País Vasco, han llegado a un acuerdo para invertir 4.000 millones de euros en el tramo Bilbao Santander. Y ante este dato tan revelador de los afectos inversores del Gobierno, no parece razonable pensar que puedan surgir dificultades insalvables para afrontar los 900 millones de euros previstos para las inversiones iniciales del corredor oeste, teniendo en cuenta, además, que Europa podría articular una subvención de 700 millones de euros para este fin.

En este contexto, la propuesta formulada por la plataforma Corredor Oeste, además de oportuna, resulta fundamental para posibilitar la llegada al poder de aquellos partidos que de verdad se comprometan a hacer realidad esta aspiración compartida por todas las provincias del occidente español, desde Asturias a Cádiz, y entre las que también se cuentan aquellas que, como León, han sufrido con especial intensidad la despoblación y la falta de inversiones públicas para favorecer su desarrollo.

Los leoneses en general y los astorganos en particular no podemos seguir perdiendo trenes, no debemos seguir avecindados en la pasiva resignación, no tenemos por qué aceptar que nuestro futuro siga cargado de incertidumbres. Es el momento de empezar a cambiar las cosas, primero con el voto en las próximas convocatorias electorales, e inmediatamente después exigiendo a los responsables políticos más gestión y menos confrontación.

 

Angel María Fidalgo