“Tristes hombres
Si no mueren de amores.
Tristes, Tristes”
(Miguel Hernández)
Hace unas semanas me encontré con una película británica del año 2023, “El último Soldado”. En ella, un anciano Pierre Brosnan (el mismo actor al que conocimos de joven galán y de James Bond en numerosas películas) interpreta a un octogenario irlandés que, tras acabar de enviudar, se empeña en acudir al 75º Aniversario de la Campaña de Normandía, en la que combatió de joven. Para lograrlo se escapa de su residencia de ancianos y cruza toda Gran Bretaña hasta llegar a Francia, esquivando a la policía y ayudado por alguna buena gente con la que se va encontrando.
La historia es sencilla pero nos conmueve la vejez del protagonista, su soledad, su llegada al hotel en Normandía donde se reunían durante muchos años los veteranos de su regimiento, en cada conmemoración, y no hay nadie de sus antiguos compañeros… porque luego descubre que han muerto ya todos y él es ya el único que sigue vivo…
Hace unos cuantos años más atrás, hice mi segundo viaje a Normandía en compañía de tres buenos amigos, grandes conocedores, como el que escribe, de la Historia de la Segunda Guerra Mundial; conflicto bélico éste que, en palabras de un historiador, aún hoy nos horroriza y nos fascina; entre otras cosas por haber sido aquella una guerra en la que, con todas sus luces y sombras, el bien venció al mal, las débiles, despreciadas y pacifistas Democracias aplastaron, finalmente, a las Potencias Militaristas, Imperialistas, Totalitarias, Racistas, Nacionalistas y Criminales del nazismo alemán, del fascismo italiano y del imperialismo japonés.
Hablamos de luces y de sombras porque, como en casi todas las guerras, en este caso en el bando de los buenos, de los Aliados, también se cometieron crímenes de guerra – el bombardeo de ciudades y de civiles inocentes sobre Alemania, la Europa ocupada y el Japón, aparte de que alguna de las potencias aliadas no representaba precisamente ni la Democracia ni las Libertades, sino que era otro régimen totalitario más (la URSS de Josef Stalin por ejemplo…).
Afortunadamente España no tomó parte ni en la Primera ni en la Segunda Guerra Mundiales (de las pocas cosas inteligentes que hicimos los españoles en el siglo XX), pero a cambio, eso sí, nos matamos, y destruimos nuestro país, en la Guerra Civil del 36 – 39.
Recuerdo que, a comienzos de junio de hace más de una década, cuatro amigos alquilamos un coche y tras pedir un par de días de permiso en nuestros trabajos (siendo más jóvenes y con menos obligaciones familiares de las que hoy tenemos) nos fuimos desde Astorga hacia Normandía a vivir uno de los aniversarios del Desembarco de junio de 1944. El que suscribe, Héctor, Isauro y David (éste último antiguo militar profesional y la persona que más sabe en España del Día D y de las Playas del Desembarco).
Salimos una tarde de un miércoles desde Astorga y al amanecer del jueves estábamos ya, emocionados, en Normandía, luego de conducir toda la noche relevándonos al volante.
Al llegar comprobamos que toda la región estaba engalanada para la conmemoración anual que, desde Cherburgo a Caen, reúne a miles de visitantes de todo el Mundo, entre ellos a los últimos y ancianos veteranos, y a sus familias, de aquel capítulo de la Historia de Europa.
En mis tres viajes a Normandía he conocido una región preciosa de la Europa Atlántica; he aprendido sobre el respeto a todos los muertos, de los dos bandos, de una guerra; he comprobado la veneración con que cada País sigue cuidando los Cementerios de Guerra y las tumbas de sus Soldados caídos; he conocido como se recupera, y se cuida, la Historia de las personas que allí lucharon y padecieron la guerra (Soldados y Civiles); he visitado muchos de los Museos Militares que hay a lo largo y ancho de Normandía …
He comprobado que de toda esa realidad (presente a lo largo y ancho de todos los países de Europa) somos totalmente ajenos en España, donde unos y otros quieren seguir teniendo deudas pendientes con el pasado y a donde a los muertos de nuestras guerras, más que honrarlos, se les usa para atacar al contrario…, un país, el nuestro, donde se sigue viendo a todo lo militar, por muchos, con desconfianza, cuando no con abierta hostilidad.
Uno que algo de Historia de España ha leído sabe que todo ello viene de lo que hemos vivido en los dos últimos siglos, lo que llamamos la Edad Contemporánea; en la misma tuvimos hasta cinco guerras civiles, además de varias guerras coloniales sangrientas en las que solo luchaban y morían los hijos de los campesinos y de los obreros (como mi Abuelo, del que llevo su nombre, jornalero pobre y, a la postre, Soldado del Regimiento Isabel la Católica en Marruecos en 1920), porque los hijos de los ricos (aquellos a los que luego se les llena más la boca de patriotismo) evitaban hacer el servicio militar e ir a la guerra pagando dinero al Estado… es bien sabido que en nuestro País, los españoles, ni ayer (debido al Caciquismo) ni hoy (gracias al Estado Autonómico, a los nacionalismos, a nuestra clase política y a lo que votamos cada cuatro años) somos ya iguales en derechos y en deberes…
Por todo ello, y a que nuestra última guerra contra otro país (el Desastre del 98 frente a Estados Unidos) la perdimos…en España vemos todas estas conmemoraciones, que las Democracias hacen a sus Soldados veteranos y a sus guerras pasadas, con extrañeza…
Puede que, por todo ello, profesionalmente me hice historiador de la Guerra de la Independencia, la última en la que los españoles combatieron juntos y unidos contra un invasor extranjero (y ello a pesar del disparate historiográfico de los afrancesados, de ayer y de hoy, que aseguran que aquella fue también otra ¡¡Guerra Civil!!… eso sí, entre un 97% de españoles patriotas y otro 3% de españoles afrancesados – algunos de éstos bienintencionados y la mayoría afrancesados por interés, egoísmo y cobardía, que son también cualidades muy humanas…-).
Volviendo a nuestro viaje, recuerdo que estando por entonces en España muy en boga las Recreaciones Históricas de la Segunda Guerra Mundial (que alcanzaron gran desarrollo en nuestro país hasta que el último Reglamento de Armas de la Guardia Civil las hundió en la más profunda de las miserias, haciéndolas desaparecer en la práctica), los cuatro amigos decidimos unirnos, a nuestra llegada a Normandía, a los cientos de recreadores históricos que asisten a las conmemoraciones anuales, vestidos con nuestros uniformes de soldados aliados del Día D; llevados, por supuesto, con la mayor corrección y respeto.
Recomiendo a cualquiera que lea estas líneas acudir alguna vez a Normandía, allí se escribió parte de la actual historia de Europa. Bajo el cielo gris, y a veces lluvioso, del verano atlántico normando, recorrer sus pueblos, ciudades y playas, con sus iglesias medievales (en las que te encuentras vidrieras neogóticas con los paracaidistas aliados cayendo del cielo en la noche del 6 de junio de 1944), su arquitectura rural, los restos del Muro Atlántico alemán y sus múltiples Museos y Cementerios de Guerra…todo ello es una lección permanente de la Historia de Europa y de humildad y responsabilidad para las nuevas generaciones que en ella vivimos y trabajamos.
En Normandía nos alojamos cerca de la pequeña Ciudad medieval de Bayeux, uno de los centros políticos y culturales de Normandía. La misma tuvo la fortuna de no sufrir las destrucciones que arrasaron buena parte del paisaje normando, entre junio y agosto de 1944, al ser tomada por las fuerzas británicas el mismo día del Desembarco.
Bayeux cuenta con una preciosa y gigantesca Catedral gótica y el Museo del célebre Tapiz normando de Bayeux, de más de 70 metros de longitud y en el que sus bordados relatan la Conquista de Inglaterra por el Duque Guillermo en el año 1066…
Además de su casco antiguo, la Ciudad custodia a sus afueras, uno de los Cementerios de Guerra británicos para sus Soldados caídos durante la sangrienta Campaña de Normandía.
Junto al Cementerio de Bayeux se sitúa el Museo Militar del Día D. Un Museo moderno y una maravilla para el que quiera conocer y aprender más sobre la II Guerra Mundial y sobre los hechos del Desembarco. Camino del Museo vimos por toda la ciudad y las carreteras que llevaban a ella multitud de vehículo militares de época con docenas de recreadores históricos subidos a ellos, vestidos y equipados como los soldados aliados que el 6 de Junio iniciaron el asalto a la “Fortaleza Europa”. En muchas localidades se celebraban fiestas de conmemoración y se acogía, y se homenajeaba, a los veteranos de muchas naciones que lucharon en los verdes campos del bocage normando.
En todas estas conmemoraciones destaca todo lo referido a los Estados Unidos y a su Ejército y Soldados, olvidando que en el Desembarco del 6 de junio de 1944 lucharon, fueron heridos y murieron, también, miles de soldados británicos, canadienses, irlandeses e incluso, algunos pocos franceses de la Francia Libre del General De Gaulle.
Sin embargo, el cine, y excelentes series de televisión como “Hermanos de Sangre”, han hecho siempre que todo lo norteamericano prevalezca con protagonismo sobre la historia y el recuerdo del resto de países aliados en el relato de la Campaña de Normandía y de la Liberación de Francia en el verano de 1944; Hollywood, el Imperio de turno y el dinero mandan siempre en la Historia.
Recuerdo que visitando aquel día el Museo Militar de Bayeux nos cruzamos con un solitario anciano veterano británico del Día D. Era un hombre delgado y pequeño, elegante en su traje azul marino (el que suelen llevar en estas celebraciones, a manera de uniforme, todos los veteranos británicos de la Segunda Guerra Mundial), con sus medallas prendidas en la chaqueta, su boina militar con la insignia de su regimiento, el cabello y el bigote ya blancos… El hombre se nos quedó mirando entre sonriente y pensativo a través de los lentes de sus gafas… David, el que mejor habla inglés de nosotros se puso a charlar con él amigablemente. Cuando el veterano británico se enteró de que éramos españoles se sorprendió aún más, y al ver que de los cuatro, tres llevábamos el uniforme británico (David e Isauro vestían de paracaidistas británicos, y yo iba de comando francés del Ejército británico) se puso más contento aún, y nos dijo, sonriendo con buen humor inglés, apuntándonos con el dedo, algo así como…
« You do very well to dress in those uniforms.
It wasn’t just Americans who saved the world »
Hacéis muy bien en llevar esos uniformes
¡No solo los norteamericanos salvaron al Mundo!
Nos reímos con el viejo Soldado británico; con mucho respeto y admiración por su persona y por lo que representaba. Nos despedimos de él poniéndonos firmes, saludándole y estrechando su mano (no todos los días conoces a alguien que luchó en Normandía 60 años antes….)…
Tras acabar la visita en el Museo nos acercamos al Cementerio británico de Bayeux. Muy distinto de los Cementerios españoles, aquel camposanto militar era un jardín, con un césped cuidado e inmaculado. En él, alineadas como en el patio de un cuartel había cientos de lápidas blancas, con sus cruces grabadas, de Soldados británicos, canadienses e irlandeses; todas lucían al suave sol de Normandía, en silencio…
Solo las inscripciones hablaban de quienes reposaban bajo ellas. Nombres, grados militares, edad, fecha de su muerte en acción de guerra, escudo de su regimiento… aparecían en cada lápida blanca. Igualmente, todas tenían un pequeño verso elegido por la familia del Soldado caído… (comprobé que muchos Soldados eran muy jóvenes y apenas llegaban a los 20 años); versos de esposas a sus maridos caídos, de padres a su hijo, de hermanas, de novias, de hermanos…
La casualidad me llevó ante el epitafio a un joven Soldado que me conmovió; epitafio escrito por sus padres y hermanas a un joven británico que nunca regresó de Francia…
« Always, every day,
in silence,
We remember you »
Siempre, cada día
en silencio.
Te recordamos.
Y entonces entendí aún más lo que el viejo soldado nos había dicho en el Museo, y todo aquello que había leído en los libros de Historia sobre que la Democracia, la Justicia y la Paz no son gratuitas, que cada cierto tiempo hay que luchar por ellas pues el mal y los malos (los nacionalistas, los imperialistas, los fanáticos, los racistas y los amantes de las dictaduras…) siempre prevalecen y se reproducen; que muchas personas dieron sus vidas, su juventud y su salud por derrotar a los malos de su momento… para que nosotros hoy disfrutemos de la Europa de Libertades en que vivimos…
La Historia sirve para recordarlo, y nunca olvidarlo
Arsenio García Fuertes
Doctor en Historia Contemporánea.
Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.
Una vez más agradezco a don Arsenio su investigación, conocimiento y conocimiento.
Su pasión por la Historia en general y por la Contemporánea es de agradecer.
Su artículo, además de informativo, goza de la emoción, de la descripción y de valorar la libertad con pasión.
En estos tiempos confusos es un aire fresco para la LIBERTAD.
Gracias por ello, sigue así, que muchos te seguimos y leemos.