Hace unos días se celebró el patrón de los periodistas, ahora llamados comunicadores, San Francisco de Sales. Otros temas me habían retrasado esta vez la alusión a nuestra profesión. En primer lugar, tenemos más de un millar de licenciados que salen al mercado laboral cada año, cuando en realidad apenas se ofertan una docena de puestos de trabajo. Luego, es una vocación con altas posibilidades de no ejercerla en realidad, con todo lo que conlleva de frustración personal. Además, uno de cada tres periodistas, en realidad no lo son. Son asimilados a este gremio por vías diversas y que han aprendido las técnicas y los modos pero sin la pertinente formación universitaria. De estos «asimilados», por supuesto alguno realiza su función con notable destreza, pero se confunden roles como busto parlante, presentador, tertuliano o especialista en alguna cuestión, comercial o publicista o, simplemente, ocupa de un puesto de trabajo que no le corresponde. Le ley lo permite, y la mano de obra sobra. Conclusión, precariedad laboral como pocas.
Además, la revolución digital tampoco ayuda. Los hay que donde hay una brecha del conocimiento de la función periodística, ven oportunidades para otros puestos de trabajo como manejar las redes sociales de empresas o instituciones, escribir news letters para clientes o trabajadores de la sociedad donde trabaje, arrimarse a conocer técnicas de posicionamiento de las webs, SEO, por lo tanto de los medios, y así muchas nuevas profesiones más. Dentro de esta brecha tecnológica se fagocita la caída de los clásicos medios de comunicación en formatos en retirada. Lo técnico se valora más que la formación humanística que, sin embargo, es al final necesaria para no caer en continuos errores de falta de ética periodística o de profundidad en el producto. Falta, en definitiva; algo tan simple como humanidad ante el culto sagrado a la dictadura de las tecnologías de la información. Las redacciones han perdido peso frente a la sección comercial o la técnica. Y hablando de la publicidad, en clara caída por la crisis económica, Covid y abundancia de medios, el director, delegado o editor se vuelve el primer comercial de la casa. Todo por la pasta. Y así nos va.
para ABC