Durante muchos años la cifra de habitantes de Castilla y León ha sido el de dos millones y medio de personas. Sin embargo, desde hace poco tiempo se ha perdido ese redondeo del medio millón a la baja. León y Zamora tienen “la culpa”, si es que se puede achacar a los propios ciudadanos el mal de la despoblación. En un desayuno informativo el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, ha defendido que la economía de la Comunidad está bien posicionada de cara a la recuperación. Ya durante la pandemia, ha recordado, se mantuvieron los datos del PIB y de déficit por debajo de la media nacional y ahora la Comunidad está cerca de lograr el hito histórico del millón de ocupados.
Así puestos, podemos afirmar que 1.400.000 castellano y leoneses son clases pasivas que viven gracias a la contribución de un millón que trabaja. Tenemos que abrir los ojos para comprobar que caminamos lentamente a una preocupante Comunidad donde la mayoría será pensionista. Sí, una autonomía donde el rol de jubilado será el predominante, con todo lo que conlleva de Estado de Bienestar necesario para mantener unos servicios públicos básicos de primer nivel. Los niños, ya son una especie en extinción en los cientos de pueblos de nuestra Comunidad. Tan sólo basta con acercarse a una localidad y comprobar quién y cuántos viven allí. El médico, la escuela y la iglesia es una santa trinidad de la que ya cada vez menos pueden disfrutar. Ahí es donde hay que poner las líneas rojas de cara a la política contra la despoblación y donde el resto de España, a la que tanto hemos contribuido en siglos, se muestre más generosa con nosotros. Cataluña y Vascongadas son los adolescentes de un Estado en el que Castilla y León hace de abuelo bondadoso.
El presidente de la Junta reclama la gestión de los prometidos fondos europeos y un reparto entre comunidades autónomas con criterios que perjudican a Castilla y León. La gestión de la pandemia ha servido para que las autonomías tomen la iniciativa ante un Gobierno lento, dubitativo y pensando sólo en el mantenimiento de la coalición maldita con los enemigos de la propia España.
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