La ciudad de Ponferrada en general y los que de una u otra forma siguen la actualidad informativa del Ayuntamiento y política local guardan grandes esperanzas para este “tripartito” de gobierno. Tan sólo con lograr que la administración municipal vuelva a funcionar sin tensiones, conflictos y guerras que trascendían de los muros del Consistorio ya será toda una victoria.
Olegario Ramón, el hombre tranquilo -aparentemente- se ha equivocado con la primer medida más mediática de los primeros días, esto es, los sueldos. El alcalde de la quinta ciudad más grande de Castilla y León necesita y reclama una dedicación exclusiva al cien por cien los 365 días al año. Nadie lo duda y nunca se vio bien eso de medias jornadas o unas horas al día. A la postre, todos los que han pasado por el sillón de alcalde se han dado cuenta de la envergadura del barco que necesita un capitán a tiempo completo.
Otra cosa distinta es el resto de la tripulación. Ahí ya todo es cuestionable. Que haya tres partidos políticos en coalición, que las responsabilidades sean de más o menos tiempo personal…Todo es posible, pero la raya roja se ha traspasado. Esa frontera la marcaba el incremento del gasto. Casi un 30 por ciento más en sueldos para nuestros concejales. Una medida que es muy errónea, de mala praxis en la comunicación de este nuevo equipo, un mal consejo, gasolina para la crítica fácil y, en definitiva, un grave error. El primero de bulto de nuestro nuevo alcalde. De nada sirve la simbólica rebaja de los mil euros con respecto a la anterior alcaldesa pues prorrateados en 14 pagas resulta una merma ridícula.
Con la ciudad más pendiente del fútbol que de la política, aún así este tema está siendo la comidilla en todas las conversaciones y sería prudente y de gran inteligencia no perder ese contacto directo con la realidad, con otras opiniones fuera del gabinete de Alcaldía, con ciudadanos, medios y opinión pública en general que aupó a la postre, al PSOE al gobierno de Ponferrada.