Un deseo para el nuevo año

Aceptemos el juego de estas fechas. Pidamos un deseo. Ya pasó el sorteo de Navidad y Papá Noel, pero faltan los Reyes. Si hablamos de deseos personales ya se sabe lo de salud, trabajo, vivienda, pareja… Pero si hablamos de los colectivos, solo con echar un vistazo a las encuestas está claro: que los políticos dejen de ser el principal problema del país. Como deseo es muy encomiable, pero parece poco probable que se cumpla. Como casi todas las buenas aspiraciones de inicio de año. Incluso puede empeorar. Veamos.


Las investigaciones judiciales que rodean al presidente del Gobierno seguirán avanzando, luego la sensación de acoso se agravará y Pedro Sánchez se sentirá más impelido a utilizar su poder contra jueces, medios de comunicación y grupos de oposición. ¿De verdad un presidente del Gobierno puede decir sin inmutarse que respalda “aún más” al fiscal general del Estado que ha borrado del móvil sus comunicaciones cuando están sometidas a una investigación judicial?


¿Elecciones?

Puigdemont ha vuelto, no físicamente, pero está más presente que nunca. Todas las semanas se le ocurre una manera de levantar el dedo y pedir al Gobierno algo. Pedir, no amenazar, ya que lo que menos le interesa –de momento– es que caiga Pedro Sánchez. Por este lado no parece probable que se adelanten las elecciones, pero se hablará mucho de ello. Uno de los primeros asuntos que están en la lista de negociaciones es la reducción de la jornada laboral. ¿Es creíble que se reduzca el año que viene a 37 horas y media a la semana en las empresas?

La actitud de Puigdemont dependerá mucho de qué decida el Tribunal Constitucional con la aplicación de la amnistía. Aunque todavía faltará que lo vea el tribunal europeo. Esa decisión también condicionará la recién estrenada colaboración parlamentaria entre Junts y el PP, saludada por los pragmáticos y mirada con más que mosqueo por los esencialistas. Será interesante ver hasta dónde llega o si se interrumpe.



De prórroga en prórroga

De unas elecciones a otras. Vox tendrá que evaluar hasta dónde aprieta las tuercas al PP dejándolo en minoría en Castilla y León, en Baleares o en cualquiera de las otras comunidades y ayuntamientos que necesitan aprobar todavía los presupuestos para 2025. El Partido Popular puede plantearse entonces adelantar las elecciones. Una decisión arriesgada, como ya han comprobado: lo que llaman “hacerse un Mañueco”, el anterior adelanto electoral en Castilla y León que le salió caro a su presidente. Sobre todo cuando la polarización ha vuelto a alimentar al partido de Santiago Abascal. La tentación es mayor en las comunidades donde los socialistas están descabezados y Pedro Sánchez está mandando ahora a sus ministros para que lo intenten. Menudo regalo envenenado para Óscar López (Madrid), Diana Morant (Com. Valenciana), Pilar Alegría (Aragón), Ángel Víctor Torres (Canarias) y faltan por resolver otras como Andalucía o Castilla y León. Parece más probable que este año se vuelva a llevar la prórroga de los anteriores presupuestos en todas las administraciones gobernadas por un ejecutivo que no tenga mayoría absoluta. El otro factor que hay que introducir en el bombo es el impacto de la dana en Valencia: ¿La reconstrucción, si es que se hace medio bien, resucitará al presidente Mazón o es un muerto viviente político sin remedio? ¿Las críticas por la desastrosa actuación de las administraciones ante la riada tendrán impacto más allá de la comunidad?

Franco

Este año que viene traerá otro motivo para cebar esas encendidas polémicas tan del gusto de Vox, del Gobierno y de las redes sociales: 50 aniversario de la muerte de Franco, con el Gobierno dispuesto a explicar todos los días lo malo que era y lo peligrosos que son sus herederos, es decir, las derechas, tan ultras ellas. ¿Quién se apunta a la sucesión de actos conmemorativos de la supuesta “España en libertad” –así lo llama el Gobierno–  o quién mira para otro lado? Supuesta porque Franco murió en la cama cuando su cuerpo y el “equipo médico habitual” no pudieron hacer nada más para prolongarle la vida y lo de la libertad todavía tardó un poco: primeras elecciones en 1977 y Constitución el año siguiente. Al primero que Sánchez ha puesto en el brete es al rey: si no va al acto inaugural del cincuentenario los “vigilantes de la democracia” tendrán otra excusa para desacreditarlo; si va, se colocará en uno de los bandos que algunos pretender revivir constantemente, es decir, perderá la neutralidad política que debe caracterizar al jefe del Estado. Pero, ¿por qué lo ha invitado si sabía que ese día Felipe VI tenía una cita obligada, la ceremonia de entrega de cartas credenciales de los nuevos embajadores?

¿Qué se espera de 2025?

Con este ambiente no es extraño que solo el 27 % de los españoles piensa que seremos más tolerantes en 2025. Es uno de los resultados de la encuesta Predictions 2025 Report de Ipsos. Algunos más.

Una gran mayoría piensa que subirán los impuestos y los precios, llegarán más inmigrantes, habrá menos empleo por la IA, se filtrarán sus datos en Internet y subirán las temperaturas junto con el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos. Son muchos menos los que piensan que se restringirá el uso de las redes sociales a los menores o que se implantará la semana laboral de cuatro días. Significativo el porcentaje de los que dicen que habrá más restricciones al tráfico de coches y medidas para reducir las emisiones contaminantes. Y confirmando esa mezcla de optimismo personal y pesimismo colectivo dos tercios piensan que 2025 será para ellos mejor año que 2024. El mismo porcentaje que dice que este año ha sido malo para España.

Todo con permiso de las ínfulas de Trump y sus amigos, del resultado de las elecciones en Alemania o de las dudas de Francia, de las presiones de Marruecos y de lo que se les pueda ocurrir a algunos otros prohombres que ya han demostrado que mejor cuanto más lejos estén, tipo Putin o Netanyahu.

Que haya suerte.

 

Ángel M. Alonso Jarrín

@AngelM_ALONSO

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