Un debate con horizonte electoral

El debate sobre el estado de la región se presenta, a todas luces, muy resbaladizo para sus protagonistas principales. Nunca, la influencia del acontecer nacional e internacional habían influido tanto en nuestra particularidad interior. En el exterior, la amenaza de los aranceles estadounidenses a nuestros productos del sector primario preocupan, y mucho, a un sector importante de la economía de Castilla y León. Si el Gobierno nacional no toma medidas, las vamos a tener que tomar nosotros, pues nuestra autonomía, con ciertos pequeños polos industriales muy localizados, es una región eminentemente agrícola y ganadera.

 

Sin entrar en otros pormenores, la progresiva militarización es una demanda que también solicitábamos a gritos en una extensión tan grande de territorio con unos puntales en el plan defensivo que habían estado abandonados a su suerte en la mayoría de las legislaturas que han precedido a esta etapa de cambio de concienciación que debemos realizar a todos los niveles, empezando por el político y terminando por el ciudadano de cualquier población de Castilla y León. Sin Defensa estamos in-defensos. Algunos no quieren leer la historia y se niegan a aceptar la realidad con un buen rollismo pacifista que esconde una gran incultura e insensatez. En Castilla y León queremos a nuestros militares y somos personas abiertas a la convivencia con cuarteles, soldados y su actividad.

 

Lo curioso es que nuestro presidente, Alfonso Fernández Mañueco, debate con portavoces de grupos que mucho nos tememos tienen los días contados. Empezando por el socialista Luis Tudanca, pasando por el gruñón de Igea cuyo partido ya ni existe, leonesistas y neocomunistas aparte. Por ello Mañueco puede hablar como estadista. Los temas de actualidad lo imponen. Pero tampoco le debe ser difícil el cara a cara con los portavoces pues, aunque ellos salen a buscar su minuto de gloria, él es un líder sólido, de presente y de inmediato futuro. Eso da aplomo y confianza.

 

Por último, desde el punto de vista de la mercadotecnia. El presidente ha mejorado su discurso. Su tono se ha elevado y, además de abundante artillería en forma de documentación para sus argumentos, va cogiendo una frescura que engancha. La defensa de lo propio ante la postración ante los independentistas da una contundencia en el debate difícil de rebatir. Vox sigue por libre. Así solo cabe esperar.

ABC

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