Tirios y troyanos

Las cosas en la capital del Bierzo no pueden estar más interesantes desde el punto de vista informativo y más preocupantes desde el punto de vista de la armonía y convivencia. Por un lado tenemos a nuestra clase política a nivel local echando literalmente un pulso por acción y causa de los dineros, esto es los presupuestos anuales. Además de los que se oponen a todo, será que por eso están en la oposición; se encuentran los grupos que sí pero no, esto es, que arman mucho ruido y luego se trata de unas pocas nueces. Saben que su propia existencia y papel se lo exige. Y por supuesto, los que siendo a priori contrarios son los más pragmáticos y están sacando petróleo de esta legislatura que camina a su ecuador. Y los que gobiernan, a lidiar con todos y cada uno de ellos por aquello de la mayoría no absoluta.

Pero no queda ahí la cosa, no. Atiendes al mensaje de unos que afirman con vehemencia no sentirse llamados, ni informados de nada, para a renglón seguido replicarles con nombres, fechas y horas que todo lo contrario. Y además, los días pasan, las semanas transcurren y los meses vuelan con asuntos en los que hay que tomar decisiones y avanzar. Decisiones importantes como ejecución de sentencias de basuras y jardines, de sueldos del gobierno anterior, licitar el servicio de autobuses urbanos…y así hasta pequeños trámites del día a día que con siete más dos ediles se concentra el trabajo, aunque algunos se vayan de vacaciones en medio de un temporal -climatológico, no sean malos-

 QUINITO

Y qué decir del cambio sociológico y urbano que está experimentando la ciudad. Por cuestiones que no vienen al caso, conocemos el Plan de Dinamización del casco histórico de Vitoria, todo un ejemplo de revitalización de edificios de singularidad arquitectónica, calles donde el comercio y el ocio ha vuelto, así como plazas donde ya no sólo hay un grupo de jubilados sino también la chiquillería jugando al balón. Ponferrada no es la capital alavesa del entonces alcalde y luego ministro Alfonso Alonso, pero se enfrenta a una bajada de población como toda Castilla y León por efectos de la natalidad y la crisis económica que aquí se agrava por la minería, las centrales térmicas cuestionadas y las industrias que desaparecieron en estos últimos años.

Que La Rosaleda era el sueño de una Ponferrada que ya no existe nadie lo niega. La especulación tan salvaje terminó. Pero que el Ayuntamiento tiene ante sí un nuevo barrio a medio culminar también es otra realidad con la que nadie puede lanzar los trastos a la cabeza al actual equipo de gobierno. Es más, en la asignatura Sociología Urbana, que existe, no nos la inventamos, serviría de claro ejemplo donde matrimonios jóvenes con hijos se han desplazado a esa zona de la ciudad y ello, a su vez, lleva consigo una actividad de ocio y de servicios cada vez mayor. Si a ello le añades el gran imán que ejerce el centro comercial El Rosal tenemos un resultado claro de que nuestra querida localidad está trasladando su vida hacia allá. Otra cosa es la que llamamos «milla de oro» en la parte alta, desde la plaza de La Encina hasta la rotonda del cine, que componen la parte más activa y viva de lo que llamamos «la parte de arriba» en sentido coloquial.

Pero, ¿y las bolsas del centro? Zonas como la preciosa avenida Pérez Colino, la propia plaza del exalcalde e ingeniero vasco Julio Lazúrtegui, eje simbólico de la ciudad, o incluso las tradicionales avenidas de España, República Argentina, Camino de Santiago, plaza Fernando Miranda…y sus aledaños. 

Todos tienen razón. Hay que defender el comercio local, el que paga impuestos en casa, el que soporta una presión fiscal del 45 por ciento del dinero que mueve, esto es, recaudador para el Estado a tiempo completo y hay que facilitar la apertura de nuevos negocios en la ciudad, que generen empleo y riqueza. No somos matemáticos ni economistas, pero el Ayuntamiento lleva tiempo con el Banco de locales comerciales para ayudar a abaratar los altos precios que a un emprendedor se le exige como alquiler. Se debe llegar a un acuerdo que agrade a todas las partes por el bien y el futuro de Ponferrada, que está por encima de visiones individuales y, sobre todo, no caer en poner palos a la rueda de la inercia que marcan los tiempos. En todas las urbes siempre ha habido crecimiento, expansiones, movimiento poblacional hacia un punto u otro, ir contra los tiempos es tarea de locos…o de titanes. Pero el Ayuntamiento tiene que poner también su énfasis en no dejar al albur de la economía a un buen número de empresarios y comerciantes que viven, trabajan y pagan aquí. Y todo ello, dando gusto a todos que suele ser la forma de no dejar contento nadie.