Ponferrada, a 25 de mayo de 2021.
Sucedió por mayo: la luna crecía y Pentecostés menguaba, mientras tú, Cristóbal Halffter, recibías los Santos Sacramentos y la bendición apostólica. Vecinos, autoridades, foráneos y medios de comunicación acudimos con tristeza al funeral. Había una orquesta, órgano y hasta un coro parroquial. El silencio atronador se hizo presente y se apoderó de cada uno de los rincones de la resplandeciente Colegiata de Villafranca del Bierzo. Antes de que el señor Obispo pronunciara el responso, los coros celestiales ya se habían engalanado con sus ropas brillantes; suspirando al unísono por ti. Entre todos ellos había uno muy especial: Sergio. Le encantaba la buena música, seguro que estará aplaudiendo efusivamente al verte atravesar el umbral de la eternidad. Ese ángel fue un niño antes de subir al cielo: un accidente inesperado… Disfrutaba con los conciertos que le ponía para dormir mientras lo paseaba en brazos. No me atreví a llevarte los poemas que versaban sobre tan dura prueba; no quería entristecerte con ello. Aunque aliviaste mi penar, de otra forma, sin saberlo: dedicaste una bellísima composición a otro ángel; se llamaba Gabriel. El «Llanto por Pescaíto» era la pieza musical. ¡Qué grandeza! ¡Qué generosidad la tuya!
Durante la misa de réquiem me vino a la memoria aquel momento: Marita y tú me recibisteis amablemente, hace ya algunos años, en una acogedora estancia de vuestro castillo. Ocurrió gracias a la inestimable ayuda de María José Cordero; ella hizo las presentaciones. Fue una tarde tan espléndida como inolvidable. Mientras merendábamos, yo iba describiendo una iniciativa que rondaba en mi cabeza desde mi época como agente de desarrollo. Os expliqué cómo, a mediados del siglo pasado, Alemania nos compraba la mayor parte del mineral de hierro que se extraía de nuestros cotos mineros Wagner y Vivaldi. Lo que trataba de volver a poner sobre la mesa, era la posibilidad de retomar aquella excelente relación de antaño, para tender un nuevo y maravilloso puente multisectorial entre nuestros frondosos valles y las flamantes comarcas del norte de Europa. Retomar los lazos de unión entre los descendientes de las explotaciones mineras del Bierzo, y los nietos y tataranietos de nuestros principales consumidores de entonces. Creía, y aún lo sigo haciendo, que esa era una buena oportunidad para enriquecer nuestro ámbito cultural; el momento de fomentar el turismo de calidad. Pensé que era la hora de rendir un homenaje permanente a las personas vinculadas a la minería del carbón y del hierro. Vislumbré una idea que consistía en restaurar una escombrera situada estratégicamente, y después transformarla en un espacio escénico polivalente: en Berlín hay un «Teatro del Bosque» (Waldbühne), que puede servir de modelo. Y entonces se haría realidad el sueño…: Festiwagner, Festivaldi, Resplandor en la Mina, Cotos de Música, Festihalffter…
Muchas gracias por tu ejemplo, maestro. Nos dejas unas creaciones llenas de Música y luz, de inteligencia y sensibilidad. Un espejo de compromiso, solidaridad, empatía, respeto… Unas obras que ahondan en el ser humano. Descansa en paz.
Mi más sentido pésame a la familia.
Gregorio Esteban Lobato