Soberbia y poder

A lo largo de 40 años de carrera, 30 de forma profesional, uno por oficio llega a conocer a medio mundo. De todos los personajes hay el que se repite bajo los mismos esquemas y con finales de recorrido semejantes. Los supuestos triunfadores con poder temporal y el manejo que hacen de él. Suelen ser periodistas que creen son el ejemplo y necesitan tunearse de falso triunfo, empresarios que narran siempre el haberse hecho a sí mismos, o los más, políticos con cargos temporales que como un tic contagioso se transforman de la noche a la mañana.

He vivido algunos cambios de gobierno regionales en ésta y otra Comunidad autónoma, también docenas de diputados, senadores y alcaldes. El sueldo, el coche, la secretaria…En cuanto a los alcaldes, se podría redactar todo un catálogo de transformaciones del poder y le llegada de soberbia donde antes te encontrabas casi a un amigo tertuliano.

 

La soberbia de verse con poder es una expresión que refleja cómo el poder puede transformar la percepción que una persona tiene de sí misma y de los demás. Cuando alguien alcanza una posición de poder, ya sea político, social o económico, puede sentirse superior a los demás. Esta soberbia o arrogancia puede manifestarse en una actitud de desprecio hacia los que están en posiciones inferiores, una sobreestimación de sus propias capacidades o decisiones, y una falta de empatía o consideración por las consecuencias de sus acciones.

Aquel consejero de Presidencia, capo de toda una provincia durante décadas, que por excesos de los hijos se descubrió toda la trama y ahora me cuentan anda por las calles gritando que lo quieren matar con el sentido el hombre ya perdido. Quien lo ha visto y quién lo ve. O aquella desenfrenada carrera para hacer huecos en el organigrama de los gobiernos regionales para albergar grandes nombres de la política y el gobierno nacional caído en desgracia, o sea a la oposición. Alcaldes que se ponen estatuas, placas inaugurales o de repente se vuelven ausentes de la realidad de la calle y entran en su bucle artificial. Ese de Camponaraya, hala lo digo, que encargó una bara de alcalde en plata inscrito su nombre y que luego quedó allí para el recuerdo absurdo de su nefasto paso por la Alcaldía. Aquellas modas de contar con una PDA, con un vehículo oficial mejor, de otro color, el despacho más grande que el de al lado y memeces así.

El poder tiene la capacidad de corromper, y cuando no se maneja con humildad y responsabilidad, puede llevar a comportamientos autodestructivos tanto para el individuo como para los que están a su alrededor. La frase, soberbia y poder sugiere una advertencia sobre los peligros de dejarse llevar por el ego y la vanidad cuando se obtiene poder, recordando la importancia de mantener la humildad y la autoconciencia. Es por ello por lo que uno, como ciertos animales prehistóricos ahora de pequeños tamaños, el periodista ya cuenta los años por legislaturas mimetizándose con los relatos y vivencias que tocan experimentar en este oficio de contar lo que pasa e intentar hacer un poco mejor nuestra sociedad. Algunos nos lo ponen difícil, dicho sea de paso. Se habla mucho pero se escucha poco.

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