Renfe se apea

Muy poco a poco, a la chita callando, a veces con anuncios de tan sólo una temporalidad transitoria, pero lo cierto es que se está llevando a cabo una desaparición de la comunicación ferroviaria en la franja norte de España, y en especial, en el cuadrante noroeste.

El Ave, ese primo de zumosol, llegó a León, pero ahí se quedó y a veces se sustituye por alvias o trenes rápidos que camuflen la triste realidad. El Ave queda abandonado hacia el oeste hasta Orense. El mítico tren Coruña-Irún, Galicia-Barcelona, uno y otro dejaron hace tiempo de funcionar. Si usted saca billete, puede que le avise o no la web oficial de que tendrá que hacer trasbordos que antes no se hacían. ¿Se imaginan el trastorno de viajeros del País Vasco hacia acá? Apenas unos cuantos artículos periodísticos de quejas de usuarios, de avisos a ciudadanos y de defunción más o menos formal.

Ahora son dos las causas que aluden en Renfe, a saber, la poca clientela por el covid-19 y la paulatina pérdida de población que hace inviable el mantenimiento del servicio.

¿Pero no quedamos en que hay que invertir en la España vaciada para frenar ese proceso mortal? La unión a los puertos de Gijón, de Vigo, de Coruña con el noroeste simplemente envejece o ha muerto ya. El tren rápido de mercancías y viajeros entre León y Orense, pasando por poblaciones vitales como Astorga, Ponferrada, O Barco, Monforte y demás se quedan con el nudo gordiano del Manzanal que impide todo progreso o mejora. En los listados de inversión europeos bien cabrían obras así para el oeste de esta nación.

Y ahora nos hablan del 5G, de la segunda fase de la revolución digital. Un paso más hacia la globalización y a la vez la individualización de servicios, útiles y desarrollos. ¿Pero se han fijado en la orografía de estas nueve grandes provincias y media? La sombra digital es otro lastre que sólo fueron palabras en la legislatura pasada. Otro difícil reto para todas las instituciones. Y van…

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