Purga en el comunismo oculto

No sé de qué se asombran los analistas y comentaristas de la actualidad política y social española ante las formas y maneras -malas- de despedirse exdoña Irene Montero y Juana Belarra. La casilla de salida estaba más que indicada en todo el proceso de depuración, al más estilo soviético, vivido en las entrañas del comunismo disfrazado español. Una vez que el macho alfa, Pablito Iglesias, una vez vio que no podía llegar a más que vicepresidente de un Gobierno de componendas y remaches se piró dejando el chalet de Galapagar, a la parienta con los niños incluidos, no vaya a ser le restaran tiempo para seguir haciendo la revolución por las redes sociales, su productora de dudosa financiación y su puesto de profesor sin plaza en la Complutense madrileña, donde, por cierto, no sacó el huequín y se encargaron en Ciencias Políticas, territorio comanche, de buscarle algún acomodo contractual.

Yolanda Díaz, la de las sonrisas y los piquitos con Kent, juega a ser la Barbie del Gobierno, pero bajo el terciopelo de bazar chino y el raso barateiro  subyace el puño de hierro tan característico de las purgas stalinianas que tanto saben hacer los comunistas de nuevo cuño. En el juego de la silla han perdido las dos personas que han preferido marcharse sin educación -no la tienen- y dando un portazo contra Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, los nuevos Kent y Barbie del papel couché monclovita.

Y mientras el socialcomunismo gobierna España ante el asombro de media Europa, la cosa en la ultraizquierda augura la desaparición de Izquierda Unida, Podemos y demás grupúsculos. La partida la ganó Sumar a base de restar y por ese camino llegará a la representación simbólica que refleje la realidad social de nuestra nación. Comunistas siempre los hubo y habrá, pero que lo de Marx y Lenin es ya historia y filosofía lo saben de sobra los pueblos de Rusia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, China…

Otro día comentaremos lo de los ministros de Castilla y León en el nuevo Ejecutivo. Seguro, seguro, que nos van a traer muchas inversiones, como mínimo para su amada Comunidad tendrán que inyectar para que les empecemos a creer 15.000 millones de euros a mayores. ¿O es que Cataluña es más que nuestra región? Que nos lo expliquen.

ABC