A propósito del Hotel Madrid

De todo cuanto se ha publicado estos días del Hotel Madrid, noticia de cierre que adelantó este periódico, nos quedamos con el grato recuerdo de los años 50 y 60 en plena eclosión del cosmopolitismo ponferradino. Cierto es que el dinero, el vil metal, atrajo a muchas gentes a trabajar a la zona, pero también no es menos cierto que esos nuevos ponferradinos y bercianos necesitaban diversión y entretenimiento que encontraron con el paso de la ciudad de artistas, famosos y ambiente de cierto derroche en general. Esos años en que se ganó el apelativo de «ciudad del dólar».

Pero para la intrahistoria local, la ponferradina. El hotel Madrid era la referencia de establecimiento moderno frente a hostales y pensiones tan honestas como conocidas pero inferiores en tamaño y calidad. Fue el Hotel Temple el que cogió el testigo varias décadas después. El Hotel Madrid estuvo regentado en régimen de alquiler por una conocida familia de la ciudad, fue su época dorada. Ubicado además en la arteria principal que unía las dos partes de la urbe y donde el tráfico rodado y el peatonal era prácticamente contínuo por la Avenida José Antonio y luego de La Puebla en tiempos del PSOE de Celso Gavela.

Hotel Madrid. / QUINITO

 

En régimen de cooperativa algunos trabajadores han mantenido abierto el histórico establecimiento. Pero las modas han cambiado en cuando a la celebración de bodas, por ejemplo, con lugares espaciosos, jardines y demás. La falta de aparcamiento propio, las nuevas demandas del servicio de habitaciones…O, por citar un elemento más, el presentar una fachada trasera afeada y poco atractiva cuando podría reconvertirse en zona de ocio o nueva entrada más espectacular.

Desconocemos si no se puede realizar obras, si no se quiere por parte de la propiedad, si no existe dinero para ello o, simplemente, que el mercado no daba para más. Lo cierto es que una Ponferrada del siglo XX, Casa Cubelos, Telefónica, Villarejo, Bodelón, Hotel Madrid…Ha desaparecido para siempre. Pero la historia de la capital del Bierzo y de sus vecinos no termina. Y al igual que hubo un tiempo para un lugar, tenemos que pensar que son otros tiempos, otras formas y quizás otros lugares, pero jamás que es el fin. El pesimismo solo trae consigo más retroceso. El emprendimiento, el trabajo y la ilusión no termina aquí.