¿Por qué el solsticio de invierno no coincide con el inicio oficial del año?

Sobre esta cuestión ya he hablado y escrito en mas de una ocasión; pero siempre hay algún matiz que añadir y además el insistir y recopilar datos anteriores no está nunca de sobra.

Como persona que desde hace décadas he estudiado los relojes y calendarios solares, me sigue sorprendiendo el hecho de que en un cuadrante solar la fecha del uno de enero nada, absolutamente nada tenga de singular. Si lo tienen otras 4 que son las de los solsticios y los equinoccios. En el parque solar de Castropodame y en el de Bembibre esta realidad se aprecia nítidamente. Son tan grandes que se aprecian hasta en Google. Adjunto una imagen del de Bembibre. Es evidente que lo lógico (a primera vista) sería que el año se iniciase por ejemplo el día del solsticio de invierno y no el 1 de enero. Se ha llegado a esta situación, aparentemente ilógica, por una larga serie de casualidades y circunstancias que expondré. Puntualizo, no obstante, que tratar de averiguar sucesos acaecidos hace siglos es siempre arriesgado. En internet y en las bibliotecas hay infinidad de informaciones que a menudo son de dudosa fiabilidad.

Desde el 10 de diciembre al uno de enero, la traza del sol por el firmamento es tan igual que a simple vista se tiene la sensación de que el sol está haciendo día tras día el mismo recorrido. Es como si apenas se moviese (en lo referente a la altura) durante varios días. En estas fechas sale y se oculta siempre muy escorado al sur y aparentemente por los mismos lugares del horizonte. Además, al llegar el mediodía solar verdadero (hacia la una y media en hora oficial) está tan bajo sobre el horizonte que propicia la existencia de zonas en las que en todo el día no luce el sol, aunque no haya nube alguna.

Hace unos 20 siglos, los antiguos ya sabían que en los últimos días de lo que aún es el mes de diciembre había unos días en los que el sol parecía estar quieto o parado. La palabra solsticio alude según dicen los expertos en latín a esta situación. Todo esto es fácil de entender si acudimos a conocimientos básicos y elementales de astronomía. Aquellos que hace más de medio siglo ya se explicaban en las escuelas de los pueblos más diminutos de España. Evidentemente, se puede hacer (yo lo he hecho infinidad de veces) un análisis matemático mucho más riguroso y a partir del mismo empezar a soltar una gran cantidad de cifras que aburrirían a la inmensa mayoría de los lectores.  No lo haré, pero…una pequeña muestra no está mal.

Para un punto ubicado a una latitud de 42,5º N (en el Bierzo ), forzosamente ha de ocurrir que en el mediodía solar verdadero y en el instante del solsticio de invierno (tomo como declinación solar de 23,5º); el sol ha de estar a una altura de exactamente 24º. Para quien quiera pensar un poco es el resultado de sumar 42,5 y 23,5 y después restar 90º del resultado de la suma. En los diez días que preceden y suceden al solsticio de invierno, la variación en altura del sol al mediodía solar verdadero es de sólo medio grado a efectos prácticos. Es decir oscila entre 24,5º y 24º. El diámetro del disco solar es a efectos prácticos de justamente medio grado. Si consideramos no el disco solar entero, sino sólo un rayo luminoso que parta del centro del sol, la longitud de las sombras a mediodía solar verdadero oscilará para un objeto de una altura de 3 metros entre 6,74 y 6,58 metros, es decir 16 centímetros. En otros instantes esa oscilación es mayor (ver de nuevo imagen adjunta). Son estos datos que he comprobado infinidad de veces y que se reflejan por ejemplo en el Parque Solar Didáctico de Castropodame y también en el de Bembibre. En definitiva, que en los últimos 20 días del año, el sol parece estar quieto o parado.

La razón por la que esto es necesariamente así hay que buscarla en unas nociones muy básicas y elementales de astronomía. Vamos, acudiendo a las viejas enciclopedias de la escuela del pueblo, que se estudiaban cuidando de las vacas en muchos pueblos del Bierzo. Los romanos ya sabían que el sol estaba durante varios días “parado” y luego remontaba haciendo que los días durasen más. Celebraban esa remontada del sol con una serie de fiestas que debían durar varios días. Sabían también que aproximadamente el 25 de diciembre empezaba ya a subir. La fecha y, dentro de la fecha, el instante exacto es muy difícil de determinar, incluso utilizando instrumentos de topografía adecuados. En el año 45 antes de Jesucristo, Julio César, que ya debía estar bastante bien informado, supo que el año no dura ni 365, ni 366 días, sino 365 y un cuarto (se suponía entonces). Si se quería pues hacer coincidir el fin e inicio del año con el solsticio de invierno, como al parecer se pretendió, ello era un problema. Es obvio. Si un año ese instante ocurría a las cero horas, el siguiente sería a las 6, el siguiente a las 12, el siguiente a las 6, pero de la tarde…. En fin, un lío. Si se adoptaba (como se adoptó) la práctica de terminar el año 6 horas antes de lo debido y luego añadir un día cada 4 años (año bisiesto) también era un lío. Basta preguntar a quienes celebran su cumpleaños el 29 de febrero. En definitiva, que ese cuarto de día era un serio obstáculo para hacer coincidir la fecha (día), del inicio del año con la del solsticio de invierno.

Además, al parecer la vida digamos normal (sesiones del Senado entre otras), se retomaba tras los días de fiesta, en concreto el 1 de enero, y por ello también se debió considerar lógico empezar el año no el día 25 de diciembre (donde por entonces debía suceder a menudo el solsticio de invierno). Estas circunstancias, y en base a lo que yo conozco, debieron ser determinantes para que el inicio del año sea el 1 de enero en vez del día en que sucede el solsticio de invierno.

Julio César implantó un calendario (Calendario Juliano) que era ya tan perfecto que aún hoy en día se sigue utilizando a ciertos efectos. No obstante, con el paso de los siglos tuvieron lugar varios eventos que influyeron en el modo de contar el tiempo. Entre estos, y como es sabido, la enorme influencia del cristianismo en la vida de millones de personas durante siglos. Fue esta preponderancia de la doctrina cristiana en todos los ámbitos de la sociedad la que propició algunas reformas más, como por ejemplo el Calendario Gregoriano, que debe ser el más utilizado actualmente en todo el mundo. La intromisión de la Iglesia en estas cuestiones ha dado lugar a algunas situaciones más que son un tanto anómalas e incongruentes, como fijar el instante cero del calendario coincidiendo con la celebración del nacimiento de Jesucristo, pero este es ya otro tema en el que no entraré para no extender este texto. Además, la pregunta que da título a este artículo ya está contestada.

Más problemas

El instante del inicio/fin del año (cero horas, minutos y segundos del día uno de enero) no puede coincidir año tras con el del solsticio de invierno por motivos que seguramente hace ya más de 20 siglos Julio César y otros estudiosos de su tiempo conocían. Ese cuarto de día sobrante era el problema, un problema que con el paso de los siglos se comprobó que era ¡aún mayor!. Lo que “sobra” de 365 no son exactamente 6 horas si no sólo 5 horas, 45 minutos y 45 segundos (no hace falta afinar más). Esto supone que al intentar compensar cada cuatro años esos sobrantes estamos añadiendo 57 minutos de más. Al cabo de un siglo son unas 19 horas, es decir, redondeando, tres cuartos de día. Este nuevo problema ya se debía conocer en el año 325 (Concilio de Nicea). Casi cuatro siglos después de Julio César, ya era tiempo suficiente para comprobar que algo no iba bien.

La Iglesia sin embargo no se rindió, (faltaría más teniendo a Dios de su parte) y en el año 1582, cuando el desfase era ya de más de una semana, se llevó a cabo una reforma (Reforma Gregoriana) que ha sido tan bien lograda que desde entonces no ha sido preciso volver a tocar el calendario. Esa reforma, y al menos a cuatro siglos vista, consigue que el año oficial y el que podríamos llamar año real, no se vayan desfasando. El año 2000 fue bisiesto en base a lo dispuesto en la Reforma Gregoriana, dando lugar como aún muchos recordamos al conocido “Efecto 2000”.

No obstante, el ajuste del calendario oficial a la que podemos llamar duración real del año es un tema al margen de la coincidencia del inicio oficial del año y el solsticio de invierno. Éste, a pesar de la Reforma Gregoriana, se sigue alejando más y más del uno de enero debido al movimiento de precesión de la Tierra. Si en lugar de buscar la coincidencia con el solsticio de invierno eligiésemos el de verano o cualquiera de los equinoccios, el problema seguiría existiendo.

No obstante, hay que tener en cuenta que además de los instantes de los solsticios y los equinoccios hay otros dos instantes (al menos) singulares. Son aquellos en los que la distancia de nuestro planeta al sol es máxima y mínima. La distancia mínima de nuestro planeta al sol se alcanza (curiosamente) también en Navidad, entre los días 1 y 5 de enero, pero ese instante no es el mismo año tras año. Por tanto, tampoco nos sirve para referencia del origen del calendario. Mi amigo Luis Vadillo Sacristán, muy gran conocedor de todos estos temas, me ha comentado algunos detalles curiosos de lo que los astrónomos llaman analema, pero no hay en la misma razón alguna para indicar que el uno de enero sea fecha especial. Hay varias fechas e instantes singulares relacionadas con la analema, pero ninguna coincide con las cero horas, minutos y segundos del uno de enero. Así pues, mejor dejar de buscar.

 

Bembibre  4  de enero de 2024

2 comentarios en “¿Por qué el solsticio de invierno no coincide con el inicio oficial del año?

  1. «oscilará para un objeto de una altura de 3 metros entre 6,74 y 6,58 metros, es decir 16 centímetros» NO entiendo ¡¡Seguro que es por mi culpa pero ante un artículo tan interesante no me puedo quedar indiferente!! Gracias Sr. Melendez

    1. Me refiero a que desde el día del solsticio de INVIERNO hasta el día 1 de enero, la sombra de un poste VERTICAL de 3 metros de altura y al MEDIODIA SOLAR VERDADERO, se acorta pasando de ser de 6,74 m a sólo 6,58. El gran problema y disgusto para mi, es que lo hecho tanto en Bembibre (el de la imagen) como en Castropodame, que supuso un trabajo de meses o incluso años…está en el más absoluto de los olvidos y abandonos. La sociedad en general está a otros temas (fiestas y demás). Lo que si he hecho desde hace DECADAS es publicar numerosos artículos sobre el tema.Es lo que supongo que quedará en el futuro.
      Un saludo.

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