Por Pascua de Resurección…Una historia de coraje italiana de la Segunda Guerra Mundial

La valentía es ser el único que sabe que tienes miedo

(Franklin P. Jones, 1908 – 1980)

Emblema de las Décima Mas

Hace muchos años, cuando de bachiller en el Instituto Obispo Mérida de Astorga me dedicaba a pasar las tardes leyendo (a veces cualquier cosa que considerara interesante antes que las lecturas obligatorias que nos mandaban nuestros profesores… novelas o libros de historia), recuerdo que me llamó la atención un episodio de la IIª Guerra Mundial.

Hablamos de una pequeña historia de valor y de superación, de cómo unos pocos y más débiles logran vencer a enemigos más fuertes, hábiles y tan valientes como ellos. De aquella historia aprendí, también, que, cuando al final se pierde, es cuando hay que ser más valiente, más orgulloso y no dejarse abatir por el desánimo.

El Príncipe Negro, Junio Valero Borghese

Igualmente, aprendí con aquella historia que los hombres de guerra comulgan, solo una vez al año, en Semana Santa y por Pascua de Resurrección…

Sabido es que en junio de 1940, el Reino de Italia y su Regia Marina, gobernada Italia por la dictadura fascista de Benito Mussolini (más proclive a la violencia y represión contra buena parte de su pueblo y a la retórica hueca nacionalista e imperialista que a la posesión de un efectivo poder militar) siguiendo la estela oportunista de las victorias de Alemania al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, entraron en el conflicto.

Buzos italianos y Maiale

La historia nos cuenta que Italia (con unas fuerzas armadas superiores en número pero anticuadas y poco preparadas) comenzó a sufrir numerosas derrotas ante los británicos en el Mediterráneo y el norte de Africa. Hablamos del ataque nocturno de la aviación naval británica que desde sus portaviones hundió en el puerto de Tarento, dejando inutilizados, a tres acorazados italianos en la noche del 11 de noviembre de 1940. Poco después, la flamante, y aún poderosa Regia Marina, fue, de nuevo, sangrientamente batida por los británicos en la batalla nocturna del cabo Matapán del 29 de marzo de 1941, con el resultado de tres cruceros pesados hundidos, un acorazado dañado y más de 2.300 marinos italianos muertos.

Se constató así que la flota de guerra italiana, diseñada y entrenada para combatir (por sus trasnochados y conservadores almirantes) en grandes batallas de acorazados de la primera guerra mundial no servía para luchar en una nueva guerra en la que se necesitaba del radar, de la electrónica, del adiestramiento en combate nocturno y de la aviación naval embarcada en portaviones… todo aquello de lo que la Regia Marina carecía y si poseía la Royal Navy británica.

Buzo de combate italiano

Y fue aquí donde lo que nada había logrado en dos años de guerra la poderosa flota de superficie italiana con su flamante artillería naval, lo hizo una pequeña, y desdeñada, sección de la Regia Marina Italiana, sus buzos de combate, los “Uomini Gamma” de la Decima Flottiglia Mas… los primeros de la historia y pioneros de los que luego surgieron por imitación: las famosas fuerzas especiales de guerra naval como los Navy Seals norteamericanos, el SBS británico, o la FGNE española…

Sus orígenes vienen de la primera guerra mundial cuando, en noviembre de 1918, dos oficiales de la Regia Marina Italiana, Raffaele Paolucci y Raffaele Rossetti adaptaron un torpedo para tripularlo, montados en él, (apodado Mignatta, “Sanguijuela” en italiano) y entraron en el puerto de Pola (hoy Croacia). Allí hundieron al acorazado austrohúngaro SMS Viribus Unitis y al carguero Wien usando minas lapa submarinas adosadas al casco de las dos naves.

Los seis buzos italianos de Alejandría

En 1935 cuando la Italia fascista de Mussolini invadió Etiopía, el Reino Unido mostró su oposición enviando a gran parte de su flota al Mediterráneo. Ante esta demostración de superioridad naval aplastante, algunos jóvenes oficiales de la Regia Marina decidieron recuperar aquel tipo de guerra especial submarina para atacar a sus futuros enemigos en sus puertos.​

El oficial Teseo Tesei diseñó el primer torpedo humano operativo, llamado SLC (Siluro Lenta Corsa) también conocido jocosamente como “maile” -cerdo- por los comandos submarinos italianos por la dificultad de montarlo y conducirlo bajo el agua.

Los Uomini Gamma

El Capitán de Fragata Paolo Aloise fue el primer Comandante de la 1ª Flottiglia Mezzi d’Assalto (Primera Flotilla de Vehículos de Asalto), formada en 1939 como resultado de las investigaciones, desarrollo y esfuerzos de los Mayores Teseo Tesei y Elios Toschi del Cuerpo de Ingenieros Navales Italiano.

De esta manera, en diciembre de 1941, luego de las mencionadas derrotas navales ante los británicos, un solitario submarino nodriza italiano, el Scirè, al mando del célebre y hábil comandante naval italiano, Junio Valerio Borghese (llamado el Príncipe Negro por su linaje aristocrático y su firme adhesión al fascismo italiano que le hizo morir exiliado en Cádiz en 1974), se encaminó desde la Spezia hacia el puerto egipcio de Alejandría, sede de la invicta flota británica en el Mediterráneo. El Scirè portaba tres torpedos humanos con seis buzos de combate (Luigi Durand de la Penne y Emilio Bianchi, su segundo; Antonio Marceglia con Spartaco Schergat; y Vincenzo Martellotta con Mario Marino).

Luigi Durand de la Penne

Allí, en la noche del 19 de diciembre de 1941, el submarino italiano, a 15 metros de profundidad dejó partir a sus maiale a 2,1 km del puerto de Alejandría, uno de los más vigilados y fortificados del Mediterráneo. Los buzos de combate italianos aprovecharon la entrada en la base de tres destructores británicos (momento en el que los ingleses abrieron sus defensas y redes antisubmarinas) para penetrar en Alejandría bajo las naves británicas.

La pareja de buzos de la Penne y Bianchi tuvo problemas; el motor del maiale se averió  y los dos submarinistas tuvieron que empezar a arrastrarlo manualmente, con su pesada carga explosiva, bajo la quilla de un acorazado británico, el HMS Valiant. Antes de lograrlo a Bianchi le falló su máscara de oxígeno y tuvo que salir a la superficie dejando solo a de la Penne que, exhausto, logró finalmente colocar y activar la carga de relojería explosiva. Al salir a buscar a su compañero, que se hallaba malherido y con peligro de ahogarse, los centinelas británicos les vieron y fueron capturados.

Bajo el Valiant

Rápidamente los oficiales italianos (que llevaban sus uniformes debajo de sus equipos de buzos para no ser considerados como espías ni saboteadores) fueron interrogados por unos nerviosos oficiales británicos conscientes de que su gran navío podía sufrir una inminente voladura. Como los italianos guardaron silencio (revelando solamente sus nombres y graduación según dictamina aún hoy la Convención de Ginebra) los británicos lanzaron varios buzos al agua sin resultado, y desesperados, por tratar de hacerles revelar en que parte de la inmensa quilla del navío habían colocado la carga de demolición, el comandante del acorazado, sir Charles Eric Morgan, ordenó meter en la sentina del navío, bajo la línea de flotación, a los buzos italianos. Estos siguieron sin revelar el lugar de la explosión, aunque manifestaron al comandante británico que evacuara su barco rápidamente para tratar de salvar a la mayor parte de su tripulación porque la explosión era inminente.

El Comandante Morgan sabía bien que los buzos de combate de la Xª Mas no iban a hablar. Ocho meses antes, en una operación similar, otros seis buzos italianos al mando del teniente de navío Luigi Faggioni, a bordo de seis “barchinos” (pequeñísimas lanchas rápidas cargadas de explosivos y que se lanzaban contra los buques enemigos saltando el piloto en los últimos segundos), habían logrado hundir al crucero pesado York junto a un gran petrolero y dos buques mercantes más, llenos de equipo militar, en la bahía de Suda de la isla de Creta, aprovechando las sombras de la noche…

Acorazado HMS Valiant

Al ser capturados los buzos italianos, se cuenta que un sargento británico, mirando los cuatro buques en llamas en la noche de Suda les había dicho:

 

– Good work, isn´t it?

El Sciré

Los italianos fueron llevados al viejo castillo bizantino de Paleocastro; tras negarse a revelar nada de su misión salvo su nombre y graduación, los británicos les hicieron formar en el patio de la fortaleza ante un sombrío pelotón de fusilamiento con la esperanza de hacerlos hablar. Un oficial británico, con varias vendas en la mano para los ojos se les acercó y les preguntó si deseaban algo; los italianos, tan valientes como elegantes le dijeron que solo necesitaban agua y jabón para limpiarse el petróleo que les impregnaba.

 

– ¿No quieren un Cura? Les volvió a preguntar el oficial británico con sarcasmo.

Charles Eric Morgan

 

A lo que el Subteniente de navío Angelo Cabrini respondió con sorna al británico:

 

– Para Pascua. Al Cura lo querremos para Pascua, para poder comulgar…

Los Maiali al combate

Al final los británicos, viendo que los italianos no se amilanaban y consentían en ser ejecutados antes de revelar los detalles de la operación, pusieron fin a la tramoya y confesaron a los italianos que todo había sido una broma macabra.

 

Por todo aquello, ocho meses después en aquella noche en Alejandría, el comandante Morgan había decidido no perder el tiempo y recluir a los dos italianos en la sentina de su navío.

Subteniente de navío Ángelo Cabrini

Cuando finalmente la carga explotó, los dos buzos, con leves heridas, lograron alcanzar la cubierta. Desde ella, y mientras observaban como el acorazado Valiant embarcaba agua y se hundía hasta posarse en el fondo del puerto, de la Penne y Bianchi asistieron, al poco de comenzar las tres de la madrugada, al éxito de sus otros cuatro compañeros: el cercano acorazado HMS Queen Elizabeth y el gran petrolero noruego Sagona junto con el destructor HMS Jervis, amarrado a él, saltaban igualmente por los aires.

Los cuatro buques quedaron inutilizados durante largos meses. Todos los buzos italianos cayeron prisioneros no logrando regresar al submarino Scirè.

Ataque a la bahía de Suda

Alejandría fue la mayor victoria de la Regia Marina durante toda la guerra y la lograron no los miles de marinos de los acorazados y cruceros de combate italianos, sino solo seis buzos de combate.

Tras el armisticio del 8 de septiembre de 1943, cuando el rey de Italia depuso al dictador Mussolini y sacó a Italia de la guerra, de La Penne, de convicciones monárquicas, aceptó volver a combatir, ahora contra los alemanes y contra sus antiguos compañeros fascistas de la Decima Mas.

Siluro a Lenta Corsa (SLC) “Maiale”, Museo Sacrario delle Bandiere delle Forze Armate, Vittoriano, Rome, Italie

En mayo de 1945, al final de la guerra, de la Penne fue condecorado por el Gobierno italiano con la Medalla de Oro al valor Militar de la Regia Marina. Cuentan que el mismo Charles Morgan, ya con rango de Almirante, solicitó al mando italiano el poder ser él que impusiera la medalla a de la Penne en una ceremonia en Tarento; cosa que hizo.

Quien guste saber más de esta historia tiene la novela El Italiano de Arturo Pérez Reverte que relata los ataques de la Decima Flotigglia Mas a los británicos en Gibraltar desde la bahía de Algeciras.

Hace unos años, en una “larga” visita a Venecia de cuatro días, me escapé a su Museo Naval (un lugar sin turistas); allí en su vestíbulo, la Marina Italiana sigue mostrando con orgullo, para los que saben de historia, un maiale de aquellos que fueron tripulados en la Segunda Guerra Mundial por los hombres valientes de la Decima Fotigglia Mas…

 

“En la Guerra, Resolución.

En la Victoria, Magnanimidad.

En la Derrota, Altivez.

Y en la Paz… buena Voluntad”

Winston Churchill.

Arsenio García Fuertes

Doctor en Historia Contemporánea.

Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

Foro para el Estudio de la Historia Militar de España

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