Toda la semana se viene hablando como un eco fuerte que no decae por el paso del tiempo y la distancia sobre la encuesta de valoración de políticos en Castilla y León por la otrora cuestionada agencia Sigma Dos. Decimos cuestionada porque en los años 90 era para el Psoe de Felipe González lo que hoy es el CIS de Tezanos para Pedro Sánchez.
El caso es que Alfonso Fernández Mañueco es el único líder que aprueba su tarea e imagen en Castilla y León. Le sigue de cerca el nada aburrido vicepresidente Francisco Igea y así para abajo.
No sabemos si realmente este pseudoconfinamiento al que nos vemos sometidos en la comunidad está sirviendo de mucho. Las cifras del coronavirus siguen siendo muy altas e imposibles de aceptar en cuanto a contagiados y fallecidos. Pero desde luego algo había que hacer. La noticia de la vacuna para primeros de año ha supuesto un revulsivo en general, pero también una llamada a la prudencia y moderación por no querer saltarnos los pasos que un asunto de esta importancia representa.
Mientras tanto, casi una treintena de plazas médicas ofertadas se han quedado sin ocupar. Sobran plazas y faltan licenciados. Algo inaudito. Y casi 20 de ellas en las comarcas del Bierzo y Laciana, lo que ya de por sí dice bastante de las perspectivas de vida y mejora de estos ejemplos de la comunidad vaciada. Los niveles estadísticos de producción económica, censos y valoración ciudadana están cercanos a los peores del país como Teruel, alguna zona de Soria y parte de Zamora.
Como ven, los problemas no sólo se solucionan sino que se enquistan resistiendo como una mala pesadilla encima de las mesas de nuestros líderes políticos. Si existen píldoras de la felicidad, es el momento de ponerlas en el mercado. Eso sí, gratuitas y por la Seguridad Social. No cabreemos a los sindicatos que, por cierto, están desaparecidos del escenario político, económico y social de España. ¿Por qué será?
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