Política y políticas públicas no son lo mismo, los anglosajones lo tienen claro y les dan un nombre diferente: politics para la primera y policies para las segundas. Aquí lo confundimos todo. Y es que más allá del juego de poder y de las luchas entre partidos -y dentro de cada uno de ellos, las más ‘cruentas’- que es en lo que se ha convertido la política, nuestros gobernantes parecen olvidar demasiado a menudo que les elegimos para que solucionen los problemas de la sociedad, para que lideren esa aspiración colectiva a vivir en un mundo mejor. Y para eso están las políticas públicas, que abarcan todos los campos: sanidad, educación, deporte, juventud, movilidad, medio ambiente, urbanismo… para dar soluciones específicas a los problemas públicos.
Así, de un político se espera, como sabe cualquier estudiante de Ciencias Políticas -por cierto, ¿no creen que se debería profesionalizar la política?-, que, al menos, sepa formar una agenda en la que establezca cuáles son esos problemas públicos, los ordene por prioridad y busque soluciones conjugando viabilidad técnica (tengo estos recursos, estas alternativas, estos costes, etc.) con viabilidad social, para después implementarlas y, muy importante, evaluarlas.
Además de una planificación -las ocurrencias se pagan-, la acción política necesita también de diálogo y consenso, algo impensable en el ayuntamiento de Ponferrada, donde ha sido imposible que los concejales de los siete partidos que componen la corporación hayan sido capaces de sacar adelante ya no unos presupuestos -ya sabemos que no- sino simplemente unas inversiones necesarias para el municipio.
Tal vez el verdadero problema sea el dar por sentado que la prioridad de algunos ediles es solucionar los problemas generales, pues parece que están más centrados en su futuro político y en el de las siglas que representan. Y es que las elecciones municipales ya se otean en el horizonte. En ocasiones, nuestros políticos, lejos de buscar soluciones a problemas reales, quieren dar soluciones a problemas que ellos mismos crean en un intento de justificar las pretensiones, la mera existencia política, de cada uno o cada una.