La Junta Profomento de la Semana Santa de Astorga es toda una institución centenaria en la capital maragata. Viene a ser algo así como el Alto Mando de todo un ejército que lleva a cabo la Semana de Pasión y otros muchos actos derivados de esa imponente celebración con categoría nacional. Una de sus variadas actividades es el nombramiento de “Paparrón Mayor”. Se concede anualmente a personas o asociaciones que han destacado por su contribución a la buena marcha e imagen de la Semana Santa de Astorga.
En Astorga, paparrón se denomina lo que en otros lares es cofrade, papón, hermano, prioste, sayón, miembro, costalero, bracero… En una población de diez mil habitantes se puede afirmar que cinco mil, la mitad, participa de alguna manera activa en la Semana Santa astorgana. En pocos lugares de España, Castilla y León es uno, en los que la comunión entre la ciudadanía y su Semana de Pasión está tan imbricada. Astorga no sería Astorga sin su Semana Santa, como sin su Palacio de Gaudí, su Catedral, su Cuartel de Lanzacohetes, su cecina o su industria confitera con las mantecadas por bandera.
El hecho de ser cabeza de diócesis, la cuarta, se dice creada en la historia de España, ha sido fundamental para la importancia de sus imágenes, tradición de sus celebraciones y la calidad con que se cuidan todos los detalles de ese “catecismo” a través del arte, la devoción y la fe en comunión con el público asistente.
En esta misma columna y en otros medios, el periodista como miembro de la archicofradía de la Virgen de los Dolores de la parroquia de San Bartolomé de Astorga ha escrito largo y tendido. Y lo que nos queda por decir… Hoy aparcamos la política por un momento para felicitar a Raquel Rodríguez, presidenta de la Junta Profomento de la Semana Santa de Astorga por su buen hacer. Al igual que Elianés Herrero, presidenta de los Amigos de la Catedral. Personas desconocidas para el gran público del ruedo regional, pero autoridades en la materia donde la cultura, tradición y Fe se funden en una realidad que da vida a muchas de nuestras pequeñas poblaciones en número de habitantes, pero grandes en patrimonio e historia. No olvidemos que gracias a gentes así España imprime su carácter.