Osos, corzos y jabalíes

Este nuestro Gobierno, anda casando las cuentas generales del Estado,  a pesar de que organismos independientes le dicen nones a los presupuestos. Pero ya todo está pensado y hecho en clave electoral. Como por ejemplo, con fondos europeos para la transición energética, llenar los esqueletos de térmicas, museos de la energía, minas calavéricas y demás con obras de teatro postmodernas, conciertos, exposiciones… a repartir entre empresas de los afines. Como si con eso se combatiera el paro y la muerte económica de nuestras comarcas antiguas productoras de energía.

Se consagra el aislamiento por tierra, mar y aire, bueno mar, mar…no se tiene, de las provincias más subdesarrolladas de la Comunidad. En especial, de León, y mucho más concretamente, el oeste de la provincia, la más poblada. Disfruten de lo votado.

I

Y así se combate el efecto de la España vaciada, la que debería ser tenida más en cuenta, la autonomía que menos recibe junto a Ceuta y Melilla. Ahora que éstas ciudades son marroquíes porque nuestro amable vecino argumenta que sólo ya cuenta con fronteras marítimas hacia España. En esto que un oso de mediana edad se nos cuela en el debate mediático, arrasa en las redes sociales, esas que son medios donde la profesionalidad informativa escasea; y el oso ponferradino se acepta como animal de compañía en la ciudad del Sil, la del dólar, junto a familias de jabalíes se asoman a las calles en las noches de silencio y soledad. Son los nuevos habitantes de la España abandonada a su suerte, donde las fieras procrean protegidas y ocupan poco a poco el espacio del hombre. Y los hombres, pensionistas cada vez más, con boina o sin boina calada, asisten poco a poco al fin de localidades que en su día contaban con escuelas, con notarios, con bares y hasta con trabajo. Un bebé pasa a ser especie en extinción y un emprendedor un Quijote. A nadie le extrañe entonces que el propio consejero de Sanidad de Castilla y León reconozca que el Hospital del Bierzo y Laciana sea el de peores números en listas de espera y plazas de especialistas médicas por cubrir. Como dice un bibliotecario buen amigo del periodista: “había que hacer algo”.

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