Muy al contrario de lo que se pueda imaginar en un principio, la huelga de las basuras en Ponferrada ha resultado ser una victoria directa del alcalde, Olegario Ramón. El nuevo contrato entre el Ayuntamiento de Ponferrada y la empresa FCC no reconocía el Convenio anterior, razón principal a la que se aferró la empresa: “contrato nuevo, condiciones nuevas”, vinieron a decir simplificando bastante. En esta diatriba, el alcalde y por ende, el Consistorio, no estaba ligado contractualmente con la plantilla para respetar las condiciones anteriores. Y éste fue el gran quid de la cuestión. Si a eso le sumamos la división sindical, pues al final tan sólo la CGT era la que permanecía en huelga, descartada CCOO. La fuerza de los trabajadores en el pulso se debilitaba día tras día. Nada bueno para la opinión pública aportaban los actos de sabotaje con pequeños incendios y volcado de contenedores. Con mucho acierto, el alcalde de Ponferrada supo mantenerse al margen a pesar de que todo le hacía asumir el papel de árbitro entre trabajadores y concesionaria. Los servicios mínimos funcionaron y las molestias a los inocentes, la ciudadanía, eran relativamente pequeñas y poco llamativas. Y en esta guerra de desgaste, a pesar de los grandes titulares de algunos medios, también digitales escorados al sol que más calienta en cada momento, no se pudo con el pulso.
Si a todo ello le sumamos una Semana Santa con el cartel casi de completo en la hostelería y un tiempo primaveral que invitó a participar en los actos sacramentales; no es de extrañar que se batieran récords de visitas a los monumentos principales de la ciudad. Ahora, la normativa de terrazas, que se cumpla y no siga la ley de la selva en un colectivo muy sensible y de variopinto trato. Basta con pasear por nuestras calles y plazas. A ver si el alcalde y su equipo pueden con este otro toro sin dañar economías y aplicar la sensatez en la ocupación de espacios públicos.