Ya lo hace el 37 % y solo el 31 % tiene confianza en la información (Digital News Report España 2025). Aunque después bien que están todo el día con el móvil arriba y abajo. Lo de que no siga mucho la actualidad, ahora particularmente, es porque puede pensar que todas las señoras de la limpieza son como la Anaís de José Luis Ábalos, y eso podría traer consecuencias para la convivencia familiar (y para la cartera). O puede dejar de hablar por teléfono porque sospecha que le van a grabar y después va a aparecer la grabación en el peor momento. O puede creer que todos defraudan a Hacienda y por lo tanto está justificado hacer lo mismo, lo cual es peligroso porque a usted sí lo pillan. O puede dejar de solicitar cualquier cosa a la Administración porque, ya se sabe, si no hay comisión, no se saca nada. O si tiene una empresita, con usted y poco más, puede pensar que por qué no va a optar a concursos para hacer complicadas obras millonarias de túneles y puentes, aunque su objeto social sea la mera lectura de contadores.
Sin resuello
Por lo tanto está claramente contraindicado seguir la información de estos días. Y más a punto de comenzar el verano y con un poco de suerte las vacaciones. No conviene para nada alterarse en exceso siguiendo todo este trajín. Sale de casa por la mañana a trabajar con una lista de investigados y cuando vuelve por la noche resulta que hay otra tanda de grabaciones y ya han registrado no se sabe cuántas sedes. Y los que eran amigos y colegas de cambalaches resulta que ya no lo son y se acusan entre ellos. Escucha hablar de un informe de la traída y llevada UCO –la Guardia Civil de toda la vida, pero de paisano y a las órdenes de un juez– y resulta que hay otros tantos más esperando.
No se deje contagiar del nerviosismo de los políticos. Unos mordiéndose las uñas no sabiendo si van a ser los siguientes que aparecen en las grabaciones, vete tú a saber diciendo qué, y los otros con la misma ansiedad esperando más informes y más grabaciones jugosas. Ese estado de nerviosismo permanente no es sano. Mire la cara que se le ha puesto al presidente del Gobierno, y eso que lo maquillan antes de aparecer en público. Van a tener que incrementar otra vez la partida de maquillaje en la Moncloa. Sin tener presupuestos tendrán que hacer como en Defensa, sacarlo de otro sitio y decir que es para camuflaje.
Madrid, con el calor manchego propio de estas fechas, es un hervidero. Perdón por el símil fácil. ¿Qué grabación toca hoy? ¿Por qué registro van? ¿Cuánto le queda a Sánchez? Hasta la Conferencia Episcopal –¡los obispos!– se ha dejado llevar por el frenesí y ha pedido elecciones. Y falta que Ábalos, Koldo García y los demás pasen por el Supremo con las novedades. Falta ver qué le dice Trump y el resto de los socios de la OTAN a Pedro Sánchez por no poner más dinero. Falta que el Constitucional termine de marear con lo de la amnistía y el Gobierno con lo de la OPA del BBVA sobre el Sabadell. Falta… Mientras, Vox paga una ronda en el chiringuito con cada escaño que suma.
Es necesario que a la actualidad le aplique lo que un dramaturgo muy querido por la izquierda, Bertolt Brecht, llamaba el efecto de distanciamiento: no identificarse con los personajes, sino analizar de manera crítica lo que se muestra en el escenario. Por cierto, su obra más conocida, ‘La ópera de cuatro cuartos’, muestra la Alemania de hace un siglo, la decadente República de Weimar, a través del retrato de delincuentes, prostitutas, vividores y otros personajes marginales.
Sin periodismo no hay democracia
Distanciamiento sí. Análisis también, más que nunca. Pero, por favor, no haga caso del titular: es una mera provocación. Los medios están hasta el cuello, no saben si sobrevivirán entre tanta plataforma digital que les chupa sus contenidos y casi toda la publicidad, a lo que se suma ahora la inteligencia artificial. Los mismos periodistas a veces no hacen mucho por la estima de su trabajo, enzarzándose en la pelea general. Pero, como le sucede a la misma democracia como sistema de gobierno, no se ha inventado nada mejor para enterarse de lo que pasa, de lo que afecta a la vida de cada uno y a todos.
Puede mirar a ese desconocido que dice conocer el remedio definitivo para la calvicie o a esa muchacha –remilgada u hortera digital– que cuenta lo que no sabía sobre maquillaje; puede asombrarse del último avance contra el cáncer, el sobrepeso o el sudor de pies explicado atropelladamente por un fulano un tanto estrafalario que no deja de mirarle desde la pantalla; puede sorprenderse ante el último escándalo que precisamente solo conoce un menda que no se sabe de dónde sale… Usted es muy libre de entretenerse con lo que le parezca. Escuchar lo que uno quiere oír es ciertamente adictivo, sobre todo acompañado de aspavientos tremendistas. Pero para informarse, para saber cómo va el país, su ciudad, el mundo, para tener elementos de juicio a la hora de decidir el voto… para todo eso está el periodismo, los diarios, la radio o la televisión, vistos como antes o a través del móvil. Elija los medios informativos que le generen más confianza, los que le aporten datos, hechos, argumentos que pueda contrastar con otros y sacar sus propias conclusiones. De lo contrario esto no tiene muy buena pinta.
Ángel M. Alonso Jarrín
@AngelM_ALONSO