No alarmarse, solo de trata de seguridad

Pedro Sánchez, con el presumible auxilio estratégico de Rodríguez Zapatero, ha descubierto que hay mundo incluso más allá de donde llegó el Imperio hispánico. “El mundo es grande”, respondió cuando le preguntaron por su próximo viaje a China. Más allá de esa constatación geográfica no quiso entrar en detalles de la misión secreta que le deben haber encargado los líderes europeos: convencer a Xi Jinping de que intente persuadir a su aliado ruso para que demuestre a los europeos que no tienen nada que temer de su parte, que no amenaza a la Unión Europea, que para nada tiene intenciones expansionistas. Así ya no habría que rearmarse, que es un lío, una pasta y más con los pesados de los socios del Gobierno, que todavía están en el “No a la OTAN”, como si todavía existiera la Unión Soviética. Quizá confiando en el éxito de la misión en Pekín es por lo que no se sabe nada de cómo piensa rearmarse, perdón, incrementar su seguridad, España.

Suministros para tres días

Por si acaso habrá que reservar asiento en la tribuna del Congreso: cinco semanas después de las primeras reuniones de los líderes europeos para ver cómo afrontan el “nuevo escenario geopolítico” comparece Pedro Sánchez. Hay que estar atentos, no se le vaya a escapar algún detalle en medio de la refriega parlamentaria. Por ejemplo si los suministros de emergencia para tres días que hay que tener en casa por si hay crisis bélica o climática, como dice ahora la Unión Europea, se pueden comprar en un chino. Ni los más viejos del lugar recuerdan un debate sobre defensa en el pleno del Congreso.

Por cierto, aprovechando el viaje a China y puestos a pedir, igual también les reclama a los comunistas capitalistas (¿o es al revés?) chinos que no hundan la industria automovilística europea con sus coches eléctricos baratos.

Para cuando vuelva, allá por Semana Santa, todo el mundo estará deseoso de que cuente cómo le ha ido con el amigo Xi Jinping y lo acertado de ese giro prochino del Gobierno. Para que todo quede claro, como cuando lo de Marruecos y el Sáhara.

Usted pregunte que ya yo…

El presidente del Gobierno se permitió ser más didáctico cuando le preguntaron si convocaría elecciones al no poder aprobar tampoco este año los Presupuestos Generales del Estado. Condescendiente, respondió: “Por favor…”.

La contundencia de los argumentos de Pedro Sánchez evita que tras sus ruedas de prensa, aunque sean escasas, los periodistas se arremolinen en torno al presidente como lo hacen cada martes al terminar las ruedas de prensa explicativas del Consejo de Ministros. Los ministros, al entrar en más detalle sobre los asuntos tratados, provocan frecuentemente el desasosiego en los periodistas. En sus caras parece adivinarse cierta incredulidad y, sobre todo, reflejan el mal trago de tener que llamar a la redacción y contar lo que acaban de escuchar sin que se lo tomen como si estuvieran de broma.

Intereses

Juegos irónicos aparte, inmersos en la creación de comisiones de investigación de la oposición contra el Gobierno y del Gobierno contra la oposición, en presentar denuncias en los juzgados contra los del partido de enfrente, en crear empleos para los suyos, en responsabilizar a otros cuando sucede una catástrofe, en buscar ocurrencias para dejar en ridículo al oponente en las redes sociales es comprensible que no quede tiempo para arreglar lo de los trenes, los cauces de los ríos o los alquileres de la vivienda.

En su veterana columna del The New York Times se preguntaba Thomas L. Friedman si los intereses de Donald Trump coinciden con los de Estados Unidos. ¿Coinciden los intereses de Pedro Sánchez con los de España? Ítem más: visto a lo que se dedican mayormente, ¿coinciden los intereses de gran parte de los políticos con los de España?

Una cita más, en este caso aparentemente contraintuitiva. Thomas Carothers y Brendan Hartnett han estudiado los últimos casos más significativos de retroceso democrático. Entre ellos Hungría, Turquía, Brasil, El Salvador o Estados Unidos. Lo que han encontrado es que la causa de que lleguen al poder líderes autoritarios y populistas no es su éxito electoral ante el fracaso de los partidos democráticos a la hora de solucionar los problemas de la gente. Ponen el énfasis en las prácticas de esos dirigentes, que tienden a hacer lo contrario de lo que prometen y se aprovechan de las “debilidades” democráticas. Y sobre todo lo achacan a la falta de solidez e independencia de las instituciones para impedir esos excesos. Precisamente a lo que se dedican ese tipo de líderes es a socavarlas desde dentro cuando alcanzan el poder.

 

Ángel M. Alonso Jarrín

@AngelM_ALONSO

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