Ni tren, ni ruta, ni plata

El pasado mes de febrero, con el premonitorio título de ´Y a los 50 años resucitará, o no´, publique un artículo, en este mismo periódico digital, al conocerse la noticia de que el Consejo de Ministros de Transporte de la Unión Europea había vuelto a incluir el ferrocarril Ruta de la Plata en la red global de corredores ferroviarios y de transporte europeo. Como se desprende del propio titular, en el mentado artículo no trasladaba a mis lectores un entusiasmo desbordado, aunque sí un sentimiento de esperanza sobre la recuperación de esta importante infraestructura ferroviaria, clausurada en 1985, tras casi un siglo de existencia.

Y hoy vuelvo sobre el mismo tema, con otra reflexión escrita en la que el entusiasmo no es que no esté desbordado, es que ni siquiera está, lo mismo que la esperanza, que también se ha diluido tras conocerse la determinación del Gobierno de dejar la ejecución de este proyecto para cuando las gallinas, en lugar de plumas, puedan exhibir pelo en los gallineros. Si en su momento, los ministros de la Unión ya habían tenido que corregir el olvido del Gobierno español, ahora es el propio Gobierno el que se está aplicando, con su inacción, para que sean los propios ciudadanos de todo el occidente español los que se acaben olvidando del eje ferroviario.

Quiere esto decir que tanto el reciente encargo del estudio de viabilidad del proyecto como las movilizaciones que tuvieron lugar el pasado 4 de noviembre, con la participación de la plataforma del Corredor Oeste, ayuntamientos, asociaciones empresariales y colectivos ciudadanos, se han convertido en gestos inútiles o poco prácticos, toda vez que la rehabilitación del trazado, salvo la ocurrencia de algún hecho milagroso o mediación imprevista de un líder independentista catalán, se va a situar más allá de 2050, fecha en la que muchos estarán calvos y otros, incluso, en peor situación biológica, que la edad no perdona.

No se debe olvidar tampoco, por si todavía queda algún optimista entre nuestros conciudadanos, que el mayor esfuerzo inversor del nuevo Gobierno, como saben hasta los más tontos de la clase, no se va a centrar, en la nueva legislatura, en esta parte de la península ibérica donde nosotros vivimos, sino en la que está, justamente, por encima de la provincia de Burgos y la situada al este, un poco más allá de la Basílica del Pilar y de Los Monegros.

Como ya es público y notorio, la demostrada anti españolidad de los partidos independentistas vascos y catalanes, junto con su desmedida ambición han llevado al Gobierno a adquirir unos compromisos, con un coste económico desproporcionado, que va a impedir al Ejecutivo de Pedro Sánchez poder aprobar los Presupuestos de 2024 con un reparto justo, solidario y equitativo de las inversiones entre todas las Comunidades Autónomas, por mucho que la señora ministra de Hacienda trate de convencernos de lo contrario, con más vehemencia que rigor.

Y si al coste delirante de los compromisos de investidura se le añade el importe, no menos disparatado de los intereses de la deuda, que asciende a unos 40.000 millones de euros, ya podemos afirmar que la dotación de fondos en los próximos Presupuestos Generales del Estado para nuestro añorado corredor ferroviario Ruta de la Plata es algo tan improbable como la nominación del campo de la Eragudina como una de las 18 sedes que tendrá el próximo Mundial de Futbol de 2030.

Sin embargo, alguien, en un arranque de bienintencionada inocencia, podría pensar que el reciente nombramiento del vallisoletano Oscar Puente como ministro de Transportes y Movilidad Sostenible y de los grandes expresos europeos, podría ser un factor positivo a la hora de impulsar lo que podría ser el más inmediato futuro de nuestra demandada infraestructura ferroviaria. Pero para que tal cosa ocurra, el alcalde pucelano debería superar antes su hasta ahora escasa disposición a la hora de favorecer los intereses leoneses, un empeño que se antoja harto difícil teniendo en cuenta los antecedentes y, sobre todo, alguno de los enfrentamientos mantenidos con su compañero de partido, José Antonio Díez cuando ambos ocupaban las alcaldías de León y Valladolid, respectivamente.

Ya digo, o mucho cambian las cosas o al final, ni circulará el tren, ni se recuperará la ruta, ni veremos la plata por estas tierras pendientes de redención.

Ángel María Fidalgo

3 comentarios en “Ni tren, ni ruta, ni plata

  1. en numerosas ocasiones he manifestado mi animadversión a la ley electoral. En este caso, imaginemos 2 diputados leonesistas por león, uno por zamora y otro por salamanca. 4 diputados que habrían sido llave para gobernar con pp-vox y de paso dar el gustazo a españa de ver al impresentable sánchez descompuesto y convulsionando ante el inminente síndrome de abstinencia al acabársele su metadona de poder. En esas condiciones, no sólo nos harían la ola en el resto de españa, el tren lo tendríamos en menos de 10 años. Peeeero en nuestra antigua región leonesa votamos lo mismo una y otra vez, y ya ni nos quejamos. Porque esa es otra, nuestro carácter reivindicativo es más o menos similar al de una ameba. Votamos como el culo y encima nos quedamos en casa cada vez que nos dan un nuevo garrotazo desde nuestros grandes defensores y representantes, valladolid y madrid.

  2. De un ministro de Valladolid no hay que esperar nada, como funciona España, hay que rezar para que volvamos a tener ministro asturiano que se preocupe por El Musel; mientras tanto sólo se preocuparán de que Bilbao sea el único gran puerto del Cantábrico. Recordar a Santander para que le ha servido la autonomía uni provincial, mismas toneladas que hace 40 años con la mitad de operaciones.

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