Mujeres que hicieron historia en 1808

Más de un lector conocerá que dentro de mi formación como historiador me he dedicado al conocimiento de la Europa que va desde finales del Siglo XVIII a los comienzos del Siglo XIX, y en particular a todo lo relacionado directa, o indirectamente, con las Guerras Napoleónicas de las que nació el Liberalismo y buena parte del actual Mundo Occidental contemporáneo.

Unas grandes olvidadas de aquellos años fueron las mujeres. La herramienta principal de un historiador son los documentos escritos que se custodian en los archivos y bibliotecas de todo el mundo. En el caso de las mujeres, protagonistas, las más de las veces silenciadas en la historia y en la propia documentación oficial (menos en la documentación privada) es difícil rastrear y estudiar su papel en los hechos y sucesos de aquellos años dado que a nivel político, administrativo y económico, el peso de las decisiones y actuación política lo llevaban los hombres.

Aún así, siempre, y en los periodos de conflicto y guerra también, ellas, las mujeres fueron, y siguieron siéndolo durante generaciones, el verdadero sostén social, familiar y, muchas veces económico, que hicieron posible la historia tal y como la conocemos. Sus nombres y actuaciones casi nunca, o en muy contadas ocasiones, aparecen en los libros de Historia, ni en los discursos, proclamas o disposiciones políticas, judiciales, militares, administrativas o económicas que atesoran los archivos.

Fue precisamente en la Guerra de la Independencia (verdadera y sangrienta Revolución política y social de los Pueblos de España contra el invasor napoleónico)cuando se comenzaría a dar voz (echando fuertes raíces) a las mujeres españolas, algunas de las cuales llegarían (por su actuación social, y aún militar) a obtener reconocimientos de carácter extraordinario y pioneros en Europa en la concesión de distinciones, grados militares honoríficos y aún pensiones por parte del gobierno español en el primer tercio del siglo XIX.

Este fue el caso de la célebre Agustina de Aragón, esposa de un soldado y que a la muerte de su marido en el sitio de Zaragoza de 1809, ocupó su puesto manejando un cañón.

Hablamos también de María Consolación Azlor, Condesa de Bureta, que durante el asedio a la misma ciudad, creo el “Escuadrón de Amazonas”, “…formando por si misma baterías en la calle del Mercado, haciendo fuego a los franceses desde las rejas bajas de su casa con sus criados y unos religiosos a los que había recogido”.

Tenemos también a dos madrileñas, una mujer madura, Clara del Rey, que murió en la defensa del Parque de Monteleón el Dos de Mayo de 1808, junto a Daoiz y a Velarde, luchando en compañía de su marido y de sus tres hijos a los que había arrastrado y animado al combate, o de la joven Manuela Malasaña también muerta por los franceses aquel día y cuyo ejemplo causó tanta impresión que dio nombre al actual barrio madrileño donde se sitúa la Plaza de Monteleón.

Tenemos también a Manuela Troncoso y Lira, esposa y madre de soldado en el Sitio de Ciudad Rodrigo de 1810. Su marido era sargento y su hijo, un niño, tamborcillo del regimiento. Con ellos combatió en las murallas de la ciudad y a su capitulación, los franceses la trataron como lo que había sido, un militar más, llevándola prisionera a Francia en compañía de su esposo y de su hijo (acabada la guerra el Gobierno la recompensó con un grado militar y un sueldo).

Y llegados a Astorga el Archivo Histórico Municipal guarda la carta de una humilde astorgana, ya entrada en años y sumida en la pobreza, Lorenza Martínez, dirigida en 1815 al Rey Fernando VII. En ella Lorenza relata las penalidades de la pasada guerra, su patriotismo y la muerte en 1810 de su marido, Francisco Alvarez, maestro herrero que se había alistado en las compañías de tiradores escopeteros de la ciudad; en uno de los combates librados contra los franceses sobre el camino de San Justo, murió ”…perdió a éste, Señor, y todo lo perdió”.

Pasando a otra mujer, esta de alta cuna, tenemos a María Fernández de Córdoba, la Marquesa de Astorga en aquellos años. María fue una mujer culta; refugiada en Cádiz con su esposo, tradujo del francés y publicó allí en 1812 “De los Deberes y Derechos del Ciudadano” del abate Gabriel de Mably[1], obra de carácter liberal en apoyo a la nueva Constitución Española y a la que la Marquesa de Astorga añadió un prólogo redactado por ella misma, que no firmó.

Por nuestra parte, el trabajo paciente del historiador da, a veces, agradables sorpresas, que sacan del olvido nombres y hechos perdidos. En este caso que nos ocupa, hace cinco años, el que esto escribe pudo localizar una carta olvidada de un grupo de mujeres astorganas que, en los primeros días de la Guerra de la Independencia contra Napoleón, tomaron la pluma para animar a sus compañeras de sexo, y también a sus hombres, a no desfallecer en la larga guerra que daba comienzo. Esta carta ha permanecido perdida hasta la reciente edición facsímil en Galicia de varios periódicos locales que se editaron entre 1808 y 1814. En uno de ellos, El Diario de Santiago, fue publicada, en junio de 1808, una “Proclama de las Mujeres de Astorga a Fernando VII”.

En esta Proclama, varias astorganas (de apellidos que siguen hoy sonando en nuestra Ciudad) quisieron tener voz propia en los hechos trascendentales que daban principio en aquel agitado verano de 1808 del que, cuatro años después, nacería España como Nación. Guerra en la que Astorga y sus habitantes (también sus mujeres) recibirían el excepcional título de Beneméritos por las Cortes de Cádiz:

Astorga, 10 de junio de 1808

“A ejemplo de León, esta Ciudad de Astorga formó Junta Gubernativa, y proclamó luego a Fernando VII, y pasó a hacer el alistamiento con la mayor celeridad. Ya salieron para la Capital dos grandes partidas de alistados. Entre otras providencias que esta Junta tomó para los grandes fines que se propone en su armamento, ha sido abrir una suscripción voluntaria, nombrando para su mejor logro cuatro Señoras, y cuatro Caballeros. Las Señoras dirigieron con este motivo la Proclama siguiente:

VIVA FERNANDO VII

La Junta de alistamiento de esta Ciudad ha acordado una suscripción voluntaria para los gastos de la presente guerra, y ha querido llamar a ella a todos los hombres y mujeres de todo el Pueblo, nombrando cuatro personas de cada sexo, para que la ejecuten sin demora alguna.

Las que hemos recibido este honor, deseamos desempeñar la comisión con el fruto correspondiente a esta confianza, y para ello no dudamos de que todo nuestro sexo apurará todos sus recursos, en la inteligencia de que si la fortaleza para seguir las fatigas de la guerra es característica de los hombres, la diligencia y esmero en aprontar socorros para el Ejército, y la compasión y cariño en acudir con remedios y alivios a los heridos y cansados, son muy propias y peculiares de las mujeres. Hemos visto salir de esta Ciudad para la capital nuestros más lucidos Jóvenes

¿Y quién de nosotras podrá decir que no derramó lágrimas de ternura al verles caminar con tanta alegría y contento?

Estas lágrimas que sirven de desahogo a nuestro corazón, han dado ánimo y esperanzas a los que por defendernos de la opresión de nuestros enemigos, y restablecer a nuestro amado Rey, van a prodigar su sangre, privándose de sus comodidades.

Privémonos nosotras de las nuestras; reformemos nuestro lujo y llenemos los fines de la suscripción.

María Rejón Sanjurjo, Juana Beltrán de Vedio, María García del Valle Izquierdo, Josefa Tomasa Herrero”

 

No en vano los españoles de 1808 eran hijos, esposos, padres y hermanos de tales mujeres, de las que trataron, igualmente, de ser dignos…

[1] Gabriel Bonot de Mably (Grenoble 1709 – París 1785), filósofo francés, crítico con la sociedad del Antiguo Régimen y precursor del socialismo utópico.

Arsenio García Fuertes

Doctor en Historia

Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

Foro para el Estudio de la Historia Militar de España.

Mujeres españolas siglo XIX
Mujeres astorganas en la guerra
Clara del Rey. Dionisio Álvarez Cueto
Agustina de Aragón. Fernando Dalmau

Astorganas en guerra

Un comentario en “Mujeres que hicieron historia en 1808

  1. Ánimo tú dedicación e investigación. En un mundo donde la mentira y la ineptitud política están campando, es de destacar una labor de investigación y difusión como la tuya. Probaste otras mieles, pero muy amargas resultaron y ahora ejerces doctorado propio y nos ilustras con tus investigaciones. Ánimo, felicitaciones por traernos a la luz el protagonismo de las verdaderas mujeres próceres, almas de la familias y sociedades.
    Sigue así Arsenio, que para falsos doctores y maléficos personajes, tienen sus púlpitos pagados.
    Un abrazo.

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