Supe de la existencia de Luis leyendo sus crónicas como corresponsal de ABC, antesala de lo que luego fue el desembarco de esta venerable cabecera en Valladolid y de cuya delegación, me consta, declinó estar al frente. Eran tiempos en que los políticos de Madrid seguían atentamente lo que pasaba en Castilla y León. La estela de José María Aznar y Miguel Ángel Rodríguez aún brillaba con el testigo recogido por Juan José Lucas y Luis Barcenilla, tras el interim de Jesús Posada.
Luis Jaramillo, “Jaramo”, “el tío Luis”, “Luisito”, prefirió seguir con el amor de su vida, la radio. Aquella que en Salamanca de sus estudios de Medicina y Cirujía le permitió conocer en Radio Popular y que nunca abandonara jamás de los jamases, aunque colaborase con una docena de medios más a lo largo de su dilatada y brillante carrera periodística. Tuve el placer de conocerle en el verano del 92 como primer becario de ABC CyL. Ya era todo un director regional de la cadena COPE y se movía como pez en el agua con amigos como Manolo Trapote o el propio Juan Delgado. Más tarde con Manuel Erice, Ignacio Fernández Sobrino… Dentro del periodismo de nuestra Comunidad, Luis Jaramillo contribuyó como nadie a conformar y narrar lo que en estas tierras acontecía. Su informativo o sus tertulias a media tarde marcaban pauta, estilo y docencia a una masa de parroquianos que sabían gracias a él y su equipo de qué iba la actualidad regional.
Pero no todo en él era comunicación, o sí, porque como buen Merlú con él anunciaba la Semana Santa de su Zamora natal allá por donde fuera, y por donde no iba también, gracias a su faceta de líder de miles de seguidores que lo llevamos con él en la emisora, en el ABC o en sus redes sociales. Premiado en numerosas ocasiones, pregonero de muchas plazas y semanas de pasión, Luis Jaramillo ha recibido esta semana en reconocimiento a toda una vida su Premio Cossío. Ganado en buena lid y con el consenso de toda la grey periodística sensata, seria y rigurosa. Virtudes que el premiado encarna y que da lustre a una profesión un tanto maldita por trileros de las audiencias o plumillas a sueldo. Feliz jubilación.