Aunque en el interior de las minas raramente se ven los rayos solares, un complejo cúmulo de circunstancias hicieron que hace más de 30 años, yo comenzase a interesarme por el tema de medir el paso del tiempo a partir del movimiento de las sombras. Lo lógico es que hubiese empezado a leer libros sobre relojes (y calendarios) solares, pero no lo hice y al final creo que fue un acierto. Es lo que se llama “escribir recto, con renglones torcidos”, Si hubiese estudiado libros de relojes de sol, me hubiese topado de entrada con el concepto del gnomon y su sombra que en esencia es una línea que como el parabrisa de un automóvil barre una superficie. Pero como “fui por libre” en vez de pensar en una línea pensé en la sombra de un punto, que moviéndose continuamente señalase las horas y las fechas. Esta es la clave.
Yo sabía (gracias a apuntes que tenía en la mina), que la hora que señalan los relojes que habitualmente se utilizan en cualquier país del mundo (hora oficial), es por norma general el tiempo universal (TU) ,incrementado o disminuido en un numero entero y exacto de horas. Yo sabía que con paciencia y muchos muchísimos cálculos, era posible ubicar en un suelo cualquiera (por ejemplo) un poste o similar y de tal modo que la sombra de su extremo superior al moverse señalase hora en TU y también fecha. Así pues se podría hacer un reloj de sol que señalase la hora oficial, es decir la que usamos a prácticamente todos los efectos, todos en la vida cotidiana . Por ello cuando empecé a leer algo sobre relojes de sol, me sorprendió comprobar que estos por norma general nunca o prácticamente nunca señalan hora oficial. El que yo pretendía construir en Castropodame y por el contrario si señalaría hora oficial. Es un asunto en mi opinión muy importante. Las personas, en general, desprecian los relojes de sol porque no señalan la hora oficial.
En una ocasión y hablando de este tema con alguien de una revista (de astronomía), que se publicaba en Barcelona por la Sociedad Astronómica de España y América, (otoño -invierno 1997-98), mi interlocutor me mostró su extrañeza, cuando le dije que el reloj de sol que yo estaba diseñando indicaba siempre hora oficial. Decía que ello no era posible y yo lo contrario. Tras esa conversación y yo aunque estaba seguro de no estar equivocado, me puse en contacto con un astrónomo profesional (el Dr. Pere Planesas Bigas) del Real Observatorio Astronómico de Madrid, el cual me confirmó que en efecto yo estaba en lo cierto.
Posteriormente y en infinidad de ocasiones pude comprobar que así es y también más detalles. Por ejemplo que el transcurso de sólo un minuto, es suficiente para ver a simple vista el paso del tiempo, mirando las sombras. Hay relojes de uso cotidiano que se desfasan varios minutos, más de uno sin duda y ese desfase se comprueba a simple vista y con toda nitidez en el reloj de sol que finalmente logré construir en el pueblo. Eran los últimos años del pasado siglo, cuando ya pude comprobarlo. De nuevo lo he vuelto a comprobar- una vez más- hace escasos día. De este modo el reloj de sol es capaz de competir en precisión (señalando hora oficial insisto), con otros relojes de uso cotidiano. Muchas personas ignoran esto y dicen que los relojes de sol “andan mal”. De nuevo la opinión mayoritaria de la sociedad es equivocada.
Así pues llega la hora de hacer una especie de recopilación de las ideas principales expuesta en estos 4 artículos. La primera es que respecto a los relojes de sol, a los diferentes tipos de horarios y a sus equivalencias hay un enorme “despiste” entre el público en general. Ello nos lleva a una consideración quizá aún más importante y es que el conocimiento científico, “ no es democrático”, aunque sea una expresión políticamente incorrecta. Eso de que “la mayoría es la que tiene siempre la razón”, no se cumple en el caso del conocimiento racional de nuestro mundo.
MAS DETALLES
A simple vista (observando el movimiento de las sombras) el margen de precisión es de más o menos un minuto, como he dicho, pero si observamos el movimiento del disco solar se pude afinar mucho más. Estimo que en este caso con sólo 5 segundos de observación ya es posible ver moverse el disco solar. Ello requiere eso si utilizar procedimientos más o menos complejos como la cámara oscura o un teodolito por ejemplo. Este es un asunto que pienso estudiar con calma, pero para hacer una publicación más especializada que estos artículos, de modo que sea merecedora de figurar en la “web” de la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol. Aquí se pide un nivel de conocimientos de cierta altura.
Hace ya muchos años, que estudié el problema que supone, que entre el sol total y la sombra total exista una zona de penumbra de límites imprecisos. Publiqué algo al respecto hace años en una revista (digital) especializada llamada “Carpe Diem” (año 2006, número 19). Asimismo estudié y tengo un antiguo apunte el problema de los desfases de los relojes de sol…si pretenden señalar hora oficial. Cada cuatro, cada cien y cada 400 años hay que ajustar el calendario que hoy usamos. A 400 años vista hay varios fenómenos que es preciso tener en cuenta, como el lento frenado de la rotación terrestre. En cualquier caso este tema es asimismo demasiado complejo para abordarlo ahora.
En cuanto a la señalización de las fechas, ocurre que no en todas las épocas del año estas se pueden indicar en un calendario solar con la misma precisión. Lo se desde hace décadas y es otro tema para analizar con mucho detalle, pero esto es salirnos del objetivo esencial de estos 4 artículo.
Para terminar hay que señalar que los relojes de sol son muy importantes como elementos didácticos, decorativos e incluso arquitectónicos. Asimismo son esenciales para comprender la evolución del conocimiento humano a lo largo de los siglos. Por ello se ha puesto recientemente en marcha una interesante iniciativa que pretende instaurar el “Día Mundial de los Relojes de Sol”. Otra cuestión es la importancia que la sociedad les quiera dar.
Bembibre 19 de abril de 2024// Rogelio Meléndez Tercero
Estupendo remate a tu serie de artículos. Como siempre, ameno y fácil de entender. Felicidades.