Un fino cable separa las vidas de Emmi y Leo, que se conocen por casualidad, y por casualidad caen en esa extraña y complicada relación llamada amor.
Dos mesas, dos ordenadores, y como en todas las buenas historias de amor, una confusión. Así comienza Contra el Viento del Norte. Emmi no desea recibir más la revista Like, y así trata de hacérselo saber, pero por un pequeño error, acaba enviándole el mensaje a un tal Leo Leike, el cual por cortesía, devuelve una pequeña respuesta. Y así poco a poco, el .com decide enfrentarse al frío viento del norte.
Una obra de teatro que cosecha éxitos de taquilla
Esta adaptación teatral del best seller Contra el viento del Norte, de Daniel Glattauer, ha arrasado en teatros de varios países, y aterrizó en el teatro Bergidum para, como poco, romper los esquemas de los románticos que aún apuestan por rosas y poemas de amor. En esta versión de 90 minutos, se muestra una explosiva combinación de diálogos bien pensados y estructurados, con un ritmo en ocasiones lento, cabría destacar sobre todo la escenografía y los efectos tanto sonoros como lumínicos, que acompañaban perfectamente la obra. Música clásica pero a la vez moderna, que contaba con piano y violoncello; imágenes digitales que mostraban los correos de la pareja principal; luces perfectamente ubicadas y calculadas para aparentar noches y días en segundos.
Por otro lado cabría destacar el atrezzo y el vestuario, que reafirmaban la realidad de los personajes; simple, pero acertado.
Tres actores ya consolidados en la pequeña pantalla
La compañía Tantaka Teatroa ofreció la noche del miércoles un espectáculo lleno de luces e imágenes digitales bien estructuradas y relacionadas. A las tablas del teatro Bergidum se subieron tres actores ya consolidados en televisión; Itziar Atienza como la espontánea y sorprendentemente insegura Emmi Rothner, Joseba Apaolaza como el rápido y perspicaz Leo Leike, y en un papel más corto, pero indudablemente decisivo, el veterano Pablo Viña como Bernhard, el atormentado marido de Emmi.
Los dos protagonistas manejan muy bien el peso de la trama, y entre alguna copa de vino, expresan con total claridad las fases del enamoramiento; como bien son el entontecimiento repentino, la tensión ante las noticias del otro, y como no, la necesidad de algo más.
Un guión fresco y original y un final inesperado.
Aunque bien es cierto que la obra podría haber resultado en ocasiones pesada, definitivamente, tenía ciertos momentos de intriga bastante cautivadores, que apelaban al corazón del espectador. El peso más importante dentro de la segunda mitad del espectáculo recaía sobre Bernhard, el marido dispuesto a todo por la simple posibilidad de amar a su mujer, un ser atormentado por el temor y bueno como solo la ficción permite ser.
Un amor a través de la red, un amor imposible, que lucha a cada paso contra el viento del norte.