A los hijos de Marx les molesta la Semana de la Moda de Ponferrada, la retransmisión de una procesión de Semana Santa desde Astorga para RTVE, que se destine más dinero de la Diputación a la Estación de Leitariegos o que se construya la autovía a Valdeorras. Los motivos son los de siempre: “se beneficia a unas empresas en perjuicio de otras, se apoya una religión y se difunde su mensaje, se invierte en deporte elitista o se irrumpe con obra pública donde habitan plantas y animales que hay que proteger por interés ecologista”. Tiene traca.
Los portavoces tienen muchas cabezas pero sólo un diminuto cuerpo, como las hidras de la literatura clásica griega. Lo mismo se llaman Partido Comunista de España, de los Trabajadores (el resto no trabajamos), Izquierda (des)Unida, Podemos, Sumar, Bloque, Ezquerra, Bildu-Eta, etc, etc, etc. Por fortuna, el socialismo europeo se transformó en socialdemocracia, y en España, los últimos en abandonar el marxismo de su ideología fue un PSOE moderno salido del Congreso de Suresnes 1974 con Felipe González como líder, Nicolás Redondo como apoyo principal y el abrazo al centroizquierda como resultado programático. El Partido Socialista en España también tuvo su Transición a la democracia como la historia demuestra.
Miren, Marx ha muerto hace mucho tiempo. Fue un gran teórico de Economía, Filósofo excepcional, cultureta de muy alta calidad de pensamiento y un símbolo de toda una época que ya felizmente pasó. Renegado del judaísmo, vividor a pensión completa de Engles y de sus mujeres, padrastro de sus propios hijos y un hombre que sólo vivía para leer, escribir, beber y “hacer el amor” por decirlo finamente.
Pero el marxismo, como el leninismo ya se han probado como modelo político y de administración estatal. Un desastre. Una dictadura de la alta dirección del partido monocolor, rojo, para más señas, donde el pueblo es saqueado de todo bien en aras a una propiedad pública privada y la producción se frena por carecer de incentivo en aras a un Estado de Bienestar donde nadie aporta y todo es subsidiario. Sin libertad de expresión, de pensamiento, de reunión y del menosprecio a los derechos humanos empezando por el derecho a la vida. El ser humano se convierte en ciudadano de número y el pensamiento disconforme en carne de presidio, gulag o exterminio inmediato.
El marxismo es hoy una corriente filosófica muy interesante, pero nada más. El resto es engañar con un Edén donde todo es de todos y nadie trabaja felizmente. La nueva religión, puede ser el estandarte de un pequeño sector de la población. Están en su derecho. Pero desde aquí seguiremos apoyando a diseñadoras modistas de élite con sello de Ponferrada y el Bierzo, a nuestros comerciantes en tiempos de recesión y crisis económica, a la Semana Santa de Astorga para que consiga su distinción internacional, a tener derecho a practicar deportes de nieve a menos de una hora de distancia enriqueciendo a la vez al Valle de Laciana o a unir a las comarcas ya de por sí hermanas por la naturaleza y la geografía, río Sil, calzadas romanas, Camino de Invierno, la pizarra, la cultura del vino o el habla particular gallega.
Aquí lo único comunista que se reconoce es la rebelión irmandiña contra señores feudales o revolución comunera de Bravo, Padilla y Maldonado. Stalin, Mao Tse Tun, Pol Pot…No nos sirven de modelos. La historia demuestra el error y el horror que causaron y que aún causan hoy los Maduro, Ortega, Putin, Kim Jong-Un y similares.
EDITORIAL