Como penitencia por las trifulcas de unos y la desidia de otros nos han castigado con una ofuscada Semana Santa pasada por agua. El personal ha regresado cabreado y habrá que ver lo que responde el 21A. Y el 12M. Y todos el 9J, a la vista de lo votado en el País Vasco y Cataluña, y de sus consecuencias. En Madrid y el resto de España nos vamos a pasar una temporada mirando a estas comunidades, como les gusta a los nacionalistas.
21A: un asunto generacional
En el País Vasco está todo claro: los independentistas no hablan de independencia para intentar ganar las elecciones. Merecería alguna reflexión que el partido heredero de la Batasuna etarra, EH Bildu, pueda ser el más votado, sobre todo por su empuje entre los jóvenes y antiguos abstencionistas. Si es así los independentistas ganarían cuando menos vascos se manifiestan partidarios de la independencia (22 % según el Sociómetro del Gobierno vasco). Doble prodigio de Bildu. Esa sería una novedad, la otra los candidatos: todos se estrenan. Y como sean ellos los que tienen que encandilar a los electores para que vayan a votar…
Todo el mundo está en que van a seguir gobernando los mismos: el PNV, más o menos debilitado, coaligado con los socialistas, los dos partidos con el electorado de mayor edad.
12M: ¿Puigdemont sigue decidiendo?
En Cataluña es un poco más complicado, incluso enrevesado. El partido mayoritario, los socialistas, tiene como adversarios a los partidos de los que depende Pedro Sánchez para seguir gobernando. Esos independentistas se maltratan entre ellos, pero solo podrán gobernar si se juntan o uno de los dos, ERC o Junts, pacta con los que dicen que no pactarán, el PSC. Y todos dejan protagonizar la campaña a un candidato huido que, sin tener ningún cargo en su partido, ha decidido la lista de candidatos excluyendo a sus compañeros para introducir independientes que le permitan decir que él, Puigdemont, y solo él, es la personificación de la independencia y los valores del país. Habrá que ver su campaña electoral desde Francia o por vídeo, si es que no decide volver para que lo detengan y así ya la tendrá hecha.
Y todo esto ¿por qué?
Pues porque Ada Colau, que perdió las elecciones municipales en Barcelona, se enfadó al no conseguir seguir en el gobierno de la ciudad y no facilitó la aprobación de sus presupuestos. Tampoco los de la comunidad, lo que provocó la convocatoria de elecciones anticipadas. En Cataluña llevan seis elecciones en los últimos 14 años. La tercera consecuencia es que tampoco habrá Presupuestos Generales del Estado al no estar asegurados los votos suficientes para aprobarlos. El partido de Colau es uno de los 15 que forman ese artefacto inmaterial llamado Sumar, por lo tanto forma parte de la coalición que gobierna y hasta tiene un ministro. Curiosa manera de hacer política. ¿Ocultan los acuerdos a los que llegan, ya que no son públicos, o es que en realidad no hay nada firmado y cada cual actúa como le conviene en cada momento a su líder?
Dato curioso. Las tres provincias vascas eligen 25 parlamentarios cada una, aunque tienen poblaciones muy distintas. Una de las cuatro provincias catalanas, Barcelona, elige 85 de los 135 miembros del Parlament.
9J: ¿cómo están los ánimos?
Tras estas dos votaciones en el País Vasco y Cataluña, cuando asomen las siguientes vacaciones, las elecciones europeas servirán para terminar de ver cómo están los ánimos de todos. Y también para comprobar si el Partido Popular y Sumar son capaces de insistir en empeorar durante una campaña las expectativas que les dan las encuestas.
Las europeas serán prácticamente un año después de las generales, aunque a Pedro Sánchez no le ha dado tiempo a nada, entre formar gobierno y tantas elecciones (antes que las vascas y catalanas fueron las gallegas, también anticipadas). No hay que olvidar que el año pasado, entre las elecciones locales y autonómicas y después las generales pasó lo mismo. En esta legislatura solo hay una excepción: han sacado adelante la ley de amnistía, aunque todavía tiene que dar varias vueltas.
Ahora será otro trimestre más con gentes a sueldo del público dedicadas a ver cómo arreglan lo suyo mientras se ponen pingando para excitar la reacción del personal y que vaya a votar a pesar de que los políticos y los partidos son uno de sus principales problemas, o eso responde en las encuestas. Entre unas cosas y otras hasta después del verano no se sabrá en qué situación queda el mapa general y si cabe a partir de entonces que se dediquen a alguna cosilla intrascendente, como reducir el déficit público o el de las pensiones, preparar unos presupuestos para el año que viene, la vivienda, acordar la renovación del Consejo General del Poder Judicial o la financiación de las comunidades –con años de retraso los dos asuntos–, aprovechar los fantasmagóricos fondos europeos… De la reforma de la educación mejor olvidarse y lo de la sequía, pues ya lo han solucionado las lluvias. En el Congreso prácticamente se les ve los miércoles para la refriega habitual y ya hasta la siguiente semana. Ahora añadirán las comisiones de investigación que no investigan nada, solo se echarán las mascarillas a la cara unos a otros. Esto les va a mantener muy ocupados, buscando cada día qué acusación puede ser más impactante en la televisión y, sobre todo, en las redes sociales.
El resultado de esta manera de funcionar la política española actual es que es imposible vislumbrar qué puede pasar en los próximos meses y cuál será la agenda.
Bueno, también nos espera la declaración de la renta. Pero esa es otra historia.
Ángel M. Alonso Jarrín
@AngelM_ALONSO