Lleunés por imperativo legal

El giro hacia las posturas leonesistas del alcalde socialista de León, José Antonio Díez, parece no tener fin. Ahora resulta que por mandato corporativo en el Ayuntamiento de la capital leonesa han impuesto una norma leonina, esto es, utilizar en cartelería, papelería y toda señalización local con la bipolar orden de hacerlo en español y en lleunés. ¿Pero qué lleunés?

 

Sabido es que para decir muchacho en leonés caben muchas acepciones: chaval, guaje, mocín, rapacín, munín…A ver si los sesudos asesores del alcalde se aclaran en qué forma de las diversas elevan esas expresiones habladas a la oficialidad local. Aclaramos que en el resto de señales, documentos y demás al ser competencias de otras administraciones públicas no se han podido aplicar el modismo lleunesista.

El lleunés está tan vivo como usted está leyendo este artículo de opinión. Cierto. Pero como patrimonio cultural que es debería reforzarse más la inversión de investigación lingüística en el ámbito universitario y por especialistas. De allí saldría un diccionario más o menos aceptable, que algunos ya hay, pero gramática como la española, y por ende, castellana, nada de nada.

 

A este paso caminamos, sólo en el ámbito de León ciudad, a la postura que en Euskadi se produjo cuando entre 45 euskeras diferentes el padre Barandiarain lideró que fuera el batúa como el más extendido y por tanto el elegido como oficial para esta comunidad autónoma.

 

No queda aquí el asunto. Esta misma semana, el candidato por UPL al Ayuntamiento de Ponferrada, Manuel Ferreiro, ha expresado la concepción que defiende el leonesismo en el Bierzo, “una provincia dentro de otra provincia que sea cabeza de la región y autonomía leonesa”. Oséase, como las matrioscas rusas, un Bierzo libre pero dependiendo de León y no de Valladolid. Se va acercando la cosa. Ahora queda por ver qué dicen los dos partidos bercianistas existentes que, históricamente, se han mostrado partidarios de una quinta provincia gallega. Nos topamos de nuevo con el lenguaje. En este extremo occidental de la provincia de León más de mil chicos estudian gallego y buena parte de la población más allá de Villafranca del Bierzo es gallegoparlante. A este paso la Torre de Babel no sería nada comparado con la que se puede liar si atendemos a la pluralidad y riqueza del paisanaje español.

ABC