En uno de mis libros de texto de hace más de medio siglo, se puede aún leer que la desaparición del Imperio Romano de Occidente supuso un retroceso considerable en la cultura humana. Es una afirmación bastante lógica. Ese evento histórico dio paso a la Edad Media. Por otra parte señala Asimov que en la Edad Media y en lo que llamamos Occidente la sociedad estuvo mucho más marcada por la filosofía cristiana que por la filosofía natural, que era la de la Antigua Grecia. Sea como sea, lo cierto es que en efecto y hasta donde yo conozco, al tratar de investigar la historia local de cualquiera de nuestros pueblos y al menos en El Bierzo, debe haber una enorme laguna de datos que se extiende desde la época romana hasta el año 1500 aproximadamente. Es la sombra medieval.
Cuando hace unos 45 años (1978) yo empecé a interesarme por la historia local, cayó en mis manos un libro (su autor es Antonio Díaz Carro) que habla de la historia de Bembibre y también de pueblos de su entorno. Ese libro aporta datos de la época romana (no documentos escritos, obviamente) y después hay un salto que llega hasta aproximadamente el siglo X. En este siglo sí empiezan a aparecer noticias ya escritas. Si fijamos la época romana en el siglo I, (parece razonable) hay un salto de unos 1.000 años o más bien una zona de sombra. Con el paso del tiempo fui poco a poco (durante décadas) acumulando más y más apuntes sobre la historia local (esencialmente de Castropodame y su entorno) y me fui dando cuenta de que en el cada vez más abultado caudal de apuntes, (en papel inicialmente y posteriormente digitalizados también) los anteriores al año 1500 eran muy inferiores a los posteriores a esta fecha.
Lógicamente tengo interés, mucho interés, en rellenar esta laguna y recientemente me puse a estudiar con calma un documentos del siglo X que es (para mí) muy importante . El motivo es simple. Tras décadas de investigación, es el más antiguo que conozco sobre la historia de Castropodame (pedanía). A partir de un magnifico libro de Mercedes Durany Castrillo (La región del Bierzo en los siglos centrales de la Edad Media , 1070-1250); entiendo que ya durante el siglo IX está documentada la existencia de algunos pueblos bercianos. Son muy pocos, menos de 20. Después van apareciendo en la documentación conocida más y más.
Un documento medieval es una verdadera joya para los investigadores y debe ser analizado a fondo. Es lo que estoy haciendo con el documento precitado sobre Castropodame. El asunto es que desde hace muchos años yo sabía que documentos tan antiguos están escritos en latín o al menos en un lenguaje que parece latín. Como mis conocimientos de latín son muy muy escasos, decidí recabar la ayuda de un experto para analizar palabra por palabra o incluso letra por letra ese viejo documento del siglo X.
Por fortuna un buen amigo, José María Fernández Criado, (‘Lito’ para los amigos), se prestó a traducir al español o castellano actual ese documento y lo hizo con presteza; pero es que además, me hizo ver unas circunstancias que se me habían pasado totalmente inadvertidas y que son muy importantes. La una es que ese viejo texto que yo pensaba que era latín digamos clásico o normal, no lo es. Es un latín castellanizado o un castellano latinizando. ¡Vaya lío! De este modo resulta, que aunque lo analice un experto en latín… puede haber ciertas dudas.
Por si fuera poco, hay otro inconveniente más. Resulta que el texto tal y como se escribió en el siglo X, es decir, el papel o pergamino, ya no existe. Hay, eso sí, copias. En este caso concreto una es del año 1614 y, por lo que parece, el copista de turno quiso hacer una copia (manuscrita obviamente) del texto original y letra por letra. Por ello este texto del 14 de mayo de 1614 parece latín sin más. Me lo enviaron escaneado del Archivo Histórico Nacional (Madrid). Es evidente que la letra el del siglo XVII y además el copista de turno así lo hizo constar.
Además hay otra copia, esta del siglo XVIII (datos deducido entre otras razones por el tipo de letra), pero en este caso el copista no pretendió hacer una copia literal en latín. Como la anterior, es obviamente manuscrita. Lo que hizo en este caso el copista fue traducir al castellano del siglo XVIII, que ya es muy similar al actual, el texto del siglo X. No sé si esa traducción se hizo a partir del original del siglo X o de la copia del siglo XVII. Esta copia en castellano procede de la Biblioteca Nacional de España. El problema es que, casi con total certeza, el texto del siglo XVII debe tener alguna diferencia por pequeña que sea respecto al original del siglo X. En cuanto a la copia el siglo XVIII el simple hecho de traducir da lugar sin duda a interpretaciones varias. Así me lo hizo saber ‘Lito’, que me envió un texto (ya a imprenta) de ese documento y al margen del realizado por él. Este tercer texto está en latín castellanizado y como he dicho a imprenta, pero imprenta el siglo XVIII. Tengo pues tres copias del mismo documento, además de la de ‘Lito’. Tendría que contrastarlas letra por letra para ver las diferencias, que sin duda las hay, como me dice ‘Lito’.
Yo pienso que desde el siglo X al XVII es posible que algunas letras hayan cambiado y más aún respecto al siglo XVIII. Hay pues al menos dos obstáculos que sortear. Es obvio que lo ideal sería tener el texto tal y como se escribió por vez primera en el siglo X. De no ser así, y no lo es, puede haber algunos errores o algunos datos que se presten a confusión. ¡¡Vaya lío!!
Por todo ello, y aunque el documento ofrece –en este caso– datos de gran interés (que no viene al caso detallar porque se refieren exclusivamente a la pedanía de Castropodame), hay mucho que analizar (y con lupa) de estas copias de ese único texto original. Esto es sin duda lo que ha ocurrido con otros muchos pueblos. Hay muchos casos semejantes.
Se puede consultar a este respecto la Colección documental del Archivo Diocesano de Astorga (Gregoria Cavero Domínguez, César Álvarez Álvarez y J. Antonio Martín Fuertes) . También la Colección documental de la Catedral de Astorga (Gregoria Cavero Domínguez y Encarnación Martín López). Seguramente hay más libros interesantes. No obstante, lo más importante es que por norma general en cualquier pueblo berciano (y supongo que de otras partes de España) hay una enorme laguna de datos anteriores en general al año 1500. En consecuencia, si queremos saber lo que pudo suceder en ese dilatado periodo de oscuridad documental no hay más remedio que acudir a generalidades.
Mercedes Durany Castrillo
Para intentar al menos una aproximación o una generalización sobre el proceso de formación de cualquiera de los diminutos pueblos bercianos durante la Edad Media, es esencial acudir a los escritos y trabajos de Mercedes Durany Castrillo. Es imposible en un corto artículo como este tratar el tema con amplitud, pero hay algunas ideas y cuestiones importantes que estimo señalar. Citaré a modo de ejemplo algunas.
La formación de los pueblos fue un proceso gradual y sin seguir unas directrices señaladas y preconcebidas. En los siglos centrales de la Edad Media al aludir a zonas donde habitaban personas no se empleaba en genera la expresión de pueblo o aldea. En muchos casos se habla de expresiones hoy en desuso como corte, iglesia, casal, casaría, casar, que hoy no relacionamos con lugares habitados. En la toponimia o en viejos documentos sin embargo podemos hallar estas expresiones. Por ejemplo, al lado del río Boeza y cerca de Villaverde de los Cestos existió el llamado “Casar de San Bernardino”, del cual no se conserva memoria alguna en la actualidad, pero sí hace siglos. En su tiempo debió ser lo que hoy llamaríamos una granja en la que viviría una familia y poco más.
También hay otras expresiones como solar, plaza, granja, villa que sí suenan aún actualmente a espacio habitado. Las antiguas denominaciones, y a tenor de los datos de M. Durany correspondientes a espacios habitados (hoy llamaríamos suelo urbano), se refieren por lo general a poblaciones muy diminutas. Poblaciones ocupadas por una o varias familias. Hoy en día a poblaciones de este tipo les llamaríamos por lo general (insisto) granjas o similar, es decir asentamientos de un reducido grupo de personas (una familia y sus allegados por ejemplo), que se dedicaban a la agricultura y ganadería. Parece lógico que se estableciesen esas diminutas comunidades humanas relativamente próximas unas a otras. Si cada una de ellas crecía, al final tendríamos un pueblo más o menos grande tal y como hoy lo conocemos. En mi opinión, el caso del pueblo berciano de Magaz de Arriba, con su gran cantidad de barrios aislados unos de otros, podría ser un ejemplo de cómo, tras la desaparición del Imperio Romano y en un lento proceso de siglos, se fueron formando los pueblos que hoy conocemos.
Es curioso también el hecho de que la edificación de una iglesia o santuario sirviese como germen de una población. En torno a la iglesia se edificaba la casa del eclesiástico que la atendía y también en general la morada del sirviente o sirvientes. Además, en una época con tanta influencia de la religión, era habitual que se diesen tierras para cultivar a la iglesia. Ello propiciaba la construcción de viviendas para los que labraban esas tierras y también en edificaciones para la agricultura y labranza (corrales, pajares…).
En todo caso, debo señalar que es muy poco lo que yo sé y muy poco lo que incluso investigadores con muchos más conocimientos que yo conocen sobre la historia de nuestros pueblos en la Edad Media. Al investigar la historia y por norma general al retroceder en el tiempo, se incrementa más y más la ausencia de datos registrados en documentos. Los detalles de la presencia de los musulmanes en El Bierzo, por ejemplo, es una cuestión pendiente y muy complicada de abordar. No hay mucho donde investigar.
La conclusión o moraleja es que hay que hacer lo posible e imposible por conservar los viejos documentos. Hoy disponemos de medios técnicos que los copistas medievales y de siglos posteriores hasta hace escasas décadas ni siquiera imaginaron. La digitalización es una herramienta fabulosa que hay que aprovechar al máximo. Pero bueno, esto ya es otro tema.