Las rentas del viento

Apenas un puñado de casas se sostienen al borde del abismo, y este ,se agarra fuertemente ante los ultimas ventiscas de los últimos inviernos.

El porvenir de la localidad de Labor de Rey se tambaleaba sobre los mismos ,y sus pobladores, agonizaban lentamente. Hasta tres meses llegaban a estar incomunicados ,y aislados, menguando aún más su supervivencia. Era el año de 1597.

Las condiciones de su constitución y naturaleza, bien singulares, ponen de manifiesto sus escasas posibilidades de cultivo, añadiendo los vecinos que por aquel entonces, apenas sobrevivían con el centeno cultivado .

Una vez habiendo pagado los ” diezmos “( décima parte de la cosecha que se entregaba al Obispo o al Rey )…, apenas tenían para pasar el año. Añaden además que, no cultivaban trigo ni cebada, por las pocas condiciones de la tierra para ello.

En cuanto a otro impuesto que tendrían que asumir se denominaba “rentas del viento “, y este se aplicaba a la Taberna o Carnicería o cualquier otro negocio que allí hubiese . Impuesto del que estuvieron exentos, añadiendo que el propio Concejo del pueblo, en las pocas ocasiones que hubo taberna , prestaban cuatro Ducados que devolverían al terminar el año .

En cuanto a las ventas de algún ganado, añaden que alguna vez, vendieron algún buey o carnero en la villa de Ponferrada o la Bañeza.

El palo

Hasta muchos años después de la fecha aquí citada , los pobladores de numerosos pueblos de la Somoza y Maragateria, no sabían leer ni escribir. Sin embargo, tenían sus propios sistemas para contabilizar y anotar , las diversas cuentas que se generaban dentro y fuera de la población, como así consta en el lugar de Labor de Rey .

Las ventas, los cobros, las deudas, se grababan en un palo a modo de muesca , dividiendo este por una raya, donde en cada lado de la misma.., quedaría anotado hasta su agotamiento.

Una vez agotado el espacio del palo y zanjadas las cuentas ,se rompería , cogiendo un nuevo palo para la siguiente anotación. Es inimaginable, a día de hoy, aquel tiempo y adversidad a la que estuvieron sometidos.

Las poblaciones montañosas y aisladas conservaron de una forma extraordinaria su cultura, desafiaron las tempestades y condiciones de una forma admirable, pero las mismas, fueron la causa inevitable de su despoblación. Desconozco el año de su total despoblamiento , pero reconozco su deterioro. 

No obstante, alberga su pequeña historia ,y algunos testimonios que irán apareciendo en este valle de enorme belleza.

Isasy Cadierno