El nuevo candidato de JxCat para la investidura en Cataluña, Quim Torra, ha pedido disculpas por sus polémicos tuits. Demasiado tarde. Una persona que ha escupido perlas como que “los españoles solo saben expoliar” o que “vergüenza es una palabra que los españoles hace años que han eliminado de su vocabulario” no puede aspirar a ser el presidente de todos los catalanes. Es obvio.
Pero al parecer esta reflexión de tantos y tantos ciudadanos -nada puede haber más claro que alguien que insulta y desprecia a una parte de aquellos a los que aspira a presidir pierde la legitimidad a hacerlo- no es, al parecer y según las redes sociales, lo más importante que se puede decir sobre Torra. Lo que de verdad se ha convertido trending topic con relación al candidato de JxCaT es el tuit de Gabriel Rufián: “Una cosa @guardiacivil. Se llama Quim Torra, no Joaquín Tuesta”, ha escrito, consiguiendo en pocas horas miles retuits y ‘Me gusta’.
Desconozco el porqué de estas palabras. En cualquier caso supongo que se deben a algún tipo de error sobre el nombre de Torra. Entiendo que cada uno elige cómo quiere que le llamen y que así lo deben respetar los demás. Lo que no entiendo es que el tuit de Rufián haya dado lugar a todo un enfrentamiento nacional. Y no estoy hablando de los ‘Me gusta’, del público habitual del polémico político de ERC, sino de la airada multitud que ha salido a contestarle, a insultarle en la redes sociales, siguiéndole el juego y dándole el protagonismo deseado, amplificado por los medios de comunicación, que también tenemos nuestra cuota de culpa.
¿No les gustaría que todos nos movilizáramos de esta manera, masivamente, por las cosas que de verdad nos importan? Algo estamos haciendo mal. La ira, tan fácil desde el anonimato de las redes sociales e internet, se está convirtiendo en nuestro motor a la hora de interactuar como ciudadanos, como parte de la sociedad. ¿Qué ha sido de la crítica constructiva? ¿Y del debate? Veo a nuestros hijos, sentados frente a la pantalla de turno, absorbiendo toda esta mala baba. Da igual que no tengan cuentas en redes sociales, solo con abrir internet o, más fácil, con ponerse frente al televisor, se encuentran con la última polémica de moda y, sobre todo, con los insultos que unos otros se lanzan a raíz de cualquier discrepancia… Vaya ejemplo.