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Cuando era más joven y presencié los eventos del 11 de septiembre, me encontraba comiendo en mi casa de Valladolid. Una de las imágenes que me impactó profundamente fue ver a miles de personas en Oriente Medio celebrando el atroz atentado. Este fue mi primer encuentro directo con la barbarie, un mundo que desconocía por completo. Creía, en mi condición de astorgano que con el asesinato del coronel Picatoste a manos de los malnacidos de ETA-Bildu, mi dosis de rabia, asco e impotencia se habían colmado. A medida que pasaron los años, me di cuenta de que la naturaleza humana es lo que es, y siempre habrá personas capaces de celebrar las peores atrocidades.
Después del atentado de Hamás el 7 de octubre, que cobró la vida de casi mil inocentes, volví a ver imágenes de bárbaros celebrando la muerte en las principales capitales europeas. Este fin de semana pasado, fue un claro ejemplo de una realidad que preferimos ignorar. En las manifestaciones que se autodenominan “pro Palestina” y que recorrieron las principales ciudades de Europa, se justificó el terrorismo, se brindó apoyo directo a Hamás, se alabó el yihadismo y se escucharon los clásicos gritos de “Alá es grande”, además de una serie de consignas liberticidas.
En España residen cientos de musulmanes palestinos, pero por alguna razón desconocida, no se unieron para condenar el atentado de Hamás. Extrañamente, nunca hemos presenciado manifestaciones para pedir que Hamás deje de oprimir al pueblo palestino, a los palestinos que están más cerca de Al-Fatah, a las mujeres, a los homosexuales, a aquellos que piensan de manera diferente, entre otros. Ni siquiera una docena, o mejor dicho, ni siquiera media docena tuvo el valor de salir a las calles.
No debemos olvidar que las primeras víctimas de Hamás son los propios palestinos. Algunos, ya sea por ignorancia, maldad o estupidez, o una combinación de todas, aún creen que esto se trata de Israel o Palestina. Pero la cuestión fundamental aquí es la civilización frente a la barbarie. En un mundo donde la locura radical y absurda recibe respaldo, como el del martes en las Cortes de Castilla y León con el procurador regional, Pablo Fernández, vestido de payaso, observamos cómo Europa entera comete el mayor de los suicidios al acoger en sus ciudades a aquellos que sueñan con destruir nuestra forma de vida.
Pues si, muy bien descrita y opinada la situación. Cinismo, cinismo y más cinismo popular, aunque lo peor es que el apoyo a los asesinos está dentro de eso que llaman Gobierno en Funciones. Y el Pablo este, qué más da, no representa a nadie, un títere del extinto Podemos.
ni mucho menos pretendo defender la causa palestina, ni la israelí. Pero en este conflicto de casi 100 años, hay que ser objetivo. Y hoy día ni USA ni el mundo occidental lo es. El problema puede decirse que se origina en 1916 con los acuerdos sykes-picot en los que de la noche a la mañana francia y reino unido deciden hacer unas fronteras en oriente medio sin pies ni cabeza. Mas tarde con el fin de la 2GM occidente nuevaamente decide inventarse un nuevo estado. No contentos con eso resulta que ese nuevo estado es a costa del territorio donde viven cientos de miles de árabes, que para los indocumentados, se llevan a matar con los judíos. Para más inri, en la guerra del yom kippur, y aunque israel ciertamente fue agredido, éste se queda con una gran parte de territorio. Cuando te quitan los suministros básicos como agua electricidad, alimentos, cuando te quitan tu casa, tu tierra, te matan a tus hijos, padres, hermanos… para que se establezca un colono judio que se ha criado toda su vida en argentina, que no tiene ninguna conexión con esa tierra mas que la religión, supongo que te tienes que sentir bastante resentido. Tal vez no para celebrar la muerte de inocentes, pero si para cabrearse con la doble vara de medir que tenemos en occidente con este asunto. Nos rasgamos las vestiduras por unos mientras nos importa un bledo los otros.
Nh3, por una vez, estoy totalmente de acuerdo con usted. Un ser humano muerto es un dolor y si son niños, un horror, vengan de un lado u otro.