La zorra, las uvas, la tranquilidad  y el autoengaño

En mi opinión la ciencia o el análisis científico de nuestro mundo ha de abarcar todos los campos, incluyendo el comportamiento humano. Es ciertamente complicado analizar el comportamiento humano. Mucho más complicado por ejemplo que la trayectoria de una nave espacial o la bala disparada por un fusil. Pero pese a todos hay que intentarlo y  eso voy.

Es bien conocida la fábula de Félix María de Samaniego que lleva por título: “La zorra y las uvas”. En la misma se cuenta que una zorra al parecer hambrienta vio unas uvas en una parra y lógicamente intentó comerlas. El problema era que estaban altas, tan altas por lo que parece, que le era imposible alcanzarlas. Entonces al ver la zorra que le era imposible comer las uvas dijo: “No las quiere comer. No están maduras”.

Esta actitud que puede parecer estúpida no lo es tanto. Es mas yo pienso que en mayor o menor medida los humanos la utilizamos a menudo. Es una táctica que implica el autoengaño o al menos el afán de ignorar la realidad cuando sospechamos que será desagradable. En definitiva, es una táctica que a cambio de ignorar la realidad o incluso de negarla nos permite ser más felices. Es una táctica de autodefensa. Esto debería explicarlo mejor que yo un psicólogo entiendo.

Los ejemplos de esta actitud son habituales. Hay personas que afirman abiertamente  no querer saber nada de cualquier tema que pueda resultar (en su opinión). Escabroso. Prefiero no saber se dice a menudo.

Ayuda o favorece todo esto el hecho de que la realidad, aunque por definición en una, no siempre se conoce en todos sus detalles con exactitud. Asimismo se da la circunstancia, de que un mismo hecho es valorado de diferente forma por cada persona. Lo que es grave para unos no lo es tanto para otros.

Por otra parte el lenguaje que utilizamos es en la mayor parte de los casos es más o menos ambiguo. Si nos fijamos en los discursos de los políticos- por ejemplo- veremos como muy raramente hablan de cifras matemáticas concretas, para prometer o para alabar sus supuestos logros. Los números tienen la cualidad de que son prácticamente imposibles de rebatir. No es lo mismo 20 que 19 ó 21 aunque a muchos efectos prácticos si puedan serlo.

En la vida cotidiana sin embargo no solemos dar muchas cifras. Hablamos de mucho, poco, cerca , lejos, alto ,bajo, grande, pequeño,…y en la práctica cada cual interpreta las palabras como le parece. De este modo al hablar en términos ambiguos, es posible ver un mismo hecho o mejor dicho interpretarlo de modo a veces diametralmente opuestos. El caso de la invasión rusa de Ucrania- por ejemplo- es uno de ellos. El Sr. Putin argumenta que sus ejércitos no han atacado a Ucrania, si no que están tratando de defender a Rusia y a personas que viven en regiones que él considera que son rusas. Además es posible que considere que Ucrania en realidad es una parte de Rusia, que por extrañas e injustificadas razones se ha separado de Rusia, cuando debe formar parte de la misma. Es muy posible también que el Sr. Putin justifique la muerte de miles de personas (incluyendo soldados rusos) argumentando que no le quedó más remedio, que actuar así. Incluso públicamente afirmó que Occidente se preparaba para atacar Rusia. Esa excusa quizá le sirva para poder dormir tranquilo y sin remordimientos de conciencia.

Como este ejemplo los hay todos los días. Las personas no siempre actuamos como jueces que pretendemos analizar la realidad, actuamos como el abogado de parte en un litigio y lógicamente con unas mínimas dosis de imaginación podemos ver blanco lo que realmente no lo es tanto. Por este motivo y aunque se suele decir que hablando se entiende la gente,  ello sólo es así si hay voluntad suficiente de entenderse.

Se da  por otra parte el hecho, de que de un modo más o menos consciente tendemos también a engañarnos. Volviendo al tema político. A menudo se critica o se ababa lo que dice o hace un político, simplemente porque de entrada su ideología nos gusta o no. Es decir partimos de la base de que tal político o tal partido político y por norma general siempre aciertan o siempre se equivocan. Si las palabras y los hechos de los políticos se juzgasen ignorando por completo la ideología política, en muchos casos habría grandes sorpresas. Los simpatizantes de un partido censurarían a los  políticos de ese  partido y viceversa. Los políticos casi siempre encuentran “razones” para convencernos de ellos tienen el patrimonio de la verdad y del bien  sus oponentes nunca. Los fervientes seguidores de cualquier partido político suelen hacer lo mismo.

Otro fenómeno curiosos es el de las personas que tienden siempre a fijarse en los medios de comunicación que  expresan ideas afines a sus creencias. Lo sensato sería escuchar las diferentes versiones y después juzgar; pero hay casi siempre una predisposición a creer o a no creer ciertas noticias en función de quien las expresa. Es también una forma de autoengaño.

Pero al final ese autoengaño no favorece porque nos hace sentirnos más tranquilos. La verdad hay veces que es desagradable y por ello preferimos no conocerla. En mi opinión los humanos tenemos una fuerte tendencia a ver la realidad, no como realmente es si no como a nosotros nos gustaría que fuese. Es una vez más la actitud de la zorra ante las uvas que no podía comer. Se trata de creernos la versión de la realidad que más nos gusta o en la que nos sentimos más cómodo y punto.

No obstante es muy difícil medir hasta qué punto nos autoengañamos. Hay quien durante un tiempo tiene unas creencias (de cualquier tipo) y con el tiempo se considera equivocado o engañado y cambia…pero no siempre ocurre así.

 

Bembibre 3 de junio de 2022

Rogelio Meléndez Tercero