Alejandro J. García Nistal
El final de temporada o de curso ha sido un cierre en falso. A estas alturas del verano, con media España de vacaciones, la denominada tensión informativa sigue ocupando portadas y sumarios abriéndose paso entre fichajes de fútbol, sucesos, fiestas y el tiempo. La política, así en general, no se toma descanso por obra y gracia del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.
Ya no sólo se han convertido en un galimatías sin clara solución los resultados de las recientes elecciones generales. Oiga usted, la primera vez en mi ya madura vida profesional en el que los que pierden las elecciones bailan y ríen ante las cámaras de la noche electoral como si les hubiese tocado el gordo de Navidad. Estábamos acostumbrados a enseñarles cómo sacar el mensaje positivo de una derrota, como cuando hay que dar cifras económicas negativas utilizando eufemismos y declaraciones ilusionantes. Pero tanto jolgorio y sonrisa profiden juro por la cobertura de mi móvil que nunca ví. Sánchez y López, al quien conocimos por estas tierras de Castilla y León forman un duo de tipos de altura. Sí, son altos.
El rey Borbón va a vivir el brete de su vida. Al tiempo. Y lo del emérito pasa a un segundo lugar en orden de importancia. ¿Propondrá al que ganó o al que agrupa a más diputados aunque sean inconstitucionales, republicanos e independentistas? No me gustaría estar en ese papel. Mientras, marearemos a la ciudadanía con reuniones, encuentros, declaraciones y réplicas interminables. El sentido de Estado olvídenlo, se perdió con las figuras de grandes estadistas como Felipe González, Alfonso Guerra, Manuel Fraga y compañía. Este sistema de elecciones hace aguas. Unos pocos no pueden ser más poderosos que la gran mayoría de españoles. El chantaje tiene que llegar a su fin.
Por acercarnos a nuestra Comunidad, hemos contemplado la ardua constitución de diputaciones y ayuntamientos. Sigo perplejo con nuestra querida Zamora. Muy divididos deben de estar allí para que el comunismo haya hecho de la amurallada plaza fuerte en Castilla y León. Vuelve lentamente el granero del PP a su ser, sin embargo, que nadie se lleve a engaño, Alfonso Fernández Mañueco no será el líder que el Partido Popular cree tener hasta que no apruebe la reválida de unas elecciones con mayoría absoluta.
Mientras tanto, acompañen al periodista de provincias a rogar ante La Encina por la Diputación de León, donde en el PP la rebelión gana batallas pero no la guerra, el PSOE aparta a su presidente, Eduardo Morán, y se echan en los brazos de la UPL por un “ponte tú que al otro no lo aguanto. Diputación por Ayuntamiento capitalino. Cogobierno y lo que haga falta. Todo menos el PP”. De nada sirve la victoria clara de Ester Muñoz en las generales, en las plazas importantes de la provincia y a la propia institución provincial. Margarita Torres va por libre, los alcaldes aspirantes quieren tocar pelo y el joven traidor sigue conspirando por detrás lo que niega por delante.
¿Y qué decir de Villablino, pueblo de izquierdas y corazón minero? A la campaña salvaje de un vetusto medio de comunicación le está haciendo daño a toda la comarca. Es lo que tiene matar moscas a cañonazos. Aliados con Podemos-IU, los últimos comunistas de León se apoyan en la Ley y en un solo altavoz para mantener una guerra de las más sucias y viperinas que se han visto. Sólo cabe un enfrentamiento personal o si no que nos lo expliquen. Recurso tras recurso, información tras información y el pueblo lacianiego como la justicia ha dicho “no” un montón de ocasiones. Y la Diputación esperando terminen con este odio infinito de averno grande condensado en un puñado de kilómetros cuadrados.
La que armaste Sánchez con la convocatoria de elecciones seguidas, pero a pesar de todo, seguiremos acogiendo a los niños saharauis porque ellos no tienen la culpa. Tú sigue por Marruecos y tráete unas babuchas para la Moncloa.
Los que la lían ellos solitos son los del Partido Podrido, ahora YÁ NO DICEN “QUE TE VOTE TXAPOTE”, ahora DICEN “APÓYAME”, DÉJAME GOBERNAR, hay que tenerlos CÓMO PIEDRAS, CARA, y JETA, MUSHA JETA.