Durante décadas los sucesos de la Guerra Civil Española y los años que la precedieron y siguieron, sólo fueron contados y publicados por el bando vencedor (los franquistas o los fascistas como a veces se dice). Basta ver lo que se enseñaba en las escuelas desde la infancia en libros como por ejemplo “El parvulito” (para niños de 5-6 años). Además había sucesos de los que simplemente no se hablaba y punto. De este modo mucha información en torno a la violencia que antes, durante y después de la Guerra Civil tuvo lugar se ha perdido para siempre.
Tras la muerte de Franco, también se perdió (por suerte) el miedo a hablar de cuestiones “polémicas” y cuando yo hace muchos años empecé a interesarme por el análisis de la Historia, ya se estaba (por fortuna) en una época sin miedo. Así en 1991, tuve una idea que me pareció y me parece brillante. Entonces aún vivían en Castropodame, personas que fueron protagonistas de unos sucesos violentos que tuvieron lugar en la inmediata posguerra, en el año 1940 en concreto y por ello y con grabadora en mano entrevisté a Miguel Tercero, Pedro Mansilla, e Inocencio Folgado. Además, también J. Manuel Reguero Prieto, me facilitó información al respecto sobre sus recuerdos de aquellos años violentos. Por otra parte su hija Mª. Luisa Reguero también colaboró en la búsqueda de información e incluso el párroco de Castropodame (D. Miguel), me facilitó el acceso al Archivo Parroquial. El objetivo de todo ello era dejar constancia de los hechos violentos del año 1940 y además hacerlo de modo totalmente imparcial. Esa es la clave y por ello en un reportaje que se hizo posteriormente y se publicó en el semanario “Bierzo 7” (en fechas 4 y 11 de julio de 1991), se escribió textualmente que “existe el inconveniente de no conocer la versión de los miembros de los comandos armados”, en clara alusión a las personas (forasteras todas) que en mayo y noviembre de 1940 llegaron a Castropodame y promovieron aquellos actos violentos.
La información sobre esos sucesos la recogí yo esencialmente, si bien lo hice en nombre de la Asociación Cultural “Río Vendañuelo” de Castropodame y por ello los dos artículos de “Bierzo 7” precitados aparecen firmados por la citada asociación. Mi nombre no figura por parte alguna. En esos artículos hay incluso sendos planos del casco urbano de Castropodame, que lógicamente hice yo, porque ya entonces tenía una cierta experiencia como topógrafo y delineante.
Al revisar mis recuerdos, esos ahora ya viejos artículos e incluso el libro que publiqué en el año 1993, entiendo que se hizo entonces un informe más o menos extenso que se dejó en la sede de la citada asociación cultural, junto con cintas grabadas (sólo voz) en las que tres de los personajes que vivieron aquellos sucesos (hacía entonces ya 50 años) exponían sus recuerdos. Los únicos documentos consultados entonces fueron los contenidos en el libro de defunciones de la parroquia de Castropodame.
A día de hoy, ese informe debe haberse perdido y las cintas con la voz grabada me temo que también. Lo único que queda es pues el texto de los artículos de “Bierzo 7”. También lo que dos años más tarde publiqué en un libro sobre la historia general de Castropodame. Las tres personas entrevistadas entonces ya han fallecido. Una lástima, pero es así. El paso del tiempo arrasa con todo. Es como digo una lástima, porque justamente ahora, estoy redactando el que ha de ser la continuación y la ampliación del libro sobre la historia general de Castropodame y porque creo que ciertos detalles muy concretos de la historia se han perdido de modo irremisible.
Tengo noticias no obstante (gracias al conocido investigador Santiago Macías Pérez) de que en un archivo del Ferrol, debe haber un informe sobre estos sucesos del año 1940. No he visto ese informe, pero aunque lo hubiera visto, de nuevo nos hallamos ante la misma dificultad que en 1991. Sólo conocemos el testimonio de una de las partes enfrentadas. Ese informe debió ser redactado por el ejército o las fuerzas de orden público del gobierno de Franco. Habría que saber la versión de esa historia concreta, por parte de los forasteros que llegaron a Castropodame, es decir de los que en principio se han considerado como los “malos”. Así y como en un juicio justo, se podrían contrastar versiones y poder al menos intentar una aproximación a la verdad primero y al establecimiento de la culpabilidad después.
UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA
Tengo la sensación de que es muy difícil ser imparcial al escribir la historia. Con demasiada frecuencia se escribe no lo que realmente sucedió, si no lo que el escritor (historiador) de turno le gustaría que hubiese sucedido. Por ello los soldados son valientes, los sacerdotes santos y los políticos honrados, en las historias…quizá más de lo que realmente lo fueron. Algún amigo mío y con buena fe entiendo, me ha dicho que yo al contar la historia (historia local esencialmente), soy demasiado seco o demasiado frío. Se me sugiere que ponga ciertas dosis de imaginación o incluso invención, con el fin de hacer relatos que gusten al personal. Eso está muy bien para quien escriba novelas, cuentos o fábulas, pero yo me dedico a investigar el pasado, para conocer lo que sucedió acercándome a la realidad todo lo que sea posible. Un historiador no ha de ser abogado de parte, ha de ser juez neutral o un notario que da fe de todo con total imparcialidad y objetividad, o más aún una máquina desprovista de emociones, sentimientos, ilusiones…y demás características de lo que llamamos el “alma” humana. Además hay que distinguir entre los hechos y la calificación moral o jurídica o legal de los mismos.
La mente humana es compleja y a menudo todos tenemos una tendencia al autoengaño. “Prefiero no saberlo”, se dice a menudo. La conocida fábula de “La zorra y las uvas”, lo expresa muy bien. A veces enfrentarse a la verdad supone renunciar a profundas convicciones y ello nos genera un malestar, que se puede evitar…ignorando la realidad.
Este fenómeno es bien evidente al hablar sobre la violencia de origen político que hubo en España durante la II República, la Guerra Civil y la época inmediata posterior. El conocido (y polémico) escritor Pío Moa, cita en uno de sus libros sobre la Guerra Civil Española, a un individuo incapaz de escribir sobre los orígenes de la guerra en cuestión “porque le deprimía ver puestas en tela de juicio, ideas que él había tenido por firmes”. Lo curioso es que Pío Moa, es un escritor que ha sido objeto de amplias críticas por parte de muchos investigadores, que lo consideran un simple propagandista del Franquismo. Es cierto no obstante que primero fue claramente anti-franquista y ahora en sus escritos defiende al franquismo.
La cuestión es que a día de hoy, cuando pronto se cumplirán 100 años de la proclamación de la II República Española, siguen acalorados debates que nadie sabe cuando cesarán. Esos debates tienen su reflejo también en el análisis de sucesos de ámbito local, muy local como puede ser Castropodame y su entorno más inmediato. Por los motivos ya citados (libro en redacción), es hora de revisar lo escrito hace 32 años para matizar todo lo que sea preciso y para aproximarme todo lo posible a la verdad, pura y dura. Si espero otros 32 años para ello quizá …no llegue. Los que en 1991 eran los “viejos” de Castropodame ya no existen y el viejo ahora… ya casi soy yo.
He manifestado de modo reiterado que la historia ha de ser escrita con mente racional, como si fuese (realmente lo es) un análisis matemático. “Toda ciencia tiene de ciencia lo que tiene de matemática”, escribí en mi libro de 1993, copiando a Henry Poincaré . En ese plan sigo y este método de trabajo lo pienso seguir aplicando al caso concreto de Castropodame y su entorno (Congosto, Bembibre, Rodanillo…) y a los hechos violentos del período de tiempo histórico precitado. Pero esto será en la parte segunda de este artículo.
Bembibre, 7 de marzo de 2025// Rogelio Meléndez Tercero