La Astorga que fue

Debo empezar confesando que siempre he sido crítico con las redes sociales. Y lo he sido por varias razones, la principal, porque considero que aquellas se han convertido, en muchos casos, en plataformas descontroladas en la que es posible la difusión impune de calumnias, insultos y manipulaciones.

Desde mi perspectiva crítica, también podría añadir, como elemento negativo, la enorme capacidad de entontecimiento que tienen la redes en amplios sectores irreflexivos de la población, desde la adolescencia a la edad provecta. Una capacidad de entontecimiento colectivo, similar al que hace años se atribuía a la televisión única, bautizada como caja tonta, precisamente por esta razón, no sé si ustedes lo recuerdan.

Foto Difundir Astorga Preciosa

 

Pero hoy no van por ahí los tiros. Como quiero ser justo, junto a los señalados aspectos negativos de las redes, hoy deseo destacar uno, que a mí me parece muy positivo y que ha sido posible gracias a la actividad que están desarrollando en Facebook algunos grupos como los denominados `Sentirse astorgano´, `Astorga punto de encuentro para sus amigos´ o `Astúrica Augusta´.

Estos grupos están consiguiendo la comunicación entre las personas, casi siempre desconocidas entre ellas y, sobre todo, la recuperación de recuerdos comunes del pasado, a través de la publicación de viejas fotografías de personas o paisajes urbanos de Astorga, que es el afecto compartido por todos los que se asoman y participan en los grupos.

Creo que este `invento grupal´ de creciente implantación en las redes, es digno de todos los elogios, precisamente en estos tiempos de prevalencia del individualismo y la incomunicación por mucho que todos consideremos que estamos viviendo una época privilegiada en la es posible conocer todo, de todos y al instante, por la existencia de las redes y otros medios de difusión.

Las aportaciones frecuentes y generosas de los que colaboran en los grupos están permitiendo, además, la recuperación de aquella Astorga que fue, con su singular geografía urbana y humana, y que muchos de los que hoy cobran la pensión de jubilación o se encuentran cerca, siguen teniendo en la memoria con algunos perfiles desdibujados, que las imágenes o los recuerdos que se publican ayudan a perfilar.

El otro día, alguien facilitaba a uno de esos grupos, una fotografía de la terraza del bar Imperial, una referencia esencial de la hostelería local, junto con el Regio, que también contaba con veladores en la calle. De éste, recuerdo las deliciosas gambas a la gabardina que cocinaba Marina, la mujer de Alfredo Merino, el propietario del Regio y del bar Imperial tengo fresca en la memoria su espectacular decoración con cientos de carteles taurinos, que tapizaban todas las paredes y acreditaban la arraigada afición de su titular.

Es decir, que las redes nos pueden ayudar a sentirnos un poco más astorganos y a encontrarnos con nuestros amigos y añoranzas. Vamos, que no hay mal que por bien no venga.

Hasta la próxima.

Ángel María Fidalgo