Una Helena de Esparta, destrozada por la bebida y deshecha por el tiempo, se presenta ante el público con un gesto severo y cansado. Ya no queda nada de aquella joven mujer por la que se desencadenó una de las más grandiosas guerras jamás contadas, y aún así, la que un día fue la mujer más hermosa, se defiende ante su padre, Zeus, y el público para asumir de una vez por todas el papel principal en un juicio al que lleva años sentenciada.
Un monólogo excepcional
La obra se desarrolla con una intriga creciente, que se sucede entre hechos poco conocidos del personaje de Helena de Troya, ese ser tan vilipendiado y a la vez tan hermosamente roto. En un monólogo profundo y lleno de significado, Carmen Machi mostró a una mujer rabiosa por la soledad que le ha provocado el silencio de su propio limbo. Poco a poco, a medida que las botellas se vacían y el monólogo se vuelve más y más rápido, se ve un deterioro en el personaje, la rotura de la última barrera que separa a la mujer de la realidad. Sus manos tiemblan, sus rodillas casi no soportan su peso, pero como ella misma dice, sólo la bebida es capaz de hacerla olvidar que ella es la protagonista. Pero ¿alguien podría culparla? Fue una mujer que solo amó una vez en su vida y que fue odiada el resto de su existencia por ello.
Carmen Machi, gran reina del escenario
La ya consolidada actriz Carmen Machi deslumbró ayer a la ciudad de Ponferrada con su interpretación de una versión desinhibida y lenguaraz Helena de Troya. Enfundada en un vestido rojo y tacones, melena rubia al viento, la actriz interpretó a una ya cansada protagonista muda de su propia historia, y dispuesta a revelar la verdad. Sin más apoyo que una mesa de cristal y varios litros de bebida, esta obra escrita y dirigida por Miguel del Arco destacó con un guión original y bien cuidado, a demás de la gran actuación de la actriz. Los sonidos sumieron al espectador en una marea inmensa de emociones, y las luces apoyaron el argumento variando según el propio monólogo de colores, todos entre la gama de los tostados. En apenas 60 minutos, el auditorio ponferradino se sumió en una tragedia y juzgó al personaje más humano de toda la mitología.