Los ¿incomprensibles? parques solares didácticos del Bierzo

Hace ya más de diez años que estoy escribiendo de modo regular en “Bierzo Digital” y me percato, no sin cierto asombro, que he hablado más bien poco, de un asunto que me ha ocupado gran parte de mi vida y que además tiene directa relación con la ciencia, que es la rama del conocimiento humano que yo suelo abordar al escribir. El tema al que me refiero atañe a los que yo denomino parques solares didácticos. El adjetivo “didáctico” es esencial, ya que sirve para distinguir a este tipo de instalaciones de los llamados parques solares energéticos (muchísimo más conocidos) que sirven para producir energía eléctrica.

Desde hace más de 30 años he publicado muchos artículos y dado conferencias sobre los parques solares didácticos, que al menos los realizados por mi no son muchos. Solo dos y ambos en El Bierzo. Si hubiese que dar una definición sencilla, yo diría que son parques o jardines que sirven para medir el paso del tiempo (horas, días, estaciones…) y que son reflejo (en un parque o jardín) de los movimientos de la Tierra; así como de otros muchos factores, como pueden ser el ángulo que forma el Eje Terrestre con la Eclíptica. En realidad se trata de obras que pueden servir para explicar numerosos conceptos inherentes a la astronomía, la geodesia, la topografía y las matemáticas. Además (ver imágenes adjuntas) tiene todas las características y los aspectos estéticos y/ o artísticos de un jardín cualquiera.
Entiendo que no procede -ahora- empezar a describir una extensa cantidad de conceptos y de fórmulas matemáticas (trigonometría esférica y más), que tienen su reflejo en este tipo de parques, entre otras razones porque ya hace años que lo he hecho. Cualquier astrónomo profesional o persona con conocimientos similares conoce esos conceptos y su expresión matemática. No obstante, en la Red hay una extensa cantidad de información sobre los mismos publicada básicamente (aunque no únicamente) por mi.

Ahora me voy a centrar en el digamos aspecto humano del tema. Lo haré basándome en mis recuerdos, ya que si tuviese que recomprobar uno a uno todos los datos que tengo y todos los informes, planos, apuntes, artículos, cartas… sobre el asunto, tendría que invertir una cantidad de tiempo espantosa e injustificada. Además creo que la memoria en este tema me falla muy poco, porque es un asunto que siempre he revisado de modo reiterado.
Cuando en el año 1992 se me ocurrió empezar a estudiar este tema, yo no tenía ni siquiera un ordenador. Una “sofisticada” calculadora de la época (de las llamadas programables), era incapaz de resolver de un tirón las ecuaciones matemáticas y pronto se vio que sin el recurso a los entonces “sofisticados” programas de cálculo de la época, era prácticamente imposible diseñar una obra de este tipo. Esa fue una de las pistas que me hicieron sospechar, que la idea llevada a la práctica podría suponer un hito incluso a nivel mundial, en lo que respecta a la construcción de relojes y calendarios solares. Lógicamente pensé en mi pueblo (Castropodame), como el lugar donde realizar tal obra suponiendo que para el pueblo sería un gran atractivo turístico. Error de bulto.
Durante meses y años me dediqué a contactar con personas que sabían más que yo de estos temas, como la

Asociación Leonesa de Astronomía (ALA) ó la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol (AARS) y siempre sus opiniones fueron favorables y me animaron mucho. Incluso el Ministerio de Cultura del Gobierno de España, me concedió ya en el siglo pasado una subvención de un millón de las antiguas pesetas, por los trabajos de investigación de este tema. También me dediqué durante meses y años, muy a menudo de modo altruista a ejecutar sobre el terreno la obra diseñada. Por ejecutar hay que entender la realización sobre el terreno operaciones de topografía. Dispongo y disponía de aparatos de topografía, que normalmente utilizaba para medir fincas o labores mineras y que en mis ratos libres (fines de semana a menudo) empleaba en la construcción de alguno de esos parques didácticos. Esa ejecución exigía como paso previo la realización de infinidad de cálculos y planos.

La meta era hallar un lugar donde este tipo de parques se hiciesen realidad. En Castropodame y a “trancas y barrancas” algo (bastante poco) logré hacer antes de finalizar el siglo pasado. Era una parte ínfima de lo que yo quise hacer y por ello busqué otro lugar. Creí hallarlo en Bembibre donde en el 1999 si logré llevar a cabo una obra que superó con creces los realizado en Castropodame. La obra de Bembibre, aunque podría haber sido mejor, era al menos aceptable. Se pudo llevar a cabo gracias a la implicación del ayuntamiento de la villa, que presidía entonces Jesús Esteban Rodríguez (“Susi”). La obra se hallaba (y se halla) en una zona de concurrido paseo, pero el interés mostrado por el vecindario de esta villa fue en mi opinión prácticamente nulo. En consecuencia las autoridades locales que lógicamente atienden las demandas del vecindario, fueron poco a poco olvidándose de la obra que como todo jardín necesita una atención mínima para los centenares de flores que contenía. En el año 2000 ya me di cuenta (y así lo publiqué) que el asunto “pintaba mal” y así ha sido hasta hoy. En una ocasión que se me ocurrió ir a ver la obra, me encontré con un grupo de varias ovejas, que se acercaron al parque solar e incluso subieron los peldaños del podio o mirador allí construido para poder ver la indicación de las fechas y horas gracias al movimiento del Sol. Personas …ni una. Tanto me llamó la atención el hecho que hice fotos…de las ovejas. Inserto una imagen antigua de este parque solar de Bembibre. Hoy apenas se reconoce.

OBRAS EN CASTROPODAME

La idea inicial (pensada para ser ejecutada en Castropodame) se tuvo que abandonar definitivamente, aunque eso si en el año 2005 la junta vecinal de esta pedanía, (presidida por Ángel García Barredo), tuvo a bien recuperar las obras abandonadas de Castropodame, aunque ya se trató de hacer algo muy simple y de sencillo mantenimiento. Las flores y plantas se sustituyeron por pintura y metal. Además se hicieron otros recortes como señalar sólo las horas en punto, pero no fracciones y desde luego ir a una obra mucho más simple que la reflejada en planos del siglo pasado. El horario que estos parque han señalado ha sido siempre el horario oficial es decir el que usamos todos en la vida cotidiana, algo que por norma general no hacen los relojes de sol que todos conocemos. Entiendo que es un punto clave y esencial. No obstante a la fecha de hoy y pese a ser de sencillo mantenimiento, la obra está bastante descuidada y carece de elementos esenciales. El vecindario no obstante debe pensar, sospecho, que está perfectamente. Así pues… Adjunto una imagen que corresponde a la última de las reparaciones, que aún no se han finalizado. Es del año 2019.

Cuando he comentado esta situación con ingenieros y otras personas con conocimientos de matemáticas, geodesia, astronomía y ciencias similares, me dicen que es muy difícil para el público en general entender lo que se indica en estos parques didácticos. Yo discrepo totalmente. Se trata simplemente de ver la posición que ocupa la sombra de un punto en una especie de malla o cuadrícula formada por dos tipos de líneas. Unas (de poniente a naciente) que sirven para señalar las fechas y otras que las cruzan ( como si fuesen un abanico) que sirven para señalar las horas. No es difícil leer las fechas y las horas en estos parques didácticos, aunque eso si necesitan un cartel explicativo y obviamente cartelas que indiquen fechas y horas. Con saber leer es suficiente. Creo que no es mucho pedir.

 

MIRANDO A OTRAS PARTES

Lógicamente desde el año 1992 he intentado averiguar por todos los medios posibles, si existe en alguna parte del mundo, algún reloj-calendario solar de grandes dimensiones que pueda ser igual a las obras de Bembibre y Castropodame. A la fecha de hoy entiendo que no, aunque en efecto hay relojes de sol de gran tamaño en muchas partes. Precisando más señalo que en España en las proximidades de la pedanía de Ontinar de Salz (provincia de Zaragoza), hay uno que para el no experto es igual al de Castropodame y que desde luego es muy grande. No obstante las líneas de fechas están a intervalos mayores que en Castropodame y además por lo que veo no señala hora oficial, si no hora solar con corrección por la ecuación del tiempo, pero no por longitud. No obstante, aclaro que la longitud geográfica de ese reloj-calendario es 45 minutos sexagesimales al oeste de Greenwich. Esos 45 minutos implican en tiempo 3 minutos, tiempo más que suficiente para que se perciban en un parque de este tipo. A partir de las imágenes que veo en la Red, no se si se hizo o no la corrección por longitud geográfica. Además habría que hacer (como en Castropodame y Bembibre) la corrección de horario oficial (verano/invierno), cuando el gobierno de turno lo tenga a bien. La señalización de hora oficial yo entiendo que es un punto esencial. Así cualquier persona puede comprobar si la señalización es correcta. Es el único que yo conozco en toda España, parecido al de Castropodame.

Fuera de España, en Colorado Spring (USA) existe asimismo un reloj- calendario solar que también parece a simple vista muy similar al de Castropodame. Es ligeramente mayor, pero cualquier entendido en estas cuestiones ve a primera vista que ese reloj de Colorado Spring no puede en modo alguno señalar hora oficial. No tiene analemas. También en Estados Unidos (Illinois) en una localidad llamada Pekín hay un parque que recuerda mucho al realizado en Castropodame. No obstante y por lo que observo en Internet , no señala de modo claro las ramas de hipérbolas que corresponden a las fechas.

Respecto a Bembibre y hasta la fecha de hoy nada he visto en parte alguna del Mundo que sea igual. Líneas trazadas con flores, intervalos de cuartos de hora e incluso menos, fechas con intervalos de 10 e incluso solo 5 días… todo ello a pesar de que sólo es un desarrollo parcial de lo que me hubiese gustado hacer.
Al final y como colofón quiero dejar claro que lo que fue una de las grandes ilusiones de mi vida, se convirtió con el paso de los años en una decepción tremenda. Una de las mayores “meteduras de pata” de mi vida. Pero la vida es así.

Madrid, 20 de julio de 2023

Rogelio Meléndez Tercero