Imserso tours

Todos los pensionistas hemos andado estos días un tanto revueltos por culpa, primero de la convocatoria de los viajes que todos los años organiza el Imserso y, después, a consecuencia de la adjudicación de estas escapadas, que nos permiten a los jubilados conocer otras geografías, por un módico precio y en fechas en las que no existen ni aglomeraciones, ni altas temperaturas en los destinos que forman parte del programa.

Como son muchos los llamados y limitadas las plazas disponibles, este año, como en los anteriores, se han vuelto a formar nutridas colas de solicitantes en todas las agencias de viajes colaboradoras en las que se han podido escuchar variopintas conversaciones, aunque las más repetidas, han sido las relacionadas con la crisis de Oriente Medio y con las dificultades que está teniendo el Gobierno para aprobar los nuevos presupuestos por culpa del veleidoso Puigdemont.

Una vez dentro de las respectivas agencias de viajes, las conversaciones y las preocupaciones de los pensionistas, también como todos los años, han dejado a un lado las cuestiones de gran calado político para centrarse en las posibilidades de cada uno para conseguir el viaje elegido, cosa que presenta distintos grados de dificultad, según los casos.

Como es sabido, hay dos días para elegir. Los jubilados con unas determinadas pensiones eligen el primero de los días fijados y los demás, el segundo. Naturalmente, los que eligen después tienen menos posibilidades de viajar a donde quieren. Se tienen que conformar con lo que quede e, incluso, con la frustración de no conseguir nada porque, aunque hay muchas plazas, éstas siempre son inferiores al número de demandantes, que todos los años crece como consecuencia de la pasión viajera, que ahora ha entrado a todos los seniors (lo que antes eran viejos), que gozan de una salud razonablemente buena y de unas pensiones razonablemente adecuadas.

Es decir, que, en líneas generales, en el programa del Imserso todo es muy rico y muy abundante, aunque también hay algunas deficiencias que se deberían corregir para que los jubilados puedan acercarse a las agencias de viajes sin más dificultades que las derivadas de la artritis reumatoide o el deterioro cognitivo, que según las estadísticas son los males más frecuentes en este sector de la población.

Una de esas deficiencias está relacionada con el mal funcionamiento del sistema informático. Según me ha dicho la responsable de la agencia a la que he acudido para formalizar mi solicitud, la oferta de viajes no siempre es la misma. A una hora se ofrecen unos viajes, a los pocos minutos otros y, al día siguiente, es muy probable encontrarse con una oferta de viajes distinta.

Esta circunstancia, como es natural, crea una gran ansiedad al solicitante que puede ver cómo, en poco tiempo, tiene que abandonar su intención inicial de viajar a la Mariña lucense para aceptar con urgencia la opción de Benalmádena costa, debido a que las plazas ofertadas en el primer destino o el propio destino, de repente, han desaparecido del ordenador de la agencia, lo que obliga a la empleada a moverse con agilidad para capturar, sin pérdida de tiempo, la segunda oferta viajera.

En fin, pero, pese a todo lo reseñado más arriba, debemos concluir que eso de poder viajar a destinos peninsulares e insulares atractivos y a precios asequibles, no deja de ser un gran invento para los pensionistas y para el sector de la hostelería que de esta forma puede mantener abiertos todo el año sus establecimientos, aunque, según se quejan, a precios de dudosa rentabilidad.

 

Ángel María Fidalgo