Ha muerto Pepe Álvarez de Paz. La noticia ha corrido por los medios de comunicación y por el Partido Socialista como un reguero de pólvora durante el día de ayer miércoles. Para quien no le suene a nada, se hace necesaria una pequeña mención de su dilata carrera.
Álvarez de Paz, berciano por los cuatro costados, era uno de esos hombres de Iglesia que en su día abrazaron un catolicismo popular, de finales del Régimen y que sobre plataformas sociales abanderaron movimientos de parroquias obreras y políticas de reivindicación ante un Estado antidemocrático. Abandonó finalmente la Iglesia, o la Iglesia le abandonó a él, ingresando en un Partido Socialista mayoritario en años de la Transición y primeras victorias de la izquierda moderada. Abogado, profesor y político, De Paz falleció en Bayona a los 85 años. Lejos de su Noceda del Bierzo natal.
Álvarez de Paz obtuvo su escaño como diputado por León en el Congreso en 1979, responsabilidad que desempeñó hasta 1987, cuando dio el paso hacia el Parlamento Europeo. En su faceta profesional como licenciado en Derecho, ejerció como abogado laboralista y como profesor y catedrático de Economía en diversas universidades. En 2018, presentó su único libro, «Nombres propios», en el que recuerda que su nombre era uno de los señalados por los organizadores del fallido golpe de Estado del 23-F de 1981.
En el ámbito político, desempeñó una importante labor como diputado durante las primeras legislaturas de la etapa democrática, cargo que compaginó durante un tiempo con el de concejal de su municipio natal, Noceda. Renunció a su escaño en el Congreso en 1987, cuando resultó elegido eurodiputado, etapa en la que impulsó proyectos de cooperación internacional con más de 70 países. Entre 1994 y 1996 también desempeñó el cargo de gobernador civil de la provincia de Pontevedra, durante la última etapa de Felipe González al frente del Gobierno.
Gran conversador y ejemplo como persona sencilla y amable, estamos ante la desaparición de un hombre de aquel socialismo como el de Demetrio Madrid y tantos otros, que sentaron las bases de una política democrática en definitiva. Descanse en paz.
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