“Hincando el diente”, a las leyes de Newton

Creo que la primera vez que oí hablar de Isaac Newton fue en la escuela de mi pueblo siendo niño. El maestro contó esa célebre historia de la manzana, que por cierto contiene detalles en buena medida inventados (suele ocurrir). Pero lo esencial es que Newton y la manzana algo tienen que ver y sobre todo lo más importante, lo importantísimo son las enseñanzas de esas llamadas leyes de Newton. Supongo que no hace falta decir que estas leyes (como toda ley físico-matemática) no son como las del código de circulación por ejemplo. Es decir se pueden estudiar más y más pero nunca cambiar. Pondré un ejemplo. Si en un congreso internacional de matemáticos se decide que 5 por 4 han de ser 48, por ejemplo, esto de nada servirá porque 5 por 4 seguirán siendo veinte.

Las tres leyes de Newton y en general las enseñanzas de este hombre, se explican tanto en libros de texto como en otros muchos, pero claro la gracia está en leer la versión original, es decir lo que Newton escribió exactamente y letra por letra. Digo esto porque sospecho que ciertos detalles que figuran en libros de nuestro tiempo, lo que hacen es explicar las enseñanzas de ese gran científico, pero sin emplear en general las palabras textuales de Newton. Dicho de otro modo, los libros de texto enseñan una serie de conceptos (gravitación universal por ejemplo) que se deducen de lo que Newton escribió. En uno de mis libros de texto (física de 4º de bachillerato, año 1970) que se estudiaba con 14 años, se señala que la ley que rige la atracción mutua de los cuerpos fue formulada por Newton y que según esta ley, un cuerpo cualquiera atrae a todos los demás y la fuerza atractiva que uno ejerce sobre el otro, es directamente proporcional al producto de las masas de ambos cuerpos e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que separa sus centro de gravedad. Esto se aplica por ejemplo al caso de la Tierra y la Luna o al de dos automóviles que están a cierta distancia uno del otro y a cualquier otro par de cuerpos del Universo. Cita este libro mío del año 1970 incluso unas palabras textuales de Newton y lógicamente indica la conocidísima fórmula matemática al respecto; pero esas palabras del celebérrimo científico no son una descripción exacta de la formula, algo que si se hace previamente en el libro.

Las leyes en cuestión tienen su correspondiente expresión matemática. Ver imagen. Esto es importantísimo, ya que las expresiones matemáticas utilizan un lenguaje muchísimo más concreto que el utilizado por ejemplo, por los políticos. Estos formulan leyes con unos textos que luego admiten múltiples interpretaciones y a veces  opuestas. En el campo de las matemáticas esto no ocurre.

No creo que existan muchas personas que hayan leído el libro titulado, “Principios matemáticos de la filosofía natural”, de Newton obviamente, en el que entiendo que se enseña todo lo relativo a esas tres famosas leyes. No lo creo porque el texto original se escribió en latín, (“Philosophiae naturalis principia mathemática”) y sobre todo porque aunque sea traducido (yo lo tengo en español); para leerlo hay que hacer un esfuerzo espantoso. Es una experiencia curiosa.

Cuando uno lee una buena novela, un cuento o un relato de esos que “enganchan” se tiene la sensación de que cuesta levantar la vista del libro. Con esta obra de Newton es justo lo contrario. Hace ya años leí en una revista de la Asociación Leonesa de Astronomía (LEO), que alguien que debía ser probablemente un experto matemático (abundan entre los escritores de tal revista), empezó a leer esta obra de Newton pero lo hacía a razón de ¡ una página por día! o algo similar. Me llamó la atención esa afirmación y hace algunos años (en la Navidad 2015-16) adquirí yo un ejemplar de ese libro y obviamente en español. Han pasado ya muchos años y ¡ aún no he podido leerlo completo!. He realizado eso si varios intentos, pero digerir sus contenidos resulta “demoledor” y no a las pocas horas, a los pocos minutos tengo que dejarlo porque no soy capaz de entender bien su contenido. Parece que estoy leyendo un texto en una lengua extraña.

EL OTRO ISAAC

Por fortuna dispongo de otro libro de otro individuo también llamado Isaac. Me refiero a I. Asimov en el que se intenta explicar con más o menos fortuna el contenido y las enseñanzas de esas leyes de Newton. Dos de ellas la primera y la segunda son relativamente sencillas de entender, no sólo su contenido si no también las fórmulas matemáticas. No voy a entretenerme en explicarlas, entre otros motivos porque hoy en cualquier teléfono móvil se puede hallar abundante información al respecto. Información eso si que hay que contrastar y analizar con cuidado. Abundan personas que escriben para llamar la atención, lograr seguidores, lograr aduladores… y para ello no dudan en decir cosas que son a menudo medias verdades o afirmaciones engañosas.

La tercera ley de Newton, la que alude al tema de la gravitación universal, ya me resulta más complicada de entender y eso a pesar de leer con atención lo que explicó Asimov. Tampoco voy a dar detalles entre otros motivos porque estoy intentando entender bien primero lo que expuso Asimov, para a partir de ello entender lo que escribió Newton en 1687 y años posteriores. En cualquier caso, si recomiendo a cualquier lector que haga un intento de leer esa obra citada de Newton, para comprobar de primera mano lo que sucede. No hay que agobiarse. El Sr. Isaac Newton es considerado por muchos, el científico más importante de toda la historia de la Humanidad, así pues nada tiene de extraño que el común de los mortales “patinemos” de lo lindo para entender sus enseñanzas.

CONCLUSION

Internet es un espejo donde se reflejan muchos de los conocimientos de multitud de personas y en este foro mundial sigue coleando a menudo la vieja leyenda (hay más) del “engaño” en la llega a la Luna hace más de medio siglo. Por lo que observo muchas de  las personas (mas bien casi todas) que hablan del engaño masivo, deben ignorar por completo la existencia de esos conocimientos que Newton legó a la Humanidad hace siglos. Esos conocimientos junto a otros permiten entender como es posible viajar al espacio y por supuesto ir a la Luna y volver.

Yo tenía 12 años cuando la Humanidad llegó por vez primera en la Historia a la Luna. Continuaron más viajes hasta el año 1972 cuando yo cumplí 16 años. Por ello esos varios años coincidieron casi exactamente, con la época en la que yo realicé mis estudios de lo que entonces era el bachillerato (elemental y superior) y por tanto en los que fui (rama de ciencias) aprendiendo toda una serie de conceptos de índole físico-matemática, que permiten entender como es posible realizar ese tipo de viajes al espacio exterior. No digo que tuviese conocimientos para poder ser un técnico de una estación de seguimiento de naves espaciales (como algún buen amigo que tengo llamado Luis E. Vadillo Sacristán); pero si para entender lo señalado. Por ello jamás tuve el más mínimo atisbo de duda, sobre los datos que en la prensa y en libros iban apareciendo sobre los viajes espaciales. Leí varios libros al respecto.

Por tanto lo que recomiendo a todos esos “investigadores” que hablan del fraude es que se pasen el tiempo que quieran (preferiblemente varios meses o años) estudiando física y matemáticas (por lo menos) y después, sólo después, estarán en condiciones de opinar sobre si es posible o no que el hombre o la Humanidad pueda viajar a la Luna. Yo entendí perfectamente que si es posible y no soy un superdotado. Conservo mis cuadernos de notas escolares y aunque solía estar en el “pelotón de cabeza”, por lo que veo y recuerdo, nunca fui el primero de la clase, que era la meta.

En aquellos tiempos las notas se daban cada mes o incluso cada dos semanas, por lo cual había que estar siempre estudiando y además se indicaba el número de clasificación (primero, segundo, quinto, octavo…) por lo cual había que estar siempre compitiendo por llegar a ser el primero de la clase y serlo siempre. Creo que así es como hay que hacer las cosas. El espíritu de lucha y superación constante son esenciales en la vida y en la sociedad. Quizá por ello entendí fácilmente eso de los viajes espaciales y otras enseñanzas.

Bembibre 29 de septiembre de 2024//Rogelio Meléndez Tercero