Fundamentos

Me propongo desarrollar en este foro una nueva sección que quiere tener como objetivo claro y fundamental la decidida defensa del sistema; a mi juicio se impone un activismo rotundamente necesario en pro del régimen constitucional establecido frente al destructivo rumbo anti-sistema por el que una minoría populista y totalitaria nos quiere conducir separándonos, por primera vez desde el 23F, del orden democrático que nos hemos dado. Desde dentro y desde fuera, con inquina y constancia, se atenta como jamás se hizo contra nuestro modo de vida; un sistema que, como ningún otro en la historia de España, nos ha proporcionado la estabilidad necesaria para no tener que resolver las diferencias a tortazos ni a balazos. La esencia de la sección girará en torno a una idea central: lo estúpido de pretender cambiar aquello que funciona relativa y comparativamente bien y la evidencia de que el sistema es el menos malo de todos los posibles que históricamente se han llevado a la práctica. Pero ¿por qué la denominación mores maiorum? Hasta la lex duodecim tabularum el derecho romano se venía fundamentando en las mores maiorum, esto es, los usos y costumbres, las reglas y preceptos que el ciudadano debía respetar conforme a la tradición. De ese orden ancestral nace el derecho romano que persiste como fuente inagotable de la que bebe el derecho actual y como base sólida de una civilización ordenada y debidamente estructurada. Sencillez y ascetismo, educación severa, rigor en las costumbres, orden y subordinación a la familia y al Estado, empeño, valor y disposición al sacrificio. Decía Horacio: ”¡Oh, tiempos llenos de inmoralidad! Primero mancillasteis el matrimonio, el hogar y la estirpe. Y a partir de esta fuente se difunde ahora la calamidad sobre la patria y el pueblo”. ¿Verdad que os suena familiar y se os vienen de inmediato a la memoria lugares de nuestro país en los que se han instaurado actualmente tales calamidades o grupúsculos populistas que pretenden destruir ese orden lógico de las cosas? 

Los que estéis en el intervalo aproximado de 45 a 55 años de edad recordaréis y tendréis muy presente, como yo, un libro que se empezaba a leer en el primer curso de la Educación General Básica, el “Fundamentos”. Aquella escuela era tosca y dura en bastantes cosas pero en otras no porque jamás volví a leer un libro que contuviera, de forma tan precisa y acertada, lo que debe ser la educación cívica de una persona. Pero no me hagáis caso, solo hablo de lo que, para anti-sistemas y feminazis son “aquellas chorradas”: es muy feo hurgarse la nariz, debes caminar siempre por la acera derecha pero bajarte si viene una persona mayor, debes abrir la puerta a las mujeres y cederles el paso siempre, cederás el asiento a las personas mayores,…honrarás a tu padre y a tu madre, perdón, se me ha escapado esta última que es de otro libro que, por desgracia, también está muy pasado de moda. La cuestión, visto lo que ocurre, es que aquellas enseñanzas cívicas va a ser que no eras tan chorras ni baladíes porque es posible que si a los chicos se les inculcaran ciertas normas de caballerosidad no habría tanto cabrón maltratador y que si a las chicas se les enseñaran algunas claves de compostura y de saber estar pues no andarían por ahí tantas cerdas menstruando sin compresa, propugnando la vida tribal y el sexo en grupo, oliéndose el sobaco en sede parlamentaria o faltando a los demás en las capillas.

Yo soy un firme convencido que gran parte de nuestros problemas y la destrucción ética y moral que vivimos no tienen otra causa sino la falta de educación; una educación que debería estar basada, como siempre lo estuvo, en dos pilares fundamentales cuales son la jerarquía y la disciplina amén de otro detalle, asimismo menospreciado actualmente, el esfuerzo. La educación se deteriora por momentos porque el sistema educativo y los educadores claudican frente a los ideólogos de lo absurdo amparados por un puñado de papás equivocados. La jerarquía es fundamental e imprescindible. El educador no es tu colega sino una persona más sabia que tú a la que debes respeto, no es “tú” sino “usted” y, si te educa de forma correcta, no debe ser cuestionado por tus papás. Aquí no hablamos de ciertos salvajes que nos daban clase hace tiempo y nos hacían aprender a palos, es otra cosa, la necesaria jerarquía educativa. Hemos pasado con la velocidad del relámpago de un extremo al radicalmente opuesto, antes predominaban las voces y las palizas, ahora mandan los alumnos. Queremos ser tan modernos que se falta a lo que es la esencia de la enseñanza, disciplina y jerarquía como pilares maestros. ¿Resultado? Alumnos y profesores acosados por aprendices de delincuente en una jungla muy difícil de controlar, una sociedad enferma en la que hay críos que se suicidan por el acoso de sus compañeros o casos de aprobados con el mínimo esfuerzo y logrados por la amenaza. Como un soplo, sin darnos apenas cuenta, hemos pasado a la dictadura del alumno tras haber pasado por la de algún profesor; no hemos conocido el estadío intermedio de un sistema educativo basado en el respeto mutuo sin sacrificar la necesaria jerarquía. La disciplina es la base de la sociedad ordenada y civilizada. El cumplimento de las normas nos aparta de la selva y nos distingue como seres racionales haciendo que impere la justicia y no sea la fuerza bruta la que marque la diferencia entre unos y otros. Por fin, el esfuerzo debe formar parte de nuestra preparación de forma constante. En una sociedad competitiva el esfuerzo tiene que ser el baremo que establezca las diferentes categorías sociales en una sociedad que no puede ser plana, ni lo será nunca, por mucho que se empeñen el neo-comunismo o ideologías semejantes. A mayor esfuerzo, mayor recompensa, más alto estatus social y más reconocimiento, lo dice el simple sentido común. Cuando se sacan malas notas o se tiene mal comportamiento se recibe castigo y no premio; nada está siendo más nocivo para la educación que confundir a los menores destruyendo la doble implicación: lo malo implica castigo, lo bueno implica premio. Pero no solo es eso porque también se dan casos de padres que piensan que el listón se encuentra demasiado alto y hay que suavizar. Los temarios, y por tanto los conocimientos, no han hecho sino disminuir de forma alarmante en los últimos años. Con el libro de 1º de BUP de los años 80 (hoy 3º de la ESO) se pueden practicar problemas de hasta 2º curso del bachillerato actual (antes COU, último curso pre-universidad). Los universitarios de cualquier ingeniería actual consideran difíciles las integrales que se impartían en el COU de entonces y estudian métodos de integración que antes se impartían en la enseñanza media, es alarmante. Y mientras, muchos padres viven engañados en la idea de que a sus niños se les exige demasiado y son decididamente contrarios a los deberes o tareas. En definitiva, se educa a nuestros hijos en un sistema cada vez más cómodo y más alejado de un esfuerzo mínimo aceptable.

Con todo, me reafirmo en la creencia con la que, a nada que reflexionéis, muchos estaréis de acuerdo; la mayor parte de esos acontecimientos que no dejan de sorprendernos día sí y día también no tienen otro origen sino la falta de educación, la ausencia de “los fundamentos”. Hay muchos ejemplos. Los sucesos de la niña agredida brutalmente en Palma por otros menores no puede entenderse sino como por una carencia evidente de educación y de valores (claro que, si se demuestra lo que ha sacado a la luz Iker Jiménez, estaríamos hablando de algo aún más grave). Se culpa a los profesores por no vigilar más de cerca, se culpa al sistema educativo y a la consejería del ramo pero digo yo que algo tendrán que ver los padres de estos “angelitos” capaces de causar tales lesiones a una cría y alguna falla tiene que haber en la educación familiar recibida; quizá lo lógico sería no buscar tantos culpables indirectos y retirar la custodia a quien no supo educarles para entregársela a las instituciones adecuadas. ¿Y lo de estos que se dejan arrastrar por radicales y borrokas para impedir la libre expresión en la universidad que es, o debiera ser, el santuario de la misma? No hay mayor falta de educación que coartar la libertad de expresión, es más, se trata de un delito puesto que atenta contra un derecho fundamental. Lo más paradójico es la curiosa elección de objetivos que tienen estos estudiantes comunistoides que no permiten hablar a la gente. Los de la Complutense eligieron al ex-presidente González que tiene mucho que ver en la libertad de la que gozan algunos para decir mamarrachadas y para atentar impunemente contra las libertades de los demás. Recordamos también aquel vergonzoso acto en el que el padre de Leopoldo López fue abucheado en Salamanca al grito de “fuera golpistas de la universidad”, un golpista realmente extraño ya que nos es otra cosa sino el pobre y angustiado padre de un preso político injustamente encarcelado por uno de los más deleznables dictadorzuelos sudamericanos. ¿Quién educa a esta gente? ¿Qué coño hacen en la universidad? Como tercer ejemplo de falta de educación tenemos la agresión a los guardias civiles de Alsasua, unos hechos de inusitada gravedad que encima pretenden volvernos del revés como si fuéramos imbéciles. Todos sabemos la educación exquisita de la Guardia Civil, son funcionarios instruidos y formados debidamente que saludan y tratan amablemente al ciudadano incluso a la hora de multarle, también sabemos su paciencia manteniendo la compostura cuando un ciudadano se pone agresivo y les insulta; también todos sabemos cómo se las gasta el tipo de gentuza que los agredió. ¿Y lo de Badalona? Un tipo, que se llama concejal, incumpliendo y rompiendo públicamente una sentencia judicial de lo que posiblemente se irá de rositas. Hay muchos más ejemplos pero quiero terminar mencionando la sorpresa e indignación que me causan ciertos apoyos a la mala educación. Que Iglesias apoye a los terroristas agresores de los agentes o a los que nos quieren robar la libre expresión ya no me sorprende porque conocemos de sobra al elemento pero lo de ciertos socialistas me indigna. Ante cosas así deberían tener claras las causas de su caída vertiginosa: ¿es normal ponerse como se han puesto al lado de los que justifican la agresión de Alsasua o no secundar la moción de censura de quienes incumplen y rompen una sentencia judicial en Badalona?

José Tomás García