Proliferan estos días en las redacciones de los periódicos las llamadas de políticos, empresarios y profesionales de todo tipo quejándose dolientes de que han ‘salido en la foto’ con alguno de los imputados en la Operación Enredadera -y es que son tantos…- Lo más curioso de este repentino aluvión de reclamaciones (“que quería que me quitarais”, los más amables, y “exijo no salir”, los menos) es que quienes más se quejan fueron los que más ahínco pusieron en su día para fotografiarse, por ejemplo, con el ‘gran’ empresario Ulibarri. “Es que yo pasaba por ahí y me sacaron la foto”, lamentan ahora. “Me la robaron”, hemos llegado a escuchar, como si de alguna celebrity espanzurrada en su yate en Ibiza se tratara. Pero señores, si salir simplemente en una foto con Ulibarri debería ser casi un souvenir made in Spain, un recuerdo para enseñar a los nietos. Otra cosa es lo que ustedes estuvieran hablando.
Las ‘gentes de bien’ andan desconcertadas. Antes, debían evitar fotografiarse con ese tipo amigo de las juergas, con ese otro melenudo desaliñado o con aquel que en su día fue víctima de las drogas, aunque ya esté rehabilitado. Ahora, las ‘amistades no recomendables’ llevan camisa blanca impoluta, traje y corbata a juego… Así que ya saben, si no quieren salir en los papeles que no les roben más fotos, que de su bolsillo, de una manera u otra, ya se han llevado algo, presuntamente, alguno de aquellos a los que sonreían maravillados.