Feminismo

Soy hombre, de género masculino. Eso me convierte en un potencial machista, según el feminismo radical imperante. Yo, que creo en la superioridad natural de la mujer, en su milagrosa y natural capacidad de traer vida al mundo, que es un género digno de admiración y respeto por su lucha histórica por la igualdad de sus derechos. Yo, que no mato ni a una mosca, que me educaron en el respeto y cuidado de quien fuera mi compañera al igual que de mis mayores. No. No me siento un potencial maltratador, ni violador, ni enemigo del sexo femenino.

 

Y sin embargo, parece que desde los tiempos del presidente Zapatero se hubiese abierto una caja de Pandora donde todos los males y hechizos afectarían a la sociedad española por mor de una fuerza disfrazada de morado y violeta donde con fondos públicos un ejército de fundamentalistas del hembrismo arrastrasen a dignas luchadoras del feminismo y a todos los cargos públicos, no vaya a ser que quedasen retratados como dinosaurios, en una carrera tiznada de radicalidad, sin diálogo posible y único discurso monolítico.

Por fortuna, mi profesión me ha hecho conocer a dignas luchadoras de la causa feminista. Mujeres guerrilleras, sentimentales, luchadoras y abiertas al diálogo de los que no piensan al cien por cien como ellas. Escucho a la conocida maltratada, intento aportar mi grano de arena ante la injusticia venga de donde venga, sin sexo ni color y casi hasta sin mirar su religión. Porque aquí de lo que se trata es de ser buena gente, de arrimar el hombro, cada uno desde su puesto, pero que no cuenten conmigo para jalear a una turba de fundamentalistas disfrazadas de falsas feministas donde por el hecho de nacer hombre ya eres el rival a batir.

 

A la hora de escribir estas letras he comenzado el día con mi teléfono lleno de mensajes profeminismo, recordatorio de manifestaciones, charlas y demás. Y me parece muy bien contar con un día de recordatorio para dar un capón a esta sociedad abducida por el egoísmo y el alineamiento. Pero la lucha de reivindicación se realiza todos y cada uno de los días. Pienso en las docenas de niñas gaseadas en Irán por el mero hecho de ir a la escuela. En los millones de mujeres sometidas por leyes arcaicas. Tanto por hacer.

ABC