Entre la burla y el esperpento

Cuando todavía estaba superando el asombro que me produjo el uso masivo de pañales absorbentes por parte de los que asistieron a los dos conciertos de la cantante Taylor Swift en el Bernabéu, resulta que llegó a mi domicilio la documentación remitida por la Delegación Provincial de la Oficina del Censo Electoral de León, después de mi solicitud para votar por correo en las elecciones al Parlamento Europeo.

Y tengo que confesar que, si notable fue, como escribo, el asombro que me generó la confesión de los apasionados seguidores de la cantante norteamericana, defendiendo el uso de tan poco higiénico como pintoresco procedimiento para resolver posibles apremios fisiológicos durante los conciertos, no menos llamativo fue el pasmo que me provocó el descubrimiento del contenido del sobre de la Oficina del Censo.

Lo primero que me llamó la atención fue el descubrimiento de que para las elecciones del próximo día 9 de junio se presentan, nada más y nada menos que ¡34 candidaturas!, circunstancia ésta que puede situar al borde del suicidio a aquellos electores que tarden más de cinco minutos en darse cuenta de que esto no es un exponente de la calidad de nuestro sistema democrático, sino otro ejemplo de la falta de responsabilidad de algunos personajes que se mueven en el mundo de la política, viajando de la burla al esperpento y viceversa.

Naturalmente, si tuviéramos otra ley electoral con capacidad para corregir éstas y otras disfunciones, que todavía padecemos, seguro que los promotores de las candidaturas disparatadas se lo pensarían más de dos veces, sobre todo, si la estupidez tuviera algún coste económico para ellos. Pero como no es así, pues a seguir con la fiesta en cuantas convocatorias electorales se produzcan, con la lógica indignación de muchos votantes que seguirán preguntándose, una y otra vez, si nunca va a ser posible evitar este despilfarro económico y este insulto a la inteligencia de los que se toman en serio el sistema democrático.

Alguno de ustedes que haya solicitado el voto por correo va a poder comprobar esto que acabo de señalar. Sin embargo, quiero anotar, aquí y ahora, algunas de esas candidaturas esperpénticas para general conocimiento de los votantes: `Escaños en blanco para dejar escaños vacíos´; ´Agrupación de electores, se acabó la fiesta´; `Soberanía alimentaria española´; `Volt España´; `Recortes cero´; `Piratas-Alianza Rebelde-European Pirates´; `Cree en Europa´. Como dijo el otro, en este país hay más tontos que botellines.

Pero dejando a un lado los aspectos pintorescos del próximo proceso electoral, lo cierto es que nuestros responsables políticos ya están en plena campaña, intentando captar el voto de los ciudadanos. Es verdad que, por el momento, lo están haciendo, trasladando al electorado problemas y mensajes que nada (o muy poco) tienen que ver con Europa. Parece que la actualidad más doméstica, con todas sus aristas y derivaciones, no está dejando espacio ni en el Parlamento, ni en la calle, ni en los mítines para abordar las grandes cuestiones europeas.

Pero no hay que perder la esperanza porque cuando ya estén más cerca las urnas seguro que se impondrá la sensatez y los políticos dejarán atrás las peleas de patio de vecindad, los fangos, los insultos y la retirada de embajadores para abordar, debatir y plantear sus propuestas sobre los grandes retos que va a tener que afrontar Europa en todos los ámbitos.

Afortunadamente, parece que hoy nadie discute la necesidad de mantener abierto el paraguas europeo, pero esto, con ser bastante, no es suficiente porque existen ámbitos como el de la tecnología, el de la defensa común o el del cambio climático, en los que los países miembros van a tener que plantear políticas y propuestas diferentes a las que han venido ofreciendo hasta ahora para hacer frente a la creciente agresividad y competencia de las potencias emergentes.

Hasta hace unos años, una gran parte de la ciudadanía española, no veía las elecciones al Parlamento Europeo con demasiado interés, pensando que se trataba de una realidad ajena y lejana. Pero a la vista de lo que está ocurriendo creo que hoy nadie debería, desde la responsabilidad, contemplar con indiferencia la convocatoria del día 9, en primer lugar, porque Europa es la mejor casa común en la que podemos seguir habitando y, en segundo término, porque siempre es buena la tutela de una instancia superior capaz de garantizar la defensa y la permanencia de nuestros valores democráticos, sobre todo, cuando estos se puedan ver amenazados por irracionales mesianismos.

 

Ángel María Fidalgo